No era fácil creer que semejante reunión, que incluía a países como el virreinato de Fidel Castro, subvencionado y sostenido por la URSS, fuera independiente del bloque comunista. De hecho, a fines de los años 80 y principios de los 90 el NOAL entró en una crisis de identidad, al derrumbarse el campo comunista dirigido desde el Kremlin. Y lo cierto es que durante las décadas de los 60 y 70 desempeñó un papel importante apoyando la "liberación de los pueblos", es decir, ayudando a cuanto movimiento izquierdista rondaba por el mundo.
La elección de Cuba a la presidencia del NOAL para los próximos tres años refuerza el viejo perfil del grupo. Así, La Habana no sólo fue sede de la 14ª cumbre del movimiento, realizada entre el 11 y el 16 de septiembre, sino que pretende convertirse en su sede permanente, como era Moscú, con un objetivo prioritario: revitalizar el movimiento.
De los 116 miembros del NOAL, ahora 118 con la incorporación de Haití y Saint Kitts y Nevis, acudieron más de 50 mandatarios, además de dirigentes de organismos, como el secretario general de la ONU. Otros 11 países participaron como observadores, y 34 como invitados. En paralelo se celebró la I Cumbre de Países en Desarrollo Sin Litoral, y una reunión del Grupo de los 15. Según los organizadores, más de 3.000 invitados asistieron a la cumbre. Lo que no dicen es que todos estos burócratas que viajan como príncipes son solventados, por vía impositiva, por sus empobrecidos conciudadanos.
Se tocaron temas como la situación del Medio Oriente, sobre todo del Líbano, además de las "amenazas de Washington a Irán y Venezuela y los planes norteamericanos" contra Cuba. Se habló de enfrentar las políticas "hegemónicas" estadounidenses, de abogar por un comercio "más justo en un mundo globalizado" (léase, más coacción estatal sobre el mercado) y de problemas como las enfermedades y el analfabetismo, que son graves en muchos de los países miembros.
La reunión del NOAL hizo hincapié en la cooperación Sur-Sur y respaldó el desarrollo del programa nuclear iraní, al punto de que el presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad, buscó apoyo en forma personal durante la cumbre. "El NOAL defiende el derecho de los países al desarrollo nuclear con fines pacíficos", dijo nada menos que el canciller de la violenta revolución castrocomunista cubana.
Participaron en la cumbre Hugo Chávez (Venezuela), Evo Morales (Bolivia), Alfredo Palacios (Ecuador), Martín Torrijos (Panamá), Leonel Fernández (República Dominicana), Pervez Musharraf (Pakistán) y Manmohan Singh (India), entre otros, así como representantes de Irán, Siria, Corea del Norte –considerados por Washington el "eje del mal"–, Bielorrusia, Birmania (Myanmar) y Zimbabue.
Es decir, fue una reunión donde prevalecieron los revolucionarios violentos, los dictadores y los tiranos. En tal ambiente, resulta difícil creer que el desarrollo nuclear será utilizado solamente con fines pacíficos. Si esa fuera realmente la intención, deberían dejar la energía atómica, o la que fuera, en manos del mercado y sus fines "comerciales" pacíficos, en lugar de en las de gobernantes violentos.
En Latinoamérica hay "amigos democráticos" que también se preparan. Seguro de la reelección, el equipo del presidente brasileño planea su política exterior. Según el asesor de Lula en temas internacionales, Marco Aurelio García, el nuevo Gobierno apoyará la renovación de la industria bélica en la región y verá con buenos ojos que se instale una fábrica de fusiles rusos en Venezuela. García estima que sería ideal para la región depender menos de proveedores externos.
El Gobierno argentino, por su parte, además de anunciar el relanzamiento de su plan nuclear, está buscando socios para reactivar Fabricaciones Militares, su antigua industria estatal de armamento. Y Venezuela, que en los últimos meses gastó 2.000 millones de dólares en armas, es vista como un cliente muy apetecible.
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