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DESDE JERUSALÉN

Franca diplomacia

Con modestia y jocosidad típicamente galas, Gérard Araud –embajador de Francia en Israel– declaró recientemente (2-6-05): "En Europa, a los franceses nos consideran los más arrogantes, así que para mejorar nuestra imagen nos convendría que Israel se integrara en la Unión Europea…"

Con modestia y jocosidad típicamente galas, Gérard Araud –embajador de Francia en Israel– declaró recientemente (2-6-05): "En Europa, a los franceses nos consideran los más arrogantes, así que para mejorar nuestra imagen nos convendría que Israel se integrara en la Unión Europea…"
Gérard Araud. Imagen tomada de www.guysen.com.
El sarcasmo fue parte de una conferencia sobre relaciones francoisraelíes ante funcionarios de Israel, y provenía de quien, por su función, supuestamente incluye entre sus metas la de mejorar la relación entre ambos países.
 
Araud agregó la explicación de que la posición de su país con respecto al Medio Oriente "favorece a Israel". Voilà! Debido a nuestra vanidad, los judíos no interpretamos correctamente las buenas intenciones del Gobierno francés cuando construyó el reactor de Sadam Husein (1977) mientras éste profería bravuconadas sobre la destrucción de Israel, ni cuando Francia otorgó a Arafat protección y exequias propias de un prócer de la paz, ni cuando ahora se resiste a definir al Hezbolá como terrorista. Si tan sólo abriéramos los ojos, nos explica humildemente Araud, entenderíamos que Francia discrimina en favor de Israel.
 
No es la primera vez que este embajador da rienda suelta a su sinceridad. Cuando asumió el cargo (31-8-03) criticó a Israel por su "neurosis antifrancesa", a su primer ministro por "bruto" y a los hebreos por "paranoicos" (admitamos que, en efecto, los israelíes creemos tener enemigos).
 
Al menos la diplomacia francesa es coherente. Hace tres años el embajador francés en EEUU, François Bujon de l'Estang, protestaba en el Washington Post (21-6-02) por "la despreciable distorsión de los hechos" consistente en suponer que había judeofobia en su país. Tituló su apología 'Una calumnia contra Francia'.
 
La estrella amarilla que debían portar los judíos en Francia durante la ocupación nazi.Tres de las creativas pruebas que aportaba Bujon para demostrar la simpatía francesa por los judíos eran: a) que Francia fue, en 1791, el primer país europeo en otorgarles ciudadanía, b) que en 1906 rehabilitó al capitán Dreyfus, y c) que durante la Shoá sólo 80.000 judíos franceses (apenas la cuarta parte del total) fueron asesinados. La trilogía desprecia la inteligencia. Era como si el embajador alemán en Washington sostuviera como evidencia de las contribuciones de Alemania a la paz durante el siglo XX… que se rindieron en 1945.
 
En primer lugar, para otorgar derechos a los judíos la Asamblea Nacional de la Revolución Francesa debatió durante dos años si la égalité alcanzaba a aquellos, debate durante el cual se expresaron crudamente los arraigados prejuicios judeofóbicos de los franceses, que venían masacrando judíos desde hacía varios siglos. Para colmo, cuando la Revolución Francesa fue finalmente vencida, con la caída de Napoleón, los judíos fueron acusados de haberla generado y perdieron los derechos que se les había otorgado.
 
La segunda mención, la de Alfred Dreyfus, es tragicómica. Dreyfus había sido condenado debido a una enorme conspiración judeofóbica que abarcó al Ejército y al Gobierno franceses y apoyada por amplios sectores de la población, que exigían en las calles "muerte a los judíos". El capitán fue exonerado debido a que la confabulación antidreyfusiana fue desvelada gracias a un grupo pequeño de audaces demócratas. Pero la excarcelación sirvió para exacerbar la extendida judeofobia de los franceses, no para aplacarla.
 
En tercer lugar, la prueba del embajador Bujon sobre el Holocausto soslayaba que, a diferencia de lo que ocurrió en otros países, en Francia la policía local había entregado voluntariamente 60.000 judíos a los alemanes, y que los pronazis en Francia excedieron en número a los que combatieron al régimen.
 
