Por doquier, se nos inundó con explicaciones y justificaciones, en las que se nos afirmaba que Hamas no había ganado por ser una organización terrorista que pretende convertir Israel en nuevo Auschwitz, sino porque es una organización caritativa que se ocupa muy bien de las desgraciadas poblaciones, abandonadas por el Fatah, partido ineficaz y totalmente corrupto.
Notemos que el Fatah, que gobernaba la Autoridad Palestina, sus fuerzas de seguridad, su economía (o más bien su ausencia), etcétera, no sólo estaba totalmente subvencionado por Occidente y ciertos países árabes, sino que era asimismo diariamente ensalzado políticamente, coronado de flores, ya lo presidiera Arafat o Abbas, mostrado como ejemplo democrático y pacífico, frente al energúmeno Sharon; y apenas los fusiles de Hamas indican la dirección que deben tomar los votos y gana, claro, el Fatah se convierte ipso facto en caca corrupta. Vuestras convicciones se saldan deprisa y barato, señoritos de la progresía...
Es cierto que muchos países musulmanes, en primer lugar Arabia Saudí, pero también Irán y otros, subvencionan las organizaciones terroristas islámicas, y no sólo las palestinas. Hamas y la Yihad Islámica también reciben abundantes subvenciones de esos países. ¿Qué hacen con ese dinero, aparte comprar armas y explosivos para todos, hasta los niños? Pues han montado una red de escuelas coránicas, distribuyen limosnas a las viudas y huérfanos de los "guerreros", de los asesinos suicidas y de demás locos de Alá, y hasta puede que en algunos casos "den de comer a hambrientos".
Bueno, ¿y qué? Las escuelas coránicas no son escuelas, son centros de adoctrinamiento embrutecedor que enseñan dos cosas: el Corán, que los alumnos aprenden entero y de memoria, y el aprendizaje para "mártir", o asesino suicida. Y esto es lo que en Occidente algunos consideran una actividad humanitaria y caritativa. Señalaré, por otra parte, que todos los movimientos totalitarios y terroristas han desarrollado, paralelamente, actividades de ayuda y socorro. Por los años 30, los nazis no se hicieron tan populares en Alemania –y fuera– únicamente por su ideología ultranacionalista, guerrera y racista, también porque liquidaron rápidamente el paro y la inflación, que eran gigantescos. Los partidos comunistas, en el mundo entero, no fueron sólo organizaciones de combate ultrajerarquizadas y fanáticas, con disciplina militar, también tenían sus Socorros Rojos, y sus sindicatos, exigiendo perpetuos aumentos de salario.
Podría multiplicar los ejemplos, pero me limitaré a uno, bastante folclórico: los papanatas de la Administración Carter, cuando éste pasmado era presidente, ayudaron a los terroristas maoístas de Sendero Luminoso, sin siquiera darse cuenta, porque subvencionaban a las organizaciones caritativas, que en los barrios "ayudaban a los pobres", con la mano derecha, mientras que, con la izquierda, servían al Sendero Luminoso, que los dirigía y utilizaba.
La reacción oficial de la "comunidad internacional" a la victoria de los fusiles en Palestina se presenta a sí misma como firme y sensata: continuará apoyando y subvencionando a la Autoridad Palestina, a condición de que Hamas, que lógicamente formará el próximo Gobierno, reconozca a Israel y "deposite las armas". Esto es como pedir peras al olmo, y lo sabe todo el mundo.
Pero las organizaciones totalitarias islámicas no tienen sólo dos caras y dos lenguajes: la "guerra santa" y la ayuda a los suyos; tienen, desde siempre, un tercer fundamento: la mentira. Arafat y sus secuaces organizaban, y a la vez "condenaban", los atentados contra Israel, de la misma manera Hamas, para formar gobierno y seguir recibiendo la ayuda internacional, puede perfectamente, como hizo Arafat, "renunciar" en su programa a la destrucción de Israel, y promover las intifadas y el terrorismo para lograrlo.
