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CRÓNICAS COSMOPOLITAS

¡Estamos hartos de Cuba!

Se habrá entendido, supongo, que estoy, estamos hartos de la Cuba socialista, castrista; de la tiranía caribeña que, de forma totalmente vergonzosa para la democracia, aún perdura, sin que nadie se haya atrevido a nada para destruirla.

Se habrá entendido, supongo, que estoy, estamos hartos de la Cuba socialista, castrista; de la tiranía caribeña que, de forma totalmente vergonzosa para la democracia, aún perdura, sin que nadie se haya atrevido a nada para destruirla.
Fidel Castro.
Me refiero, pues, al castrismo, y no a la playa de Varadero, o al casco viejo y colonial de La Habana, tan bello y tan venido a menos, o a los escritores cubanos. (Por cierto, soy de los que creen que en la Isla hubo más artistas verdaderos por kilómetro cuadrado que en cualquier otro país de las Américas). A propósito: jamás pisé Cuba; y cuando, en una lejana ocasión, mi nombre apareció en la lista de invitados a uno de esos guateques de intelectuales que organizaba antaño la dictadura, alguien lo borró, por considerarme de poco fiar. Debió de ser cualquier Pradera de turno, o el hermano de mi hermana; de todas formas, en aquel momento –y no estoy seguro de haber aceptado la invitación– ya estaba de vuelta.
 
Cuba, Castro, la guerrilla, la revolución, han tenido cierta influencia en mi vida. Un año y pico antes de la victoria de los barbudos (1959), en casa de los Lobo (Rue des Volontaires), Benigno, no el Benigno (Alarcón Ramírez, Dariel) que fue compañero del Che –y que también está de vuelta; pero después de haber matado... ¿a cuántos?– y publicó sus memorias en Tusquets, sino Benigno Rodríguez, comunista ortodoxo o estalinista que impuso el PCE a Juan Negrín como secretario, para mejor espiarle, en nuestra guerra civil; este Benigno, digo, me decía en casa de los Lobo que, en Sierra Maestra, Fidel Castro y los suyos eran agentes de la CIA; y lo argumentaba con esa dialéctica de la mentira tan frecuente, tan eficaz y tan difundida entre los responsables comunistas: la CIA estaba conspirando contra Batista porque éste ya no defendía lo suficiente los intereses económicos de los USA en la Isla.
 
Jorge Semprún.Como a veces ocurre, ese aquelarre no era rotundamente falso (los USA ayudaron a Castro), aunque las razones invocadas por Benigno en casa de los Lobo, y en presencia, tal vez, de Pepe Bergamín, sí lo fueran.
 
Más tarde, en casa de mi hermano Paco, recuerdo una muy violenta discusión entre Jorge y yo. Yo decía que la URSS había sofocado la revolución cubana, mientras él afirmaba que la URSS había salvado a la revolución cubana del imperialismo yanqui. Furibundo, se levantó y me provocó a una pelea a puñetazos, y Colette y Monique se echaron a llorar histéricamente. (Nina, no. Nina es una dama de hierro, y no llora así como así). Pero Paco, el magnífico y difunto hermano Paco, dijo que estábamos en su casa, que los puñetazos en la calle y, sobre todo, que estábamos haciendo el ridículo.
 
Claro, yo me equivocaba rotundamente, pero fue una equivocación compartida por bastantes: lo que pensaba era que la URSS había sofocado lo que la revolución cubana tenía de diferente, de original y hasta de democrático. Mera ilusión, error total. Jorge, como buen comunista estalinista, decía lo mismo que Benigno: la revolución, la única, es la comunista, y el comunismo es la URSS; lo demás son provocaciones fascistas, y la URSS había salvado a Cuba porque la había "sovietizado".
 
Recuerdos personales al margen, ese régimen de mierda sigue existiendo, sin que nadie se haya atrevido realmente a hacer algo para liberar la Isla. Lo de Bahía de Cochinos fue una operación tan mal concebida y realizada, con tan pocos medios y resultados, que cabe preguntarse si no fue una provocación contra el presidente Kennedy, para reforzar a Castro. Como los famosos GAL en España, que reforzaron a ETA.
 
Se me dirá que un español antifranquista como yo debe reconocer que Franco murió en la cama, y que sólo después vinieron los cambios. Es totalmente cierto, pero pienso que no se pueden comparar las dos situaciones, porque en España hubo una evolución notable durante el franquismo que no se ve en Cuba.
 
Franco, en una portada de TIME de 1966 que lleva por título ESPAÑA MIRA AL FUTURO.Para dar sólo dos ejemplos, pero importantes, diré que en España el desarrollo económico, sobre todo a partir del "Gobierno de los López", o "del Opus", prácticamente liquidó el social-falangismo burocrático; hasta se habló de "milagro económico español". En cuanto a las cuestiones de libertad de expresión y edición, tampoco se puede comparar. Yo dirigí la colección Acracia de Tusquets (por cierto, ¿se sabe algo de ellos?) antes de que muriera Franco; y nadie podrá calificar de políticamente correcta con el franquismo dicha colección. Además, pululaban como los famosos galgos de Soria ediciones, nuevas traducciones, etcétera, de libros marxistas y comunistas, como recordaba recientemente Federico, a propósito de los "históricos" libros de Tuñón de Lara.
 
Nada de lo anterior ocurre en Cuba: la penuria, el estraperlo y la tiranía caribo-comunista perduran, y nadie hace nada serio para cambiar las cosas; como si todo el mundo tuviera miedo a esa diminuta isla, a su régimen policial y a su tirano moribundo.
 
Cuba es una vergüenza para la democracia occidental, y sobre todo para los Estados Unidos, cuya última intervención visible fue obedecer a Castro, raptar al niño Elián y devolverlo a la Isla. Cuba constituye la prueba más evidente de la incapacidad de las democracias para luchar contra las tiranías.
 
¡Estamos hartos de Cuba, y esperamos, sin ilusiones, la revolución!
 
P. S.: En Francia ha surgido una nueva polémica en torno a la figura de Ernesto Guevara, con motivo del aniversario de su muerte... y de la publicación del libro de Jacobo Machover La face cachée du Che ("La cara oculta del Che"), en el que Jacobo demuestra lo que se sabía hace siglos pero aún no aceptan tantos: que el Che fue un asesino al por mayor y no un nuevo Jesucristo, como declaró el minusválido de Regis Debray.
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