A sabiendas de que las obras dramáticas, y literarias en general, son a menudo ambiguas, y cada lector saca su propia interpretación, y hasta las más estrafalarias, afirmé que ese borreguismo que contamina las mentes, denunciado por Ionesco, puede compararse con el nazismo o el comunismo, pero no con los USA, donde se expresan las más variopintas opiniones, las más tajantes polémicas, y sería ridículo hablar de pensamiento único.
Pues esta sectaria exageración es casi un cumplido comparada con lo que están aullando los medios galos contra Bush, con motivo del huracán Katrina. No recordaré los hechos, de sobra conocidos, la violencia del vendaval, los destrozos, las inundaciones, la caótica evacuación de Nueva Orleáns arrasada, pero, y por si no lo sabían, todo ello es culpa de Bush, debido a su criminal "ocupación" de Irak.
Algunos se pasan de listos y sentencian que si no tiene la política yanqui en Irak directamente la culpa, indirectamente sí, porque todos los recursos del país están volcados en esa guerra. Con alevosía y fruición relatan el sinfín de desastres que esperan a los USA por culpa de Katrina y de Bush: la economía por los suelos, el precio del petróleo por los cielos, Nueva Orleáns borrada del mapa y la carrera política de Bush gravemente comprometida, olvidándose de que, elegido dos veces presidente, Bush no puede presentarse una tercera, así lo precisa la Constitución. Olvidándose también de que frente a esas catástrofes naturales quienes están en primera línea son los gobernadores, y el Estado federal sólo actúa después, en casos de emergencia, como éstos, cuando la violencia del huracán sorprende a todo el mundo.
Muy rápidos y ufanos criticando, sin ton ni son, a Bush, los políticos y los medios franceses deberían empezar por barrer delante de su puerta, como en este caso de los incendios de tugurios parisinos. No han hecho ni hacen nada para resolver el problema de las viviendas insalubres y peligrosas, pero todos se aprovechan para insultar al vecino: el consejo municipal contra el Gobierno, el Gobierno contra el consejo municipal, la izquierda contra la derecha, todos contra todos. Lo único concreto ha sido la evacuación por la policía de las casa-tugurios consideradas, desde hace años, como peligrosas, evacuación ordenada por el ministro de Interior, Sarkozy. En muchos casos los habitantes, y los "ocupas", africanos en su inmensa mayoría, se han resistido a puñetazo limpio, negándose ir a los hotelitos previstos como alojamientos provisionales, prefiriendo dormir en la calle. Es probable que varios de ellos estén en situación irregular, y lógicamente temen que si se dejan atrapar por las fauces administrativas su destino final sea la cárcel o la expulsión del país.