La libertad tiene la virtud de autoordenarse, pero lo que sufre actualmente Argentina es el desorden. Como el populismo cree que todo se soluciona con la intervención coactiva, violenta y destructiva del Estado, cae en un círculo vicioso, provocando así situaciones caóticas, que luego pretende solucionar con más intervención.
El gobierno decidió crear el Fondo del Bicentenario, que "liberaría" 26.000 millones de pesos del presupuesto que se iban a utilizar en la cancelación de deuda pública, al objeto de aliviar la situación fiscal. El decreto que creó este fondo preveía retirar unos 6.500 millones de dólares de las reservas del Banco Central, a lo que se opuso su hasta ahora obediente presidente, Martín Redrado. Cristina Kirchner lo despidió, pero él recurrió a la justicia y se quedó en el puesto, mientras el gobierno presentaba una apelación judicial.
En el ínterin, los acreedores internacionales lograron convencer al juez Thomas Griesa, de Nueva York, para que embargara los fondos del Banco Central argentino, ya que se estaba demostrando que no era un ente independiente del gobierno Kirchner. A raíz de ese culebrón, el riesgo país y los seguros contra la cesación de pagos para Argentina se han disparado, al punto de que estamos peor que Venezuela.
Y la peor noticia es que el gobierno no optará por el recorte de gastos, que crecieron en 2009 a un ritmo del 30%, superando cualquier expectativa de crecimiento del PIB. La devaluación y la inflación (que alcanzará el 18% en 2010) podrían terminar siendo el ajuste necesario para cubrir el estrafalario gasto estatal. Los 6.500 millones de dólares que Cristina quería del Banco Central podrían conseguirse con una devaluación del peso de 3,82 a 4,40 por dólar. La próxima cosecha de soja podría aportar al país 17.930 millones de dólares; sería el principal generador de divisas, y los impuestos a la exportación alcanzarían los 6.000 millones de dólares en 2010.
En la arena internacional, la brutal inyección de fondos, las tasas de la Fed cercanas a cero y los paquetes de estímulo provocan una recuperación artificial, una burbuja. De hecho, países como Estados Unidos, Alemania o Francia ya estarían fuera de la recesión. Según los principales analistas, en 2010 las empresas estadounidenses aumentarán sus beneficios un 30%, y las europeas del índice Stoxx, un 28%. Pero, insisto, esto se debe a un consumo artificial que descansa sobre una emisión inflacionaria y un endeudamiento descontrolado.
La liquidez llegó a la Argentina en forma de "estabilidad del dólar", lo que produjo que los inversores buscaran alternativas más rentables, lo que produjo una nueva burbuja. En 2009, el índice de bonos IAMC avanzó un 132,2% en pesos y un 111,3% en dólares; se trata del mejor rendimiento de este indicador desde su creación, en 1995. En cuanto a la Bolsa de Buenos Aires, después de que, en 2008, experimentara su mayor caída, cerró 2009 subiendo un 108,3% en pesos y 89,6% en dólares.
Por lo que hace a las tasas de los plazos fijos, no superaron el 14% anual. El oro batió récords (subió un 26%) y el dólar aumentó un 10% durante 2009, y el IPC creció un 15%, el doble de lo que reconoce el gobierno.
© AIPE
ALEJANDRO A. TAGLAVINI, analista argentino.
El gobierno decidió crear el Fondo del Bicentenario, que "liberaría" 26.000 millones de pesos del presupuesto que se iban a utilizar en la cancelación de deuda pública, al objeto de aliviar la situación fiscal. El decreto que creó este fondo preveía retirar unos 6.500 millones de dólares de las reservas del Banco Central, a lo que se opuso su hasta ahora obediente presidente, Martín Redrado. Cristina Kirchner lo despidió, pero él recurrió a la justicia y se quedó en el puesto, mientras el gobierno presentaba una apelación judicial.
En el ínterin, los acreedores internacionales lograron convencer al juez Thomas Griesa, de Nueva York, para que embargara los fondos del Banco Central argentino, ya que se estaba demostrando que no era un ente independiente del gobierno Kirchner. A raíz de ese culebrón, el riesgo país y los seguros contra la cesación de pagos para Argentina se han disparado, al punto de que estamos peor que Venezuela.
Y la peor noticia es que el gobierno no optará por el recorte de gastos, que crecieron en 2009 a un ritmo del 30%, superando cualquier expectativa de crecimiento del PIB. La devaluación y la inflación (que alcanzará el 18% en 2010) podrían terminar siendo el ajuste necesario para cubrir el estrafalario gasto estatal. Los 6.500 millones de dólares que Cristina quería del Banco Central podrían conseguirse con una devaluación del peso de 3,82 a 4,40 por dólar. La próxima cosecha de soja podría aportar al país 17.930 millones de dólares; sería el principal generador de divisas, y los impuestos a la exportación alcanzarían los 6.000 millones de dólares en 2010.
En la arena internacional, la brutal inyección de fondos, las tasas de la Fed cercanas a cero y los paquetes de estímulo provocan una recuperación artificial, una burbuja. De hecho, países como Estados Unidos, Alemania o Francia ya estarían fuera de la recesión. Según los principales analistas, en 2010 las empresas estadounidenses aumentarán sus beneficios un 30%, y las europeas del índice Stoxx, un 28%. Pero, insisto, esto se debe a un consumo artificial que descansa sobre una emisión inflacionaria y un endeudamiento descontrolado.
La liquidez llegó a la Argentina en forma de "estabilidad del dólar", lo que produjo que los inversores buscaran alternativas más rentables, lo que produjo una nueva burbuja. En 2009, el índice de bonos IAMC avanzó un 132,2% en pesos y un 111,3% en dólares; se trata del mejor rendimiento de este indicador desde su creación, en 1995. En cuanto a la Bolsa de Buenos Aires, después de que, en 2008, experimentara su mayor caída, cerró 2009 subiendo un 108,3% en pesos y 89,6% en dólares.
Por lo que hace a las tasas de los plazos fijos, no superaron el 14% anual. El oro batió récords (subió un 26%) y el dólar aumentó un 10% durante 2009, y el IPC creció un 15%, el doble de lo que reconoce el gobierno.
© AIPE
ALEJANDRO A. TAGLAVINI, analista argentino.