El mayor éxito del verano televisivo chino, Super Girl, una especie de Operación Triunfo, finalizó tras varias semanas en antena. El concurso se ha convertido en uno de los programas más vistos de la televisión en los últimos años, y el esperado final tuvo a más de 400 millones de espectadores frente a las pantallas. Sin embargo, no son las espectaculares cifras de audiencia, la calidad de los participantes o la progresiva occidentalización de China lo que hace a Super Girl importante.
Este espacio será recordado por cómo Li Yuchun, una estudiante de música de la provincia de Sechuán, se hizo con la victoria. Al contrario del primer ministro o de cualquier cargo del Partido Comunista, Li Yuchun fue elegida por los ciudadanos chinos, por ocho millones de votos. Los votos fueron emitidos por SMS, y habrían sido muchos más si no fuera por el caro hecho de que votar costaba casi medio euro.
Es llamativo que el debate en China se centre ahora en criticar el concurso, quizás por el inesperado éxito del método de selección. Se habla de que Super Girl es demasiado "occidental", de que si Li Yuchun es demasiado joven, o poco atractiva; de que si es una chica de provincias, demasiado diferente del arquetipo de la mujer tradicional, o de que si hubo fraude en la votación. El periódico China Daily, por supuesto del régimen, se preguntaba "cómo es posible que se elija a la peor candidata", y sostenía que el resultado era "un ejemplo de que la democracia no servía para elegir al mejor". De hecho, hay rumores que apuntan a que el año que viene no habrá concurso.
El capitalismo y la libertad de mercado llegaron hace ya más de una década, primero como una apertura de los mercados interiores a ciertos productos extranjeros y luego como una forma de atraer capitales e inversión extranjera. Las reformas económicas han hecho que China comience a tener una creciente influencia económica en el exterior, pero todavía más importante es que la economía de mercado ha creado una incipiente clase media.
La libertad de elección en un mercado no sólo implica una mayor eficiencia en la asignación de los recursos y las necesidades, también reconoce una autonomía del individuo y una capacidad de elección personal que emana de una libertad de acción. Es la nueva clase media china la que no se conforma con limitar su libertad a elegir entre tres o cuatro marcas de refrescos o de ropa, sino que va mucho más allá y comienza a apreciar la libertad como valor y a reflejarse en una opinión pública cada vez más fuerte.
El capitalismo en China no ha sido una consecuencia de la libertad individual, sino una causa en el cambio de mentalidad de la sociedad, del que tan sólo estamos atisbando el principio. El Gobierno intenta, por supuesto, mantener su posición de poder, al igual que la oligarquía ateniense se opuso en su momento a las reformas democráticas. En particular, se ha esmerado en vigilar y controlar los flujos de información necesarios en una sociedad libre mediante un asfixiante control de los medios de comunicación, así como la actividad religiosa, para evitar una brecha en la opinión pública. Internet es además una fuente de quebraderos de cabeza para los oficiales del partido. Recientemente Pekín ha impuesto durísimas restricciones a los proveedores de internet para vetar ciertas páginas, como Epoch Times, donde se encuentran disidentes en el exterior.
Internet y las empresas occidentales han sido fundamentales en el cambio de mentalidad, al crear empleo estable, un régimen de creciente libertad económica y un modelo, el occidental, en el que los chinos pueden ver reflejados valores como la libertad o el Estado de Derecho. Sin embargo, es triste que algunas empresas y gobiernos occidentales sacrifiquen principios y códigos éticos que defienden la libertad en aras de sus hojas de resultados.
Recientemente se ha visto esto, cuando Yahoo infringió su propio código profesional al desvelar datos que sirvieron para localizar y encarcelar al disidente Shi Tao. Yahoo había obtenido el visto bueno de Pekín para adquirir por mil millones de dólares un portal comercial chino. ¿Mera coincidencia? Las críticas se han extendido a Google o a MSN, por eliminar contenidos no autorizados de sus búsquedas. De hecho, MSN ha eliminado palabras como "libertad" o "democracia" en sus páginas.
Al final es siempre lo mismo, negar al ciudadano la capaz de decidir, a excepción de en unos determinados y mínimos asuntos. La democracia no es simplemente mandar mensajes de texto para elegir en concursos, ni comprar cada vez más con tarjeta de crédito. La democracia es el derecho a gobernarse a sí mismo, y es una consecuencia de un régimen de libertad que legitima una decisión conjunta a partir de decisiones individuales.