Décadas de hostilidad
 
Durante la década de 1970 Francia y su protegido Arafat mantuvieron un acuerdo por el que no se arrestarían terroristas que utilizaran el territorio galo para concebir ataques contra blancos judíos e israelíes, siempre y cuando la agresión no se llevara a cabo en suelo francés.
 
En 1967 nada menos que el entonces presidente, Charles de Gaulle, calificó a los judíos de "pueblo elitista, seguro de sí mismo y dominador". El exabrupto sirvió para dar renombre mundial al caricaturista Tim (seudónimo de Louis Mitelberg). Tim, superviviente del Holocausto –a quien De Gaulle había colocado personalmente la cruz de guerra por su valentía–, creó en esa ocasión el primer dibujo jamás publicado por el diario Le Monde. En él se limitaba a colocar los términos del presidente francés debajo de un judío escuálido estacado en un campo de exterminio.
 
Charles de Gaulle.El notorio Le Monde –fundado a finales de 1944, precisamente por iniciativa de De Gaulle, como consecuencia de la liberación de París– acaba de ser condenado por judeofóbico. El veredicto (29-5-05) de una corte de Versalles establece que el diario publicó "acusaciones racistas contra los judíos", que deberá disculparse en letras grandes y pagar gastos judiciales por valor de 3.000 euros.
 
Además, los directores Morin y Colombiani abonarán un euro simbólico a las organizaciones de derechos humanos que iniciaron el juicio al entender que Le Monde violó la ley contra la difamación racista. Entre otras pruebas, exhibieron un artículo (4-6-05) que banalizaba el Holocausto y argüía que "los judíos muestran satisfacción humillando a otros pueblos".
 
Se trata del primer éxito para desenmascarar la judeofobia que satura los medios franceses y, como venimos viendo, a algunos de sus embajadores. Unos meses antes que Boujon, y durante una conversación con Conrad Black, del Daily Telegraph, el representante francés en Londres Daniel Bernard llamó a Israel, al que culpaba del 11-S, "paisito de porquería".
 
Bernard admitió haber hecho las declaraciones, pero en vez de excusarse optó por enfadarse porque fueran publicadas. El Ministerio francés lo defendió, y calificó de "malévola" la suposición de que el insulto tuviera connotaciones judeofóbicas.
 
Pero según Gérard Araud, todo lo antedicho se eclipsará cuando recordemos que al capitán Dreyfus se le devolvieron los honores y que a las escuelas judías en Francia las protegen 1.200 agentes de policía. Para él, los atentados antijudíos en Francia son en rigor el "resultado del conflicto palestino-israelí", lo que constituye un eufemismo francés para indicar que en el fondo el culpable es el Estado hebreo y que, en cualquier caso, será "despreciable" sólo quien "distorsione los hechos" publicándolos.
 
Otro juez, esta vez en Buenos Aires, acaba de revelar una nueva pieza del rompecabezas judeofóbico francés. De acuerdo con la Justicia argentina y las investigaciones policiales, el Gobierno de los ayatolás de Irán está involucrado en la destrucción del edificio comunitario israelita en Buenos Aires (18-7-94), que provocó la muerte de más de 80 personas y heridas a varios centenares. Fue París donde en su momento se acogió al ayatolá Jomeini (1978), y desde allí éste lanzó la revolución islamista que lo proclamó sucesor de Mahoma en Irán.
 
Ahora el juez federal Rodolfo Canicoba Corral, quien instruye la causa por el atentado contra la AMIA, revela que "existen presiones por parte de algunos países de Europa para evitar la captura de los diplomáticos iraníes implicados" (29/5/05). Ante la duda de qué país es candidato a presionar, cherchez la France.
 
 
Gustavo D. Perednik es autor, entre otras obras, de La Judeofobia (Flor del Viento), España descarrilada (Inédita Ediciones) y Grandes pensadores (Universidad ORT de Uruguay).
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