Ante las primeras reacciones internacionales, varios dirigentes de Hamas se han repartido los papeles: uno declara que jamás se someterán al chantaje económico ni a las amenazas militares, pero otro indica que no se trata de la destrucción de Israel, sino de que los invasores judíos cesen en su ocupación y devuelvan los territorios que ocupan ilegalmente, y como para la inmensa mayoría de los musulmanes todo Israel, todo, Gaza, Cisjordania, cada metro cuadrado de la región, todo es tierra islámica, la "destrucción de Israel" se convierte en "desaparición de Israel "; su evacuación, por las buenas o por las malas, de los "territorios ocupados", o sea de la totalidad de esas tierras, que, dicho sea de paso, son judías desde hace más de tres mil años. Es la manera diplomática de decir: "Los judíos, al mar o a la hoguera".
Pero muchas cancillerías occidentales se contentarán con una declaración embustera sobre la no destrucción de Israel, considerando que todo el resto es negociable: hasta dónde deben retirarse los israelíes, qué concesiones deben hacer a las justas reivindicaciones palestinas, etcétera. Volvemos a la situación de antes y de siempre, pero en peores condiciones, porque Hamas es peor. (En esta ocasión nos enteramos, estupefactos, al menos yo, de que Israel también subvencionaba a la Autoridad Palestina, y de que ahora estudia, en caso de que Hamas forme gobierno, reducir o incluso suprimir dichas subvenciones, lo cual se justifica plenamente: ¡no van a subvencionar a sus asesinos! Pero, claro, indigna a El País).
Es imposible desligar esta victoria de los fusiles que ha impuesto Hamas en las elecciones palestinas de la ofensiva generalizada del islam radical y terrorista en el mundo entero. Numerosos beaux esprits nos dicen y repiten que el renacimiento del islam radical y su "guerra santa" se debe a la política criminal del imperialismo yanqui, y concretamente a sus intervenciones militares en Afganistán e Irak. Notemos un matiz, porque algunos justifican la intervención en Afganistán y la condenan en Irak, sin querer darse cuenta de que se trata de la misma guerra contra el terrorismo. Pero todos están de acuerdo en afirmar que si el terrorismo se extiende es por culpa de los USA, y muy particularmente de George W. Bush.
Falso. Evidentemente, Afganistán y, sobre todo, Irak constituyen episodios sangrientos en esta guerra, pero el islam radical declaró la "guerra santa contra los judíos y los infieles" mucho antes. Hace decenios que en el mundo arabomusulmán los fermentos ideológicos del fanatismo, del retorno a "la pureza coránica", los anhelos de reconquista por las armas, se han puesto en marcha. Se podrá discutir hasta el infinito por qué ha ocurrido cuando ha ocurrido y no antes, o después; me limitaré a constatar lo que ocurre y a señalar algunos jalones de esta guerra contra Occidente anteriores a los atentados del 11 de Septiembre, que constituye una fecha importante en esa contienda.
La revolución islamista de Jomeini en Irán, saludada como "liberadora" por la izquierda europea, inicia desde luego una nueva etapa, pero paralelamente movimientos como los Hermanos Musulmanes crecen y se desarrollan, asesinan a Anuar el Sadat en Egipto, a Indira Ganhi en la India, y son cada vez más fuertes; la tremenda guerra civil en Argelia, que aún no ha concluido, pese a un armisticio y a las amplias concesiones a los islamistas por parte de Buteflika y su Gobierno; el rotundo fracaso del nacionalsocialismo árabe, convertido al islam radical; la aparición de Al Qaeda, organización terrorista internacional y millonaria; los consiguientes atentados en Europa, como en Indonesia y muchos otros países, incluyendo la intifada reciente en Francia, nuevo rostro en Europa de la ofensiva islámica; y para terminar este artículo, no la historia del terrorismo, que está en sus albores, el triunfo de Hamas y la nueva y tan parecida revolución islámica en Irán, pero esta vez con la tremenda amenaza de las armas nucleares.