Todas estas malas noticias se han reflejado en una notable volatilidad en los mercados financieros y cambiarios. La tasa de rendimiento de los bonos a 10 años del Tesoro estadounidense se situó por debajo de 1,60%, la tasa más baja de la historia. La de los españoles está prácticamente en el 7%, lo que representa una prima de más de 500 puntos por encima de la de los alemanes. En este contexto internacional, el tipo de cambio del peso mexicano frente al dólar estadounidense se acercó a las 15 unidades.
¿Está la economía mexicana blindada ante las turbulencias internacionales, tal como se ha afirmado en estos últimos días? Pues depende de las variables que analicemos.
Dada la situación de las finanzas públicas, el monto de las reservas del Banco de México y la solidez de la banca, se podría afirmar que, efectivamente, la economía está blindada, y que la devaluación del tipo de cambio es únicamente un fenómeno transitorio, de manera que si la situación en Europa mejorase, particularmente si hubiera un indicio claro de que la banca española se fortalecerá, cabría esperar una revaluación y que el tipo de cambio quedara por debajo de los 14 pesos por dólar.
Donde no estamos blindados es en lo relacionado con la desaceleración de la economía estadounidense. Un estancamiento del sector manufacturero del país vecino o, peor aún, una caída en tal sector se reflejaría inmediatamente en una menor actividad en nuestra propia industria manufacturera, lo que se traduciría en una tasa inferior de crecimiento económico. El problema es que, en el corto plazo, realmente no hay nada que se pueda hacer, dada la alta correlación entre ambas economías. No hay margen de maniobra para instrumentar una política fiscal y monetaria contracíclica, porque eso sí nos metería en problemas.
Se afirma que las situaciones críticas deben ser aprovechadas para realizar cambios estructurales que fortalezcan la economía. Dado el actual contexto internacional, y aunque la crisis no alcance la magnitud que alcanzó en 2009, en México deberíamos estar trabajando en cambios estructurales que hagan de la nuestra una economía más flexible y sólida, una economía capaz de poder afrontar a un menor coste los choques externos y que además pueda explotar su potencial de crecimiento.
Se debería estar trabajando, pero esto no es más que un deseo. Dado el entorno político nacional, a menos de un mes de las elecciones federales, simplemente no se dan las condiciones para acometer los cambios necesarios. Y después de las elecciones... pues tampoco.
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ISAAC KATZ, catedrático del Instituto Autónomo de México.