Engalanaba la mesa también el cabecilla del FPLP (Frente Popular para la Liberación de Palestina), que, como los mencionados (incluida la tiranía genocida de los Asad que ocupa Siria), en ningún momento terciaron su oposición a todo acuerdo de paz. Por ello en 1993 la caterva se distanció incluso de Arafat, aun cuando éste no renunció jamás a matar niños judíos para hacer más convincentes sus argumentos negociadores.
Pero Abbas no pierde esperanzas, y convocó a los comensales a unirse a su Gobierno, gesto que fue previsiblemente respondido con una rotunda negativa (los islamistas aceptarán unirse sólo al que se les someta). Los reunidos con Abbas forman parte de la maquinaria de la muerte que, carente de todo plan de construir (siquiera un Estado palestino), se contenta con destruir el progreso circundante, contra el que no puede competir.
La enfermedad suicida de Occidente actual consiste en "saciarlos" (acrónimo de "seducirlos, apaciguarlos, concederles, involucrarlos, alegrarles, razonar con ellos") sin reparar en que el totalitarismo es literalmente insaciable.
Una y otra vez los suicidas vocacionales nos explican que si las fuerzas del mal son arrastradas al marco democrático terminarán adaptándose a él. Cuando Hitler asumió como canciller (30-1-33) juró solemnemente lo que sigue: "Emplear mi fuerza para el bienestar del pueblo alemán, proteger la Constitución y las leyes y conducirme con justicia para todos".
Entre los que aplaudieron se encontraba el vicecanciller Franz von Papen –uno de los ocho no nazis en un Gabinete de once–, muy seguro de que las riendas del Gobierno permanecían en sus manos y de que el Führer acababa de ser sagazmente neutralizado. "En dos meses, tanto habremos empujado a Hitler contra el rincón que crujirá", declaró socarronamente.
Quizás Abú Mazen supone que hará crujir al Hamás y otras raleas, las que en Ramala ya habían rechazado su invitación de sumarse al cuerpo político (30-6-05) porque intuyen que, para ello, en alguna etapa deberán dejar las armas.
Abbas también ofreció a Faruk Kaddoumi (30-6-05), el jefe de la OLP, que deje su exilio tunecino (adonde había ido a parar con Arafat cuando Israel los expulsó de sus actividades terroristas en el Líbano, 1-9-82) y acepte ser su viceprimer ministro. Kaddoumi es otro inveterado opositor a los acuerdos de Oslo (13-9-93), y rechaza toda "solución" que no incluya la destrucción de los judíos. En la televisión iraní declaró (29-11-04) que un Estado palestino será "un estadio en el camino a la desaparición de Israel", reafirmando así el programa de la OLP de 1974 de destruir el Estado hebreo por etapas. Kaddoumi fundamentó su certeza en que "hay 300 millones de árabes, mientras Israel tiene sólo el mar detrás".
Para entender la política de Abú Mazen podemos sugerir tres posibles escenarios, y sus variantes intermedias.
La tercera es troyana
A) Que su habilidad política es gigantesca. Ha conseguido poner en marcha la metamorfosis de grupos terroristas en partidos políticos, que ulteriormente se integrarán en una naciente democracia palestina, que se sumará a las recién nacidas de Irak y Líbano en un nuevo Medio Oriente.
B) Que su habilidad política es mediocre y prevé que, aun cuando no logrará "saciar" a las pandillas, éstas por ahora se sumarán al proceso con malas intenciones, pero después de algunos años de ejercicio democrático ya no podrán retroceder al terrorismo, aun si sus cabecillas se lo propusieran.
C) Que su habilidad política es irrelevante, porque en rigor Abú Mazen es la versión culta de Arafat. Lo que viene explicando a las bandas es que vale una breve tregua para exprimir a Israel tanto como sea posible, para después reiniciar todos juntos el terror y dar el golpe final para "liberar Palestina" de todo rastro judío.
Mientras en Europa se consolida la imagen de que el nuevo liderazgo palestino encamina su pueblo a la paz, los grupos terroristas mantienen intactos sus arsenales y de tanto en tanto advierten de que están a la espera de la ocasión propicia. El Hamás indica en su sitio web que los morteros con que bombardean desde Gaza están listos para aterrorizar a todo Israel, ya que median menos de diez kilómetros entre Kalkilia y Tel Aviv, o Tulkarem y Natania.
El Centro Israelí de Información sobre Terrorismo anunció que durante el pasado junio hubo más de 800 ataques palestinos, la cantidad más elevada en cinco meses. La mayoría fueron cometidos por las Brigadas de Al Aqsa, que son parte del establishment de Abú Mazen.
Si la estrategia de éste fuera la tenebrosa tercera opción sería un remedo de una que definiera en un diario egipcio (24-6-01) uno de los palestinos más moderados, Faisal Huseini: los palestinos en ningún momento abandonarían la simultaneidad del terrorismo y la negociación política, porque esta última es el caballo troyano desde el que desmantelarían el Estado hebreo.
Por ello, quienes se resisten a la retirada unilateral de Gaza sostienen que ésta es "un nuevo experimento en la carne de los israelíes", después de que el "experimento de Oslo" (que consistió en importar a Arafat y armar a su morralla) resultara en más de mil judíos asesinados en discotecas y autobuses.
Europa parece despertarse paulatinamente de sus deseos de "saciar", y los trágicos atentados en Londres se concatenan en la serie de sacudones al respecto. Pero el letargo se demora. En un reunión del Gabinete israelí (3-7-05), el ministro de Exteriores, Silván Shalom, confirmó que la Unión Europea está promoviendo las negociaciones con Hamás.
Llegará el momento en que los europeos se preguntarán cómo es compatible la repelencia ante los atentados en Madrid y Londres con la "comprensión" ante los de Tel Aviv y Jerusalén.
Debería preguntárselo especialmente Ken el Rojo, como es denominado Kenneth Livingstone, el alcalde de Londres, quien siempre considera que el gran agresor del Medio Oriente es Israel.
Como le ocurrió a su más célebre homónimo, misionero escocés cerca del lago Tanganica (10-11-1871), nos acercaremos a la Europa civilizadora y ciega ante nuestro sufrimiento y le susurraremos: "¿Dr. Livingstone, supongo? Soy su hermano, Israel".
Gustavo D. Perednik es autor, entre otras obras, de La Judeofobia (Flor del Viento), España descarrilada (Inédita Ediciones) y Grandes pensadores judíos (Universidad ORT de Uruguay).