La sociedad civil ha dicho basta y ha embestido. Mubarak cayó, no sin antes cometer un fraude electoral mayúsculo, lo que quizás –paradojas de la vida– fue el detonante de su final. El estrafalario Gadafi, de momento, resiste. Veremos por cuánto tiempo y en qué condiciones queda Libia, sea cual sea el resultado final de la revuelta.
Mientras tanto, la comunidad internacional seria, esto es, aquella que apuesta por el Estado de Derecho, sigue sin saber muy bien cómo afrontar la situación. Gadafi ha hecho caso omiso a las advertencias y ha acusado a Al Qaeda de estar detrás de las protestas, que realmente está protagonizando un pueblo que carece de medios para la lucha armada y sólo cuenta con la fe en sí mismo para derrotar al tirano.
En cierta forma está siendo un levantamiento romántico; de ahí que el régimen se esté cebando en la represión. Sea cual sea el final, será complicado que las heridas cicatricen a corto y medio plazo.
En cuanto a la parte folclórica de la comunidad internacional, esto es, la populista, dice tener la solución a los problemas. Ahí entra en juego el ínclito Hugo Chávez, quien fue uno de los valedores principales del dictador libio en los últimos meses, pues desde su punto de vista ambos estaban unidos frente al imperialismo...
La propuesta de "comisión de paz" defendida por el venezolano contó con el aval del gran dictador, aunque retirado, Fidel Castro. Éste sigue contemplando el mundo como si estuviéramos en plena Guerra Fría. Habla de la OTAN como si de una organización maléfica se tratara. Habla de expolio del petróleo libio y hace un ejercicio supino de cinismo cuando sostiene que el mundo occidental tiene miedo a la democracia en el norte de África. Lo dice él, que ha tenido a los cubanos tiranizados durante medio siglo.
Uno y otro, Chávez y Castro, hablan sin pudor de "evitar una guerra imperialista en Libia" sin mirar a sus respectivos países. No menos cínico es el punto de vista de esa organización fantasmagórica llamada ALBA, que da su apoyo y solidaridad al pueblo libio. Como diría un castizo, "a Dios rogando y con el mazo dando".
Esta ola democrática podría extenderse a lugares muy distantes del Medio Oriente y el norte de África. Buen indicio de ello es que Corea del Norte y China están tomando precauciones. Kim Jong Il trata a toda costa de mantener aislado su país; en cuanto a China, el gigante amarillo no está pasando por sus mejores momentos en el plano económico. Padece un problema con el que su capitalismo planificado no contaba: la inflación. Veamos, veamos qué pasa...