La TVE debería haber entrevistado a los familiares de Priklopil del mismo modo en que lo hizo con padres de terroristas suicidas, recabando sus motivaciones y condoliéndose por el ambiente de opresión que llevó a los asesinos hasta la fechoría.
Los amigos de Wolfgang concedieron que el crimen de un suicida pedófilo es más grave que el de un islamista que hace volar en mil pedazos a niños y adolescentes en pizzerías y ómnibus, pero objetaron que se abuse de las diferencias entre violador y volador para condenar a Priklopil y condonar a los shahids que en los últimos años asesinaron a centenares de hebreos sin generar inequívoca repelencia en los medios de difusión.
En el transcurso de la conferencia de prensa –que no por inexistente dejó de ser reveladora–, los Priklopil manifestaron su indignación por que antes de censurar al secuestrador no se hubieran evaluado sus motivos. Citaron a tal efecto pruebas de que la infancia del mártir Wolfgang fue triste, y que "su reacción extrema fue consecuencia de ocupación" (era técnico en comunicaciones, así que resulta irrefutable que no estaba desempleado).
Muy distinto fue el caso de Abed Hassouneh, de la ciudad de Naplusa, activo en la banda de Arafat, que se había comprometido en los acuerdos de Oslo (13-9-93) a poner fin al terrorismo. Abed no secuestró a una niña: se infiltró armado en su decimosegundo cumpleaños, que se festejaba en la ciudad israelí de Hadera (18-1-02), y abrió fuego de metralla contra los comensales. Seis fueron muertos, y decenas heridos. Los Priklopil se preguntan el porqué de la simpatía mediática para con Arafat y Hassouneh, y si acaso no tuviera que ver con que después de la matanza estallaron bailes de algarabía callejera en varias ciudades palestinas, e interrumpir a los jubilosos habría violado la sensibilidad del mundo islámico. Aunque las violaciones no son todas iguales, opinaron.
La judeidad de algunas víctimas logró una y otra vez que criminales de la peor calaña y sus apólogos se transformaran en estrellas televisivas en Europa por el hecho de que se suicidaran. Cabe la pregunta de quién se suicidaba más, si tenemos en cuenta que en los regímenes dispensados no hay libertad de expresión.
Medidas que tomarán en su defensa
Los Priklopil planean querellarse contra los medios en la Corte Internacional de La Haya, porque recuerdan que ésta no condenó los atentados contra Israel sino la cerca con que este país se defendió de los mismos, y en su arrogancia terminó por vencerlos.
Asimismo ventilarán su caso en la ONU, a cuyas petromayorías jamás preocupa la misoginia rampante del islamismo, por ello sabrán entender que en torno de este caso es inaceptable presentar como víctima a la joven Natascha Kampusch.
Además de haber mantenido una relación sin casarse, lo que en los regímenes mahometanos es causa de la pena de muerte "por honor familiar", hay que tener en cuenta el agravante de que su familia goza de un buen pasar. En un mundo donde existen indigentes, la indiferencia ante éstos debería considerarse la verdadera causa que genera el ciclo de violencia que incluye el encierro y muerte de niñas.
La familia del suicida se pondrá en contacto con la de su par Abdel Basset Odeh, militante del Hamás de la ciudad palestina de Tulkarem. Las inclinaciones de Wolfgang y la aquiescencia de los medios ante Abdel permiten juntarlos bajo la categoría de "activistas".
Les preguntarán cómo evitaron que la difamación contra Wolfgang se perpetrara contra Abdel después de que se suicidara (27-3-02) en el hotel Park de la ciudad costera de Natania, asesinando a 30 personas e hiriendo a 140 (más de 20 de ellas para toda la vida). Y recibirán como respuesta que también Natascha sufrirá para siempre las consecuencias de su secuestro y violación, por lo que habría que rechazar la paranoia judía de presentarse como víctimas, cuando no son las únicas.
En el comunicado de las familias se elogiará la valiente actitud, durante el reciente enfrentamiento en el Líbano, del Ministerio de RREE español, que criticó la actitud unilateral de Israel. Se pide en la versión preliminar del texto una censura a la unilateralidad, tanto de quienes critican a Wolfgang como de la propia Natasha, que huyó unilateralmente mientras Wolfgang no encontraba más salida a su ocupación que arrojarse a las vías del tren.
Contra su arrojo se enquistaron los medios en lugar de glorificarlo, como habían procedido ante el de Hanadi Jaradat cuando ingresó en el restaurante Maxim's de Haifa (4-10-03), asesinó a 29 comensales y dejó heridos a más de 50 –algunos de ellos lisiados de por vida–, y logró que su suicidio fuera homenajeado por el museo nacional sueco.
Los Priklopil están dispuestos a financiar homenajes en museos, y destacaron que la propia Natascha colocó un ramo de flores en la tumba de su secuestrador. Este gesto debería blanquear su memoria como se blanquea la de los terroristas árabes cuando algunas de sus víctimas les arrojan flores, como Ilán Pappe y algunos israelíes cuyo odio por Israel los hace populares entre los progres y otros autistas.
Ante tanta violencia, ha llegado la hora de pedir perdón.
Así lo han expresado (14-9-06) el kuwaití Hakem al Mutairi, el turco Alí Bardakoglu y los parlamentos egipcio y paquistaní, que demandaron de Benedicto XVI que pidiera disculpas por haber declarado en la Universidad de Regensburg (12-9-06) que está mal matar en nombre de la religión, y otras ofensas parecidas contra la sensibilidad de los islamistas.
Los demandantes calificaron al Papa de "provocador, hostil, prejuicioso, viciado, presuntuoso y arrogante, con el poder económico de Occidente detrás, calumniador del profeta y del Islam". Y para que su reacción no se limitara a la mera crítica constructiva, unos islamistas desmintieron la calumnia papal de que son violentos arrojando bombas a iglesias en Naplusa, detalle que no despertó repulsa alguna.
Por suerte, el padre Federico Lombarda se apresuró a replicar desde el Vaticano la moderada reconvención insistiendo en que quiere "cultivar una actitud de respeto y diálogo hacia las otras religiones y culturas, y evidentemente también hacia el Islam". Pero no es suficiente para cicatrizar las sensibilidades heridas.
Dolidos también están los Priklopil por este ciclo de violencia, y probablemente exijan disculpas. Como debe reclamarlas el régimen de los ayatolás cuando se hiere su sensibilidad indicándole que detenga su proyecto de exterminar a Israel.
GUSTAVO D. PEREDNIK es autor, entre otras obras, de La Judeofobia (Flor del Viento), España descarrilada (Inédita Ediciones) y Grandes pensadores judíos (Universidad ORT de Uruguay).