Los europeos no sólo no se han podido poner de acuerdo en una capital para la UE, sino que están divididos en casi todos los asuntos importantes. El desacuerdo principal está en la distancia que Europa debe tomar del modelo de "economía social de mercado" que ha paralizado Francia, Alemania e Italia y acercarse más a la economía clásica de mercado, como la practicada en Estados Unidos.
La UE tiene poco más o menos el mismo PIB de EEUU; cada uno produce casi el 30% del PIB mundial. Pero la UE tiene una población un 30% mayor que EEUU, por lo cual el europeo promedio tiene un ingreso de apenas dos terceras partes del del norteamericano promedio. Las 25 naciones que componen la UE son el principal socio comercial y de inversiones de EEUU; mucho más importante que China o Japón. Por lo tanto, los norteamericanos y los europeos tienen grandes intereses comunes, ya que un malestar económico a un lado del Atlántico se contagia rápidamente al otro lado.
Europa ha estado creciendo a la mitad de la velocidad de EEUU durante las últimas dos décadas, lo cual no es bueno ni para uno ni para otro. Pero dentro de Europa hay grandes disparidades en el crecimiento. Francia, Alemania e Italia apenas si han crecido, mientras que a Irlanda, España, el Reino Unido y los nuevos miembros ex comunistas les va mucho mejor. Esa creciente disparidad aumenta las tensiones entre los 25 países miembros de la UE, lo que puede afectar al euro, la moneda de 12 países europeos.
El plomero o fontanero polaco personaliza la actual división filosófica en Europa. Francia prácticamente ha cerrado sus puertas a los ciudadanos de los nuevos miembros de la UE, negándoles permisos para trabajar, bajo la equivocada teoría de que esa gente muy motivada quitará el trabajo a los franceses. El Reino Unido, Irlanda, Suecia y otros países han tomado la ruta opuesta, dando la bienvenida a nuevos trabajadores polacos, lituanos, eslovacos, etcétera, porque entienden que, mientras más gente trabaja productivamente, más riqueza se crea y, por lo tanto, hay más fuentes de empleo. El resultado es que el Reino Unido tiene una tasa de desempleo del 4,7%, a pesar de haber absorbido más de 200.000 trabajadores de Europa del Este en el último año, mientras que en Francia y Alemania es de más del 10%, gracias a sus políticas laborales restrictivas.
Europa también está dividida en política comercial. Mientras que varias naciones europeas comprenden que un comercio más libre conduce a precios más bajos y a un nivel de vida más alto, Francia y otros se resisten. En días pasados, Francia vetó una reducción de subsidios agrícolas, mientras hablan mucho de ayuda a los países pobres. Esa es una gran hipocresía, ya que la mejor ayuda que se puede dar a los países pobres es comprarles sus productos, muchos de los cuales son agrícolas. Pero los franceses dijeron "non" otra vez.
Los países europeos que están creciendo saben que los impuestos elevados, sobre todo sobre el capital y la mano de obra, reducen los incentivos y conducen al estancamiento económico. Países como Francia y Alemania, que temen a la competencia en impuestos, insisten en armonizar los sistemas, lo cual no es otra cosa que implantar un cártel impositivo. El resultado de esta lucha europea determinará si Europa sigue siendo una de las dos grandes economías del mundo o si es alcanzada y dejada atrás por China y otros países asiáticos.
De América Latina ni hablemos, porque en general se siguen las mismas políticas que han fracasado en Europa y en el resto del mundo.
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