La verdad histórica es que, entre 1870 y 1930, la población argentina pasó de 2 a 11 millones, por la llegada de cientos de miles de inmigrantes europeos, que venían tras el sueño argentino. Durante esos años, la tasa de escolarización de niños pasó del 19 al 52%. Según Francis Korn, entre 1887 y 1914 la población argentina aumentó un 264%, pero los propietarios aumentaron un 400%. Y los conventillos (las viviendas urbanas más humildes hasta que, durante el gobierno de Perón, aparecieron las villas miseria) pasaron de albergar el 25% de la población urbana a albergar a menos del 10%.
En 1910, con un PIB de 26.000 millones de dólares –casi la mitad del PIB de toda América Latina–, la economía argentina era la primera de la región y la novena del mundo, detrás de EEUU, Alemania, Gran Bretaña, Francia, Italia, España, Bélgica y Canadá. Argentina ocupa hoy el puesto 57. Con 3.822 dólares por habitante, su PIB per cápita, hace cien años, era sólo superado por el de Nueva Zelanda, Australia, EEUU, Gran Bretaña, Canadá, Bélgica y Suiza.
En 1914, Argentina era el país más industrializado de América Latina. La producción manufacturera representaba el 16,6% del PIB (en Chile, un 14,5%; en México, un 12,3%; en Brasil, un 12,1%). Para 1925, el PIB argentino era un 30% más grande que el de México o el de Brasil, un 20% superior al de Australia e igual al de Canadá. Con apenas el 16% de la población de América Latina, la República Austral tenía el 45% de los teléfonos y el 58% de los autos.
Según Guillermo Yeatts, a partir de 1907 se comienza a visualizar la interferencia del Estado, cuando el Ministerio de Agricultura descubre petróleo y decreta la creación de una reserva sobre 200.000 hectáreas de territorio nacional; además, prohibió que el sector privado pudiera explotar yacimientos en dicha zona.
De acuerdo con el economista Orlando Ferreras, en la Argentina moderna la pobreza ha crecido desde el 5% (de la población) en 1985 al 34% actual. La salida de capitales (entre otros motivos, porque el impuesto a las ganancias llega al 45%) ha alcanzado los 262.000 millones de dólares, equivalente al 73% del capital productivo del país.
En fin: Venezuela y Argentina son dos países sobreabundantes en alimentos y petróleo, pero empobrecidos a más no poder, mientras que Japón, con escasos recursos naturales, es mucho más rico que ambos.
Moraleja: el único recurso que tiene la humanidad es el raciocinio, capaz de crear aplicaciones y herramientas que potencian infinitamente los recursos. Los bienes actuales pueden ser escasos, pero los recursos humanos son infinitos.
El estatismo, al creer que los únicos recursos existentes son los naturales, supone que un solo cerebro, el del gobernante o dictador, puede y debe manejar la economía entera. El resultado es siempre el mismo: hambre y miseria.
© AIPE
ALEJANDRO A. TAGLIAVINI, miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity.
En 1910, con un PIB de 26.000 millones de dólares –casi la mitad del PIB de toda América Latina–, la economía argentina era la primera de la región y la novena del mundo, detrás de EEUU, Alemania, Gran Bretaña, Francia, Italia, España, Bélgica y Canadá. Argentina ocupa hoy el puesto 57. Con 3.822 dólares por habitante, su PIB per cápita, hace cien años, era sólo superado por el de Nueva Zelanda, Australia, EEUU, Gran Bretaña, Canadá, Bélgica y Suiza.
En 1914, Argentina era el país más industrializado de América Latina. La producción manufacturera representaba el 16,6% del PIB (en Chile, un 14,5%; en México, un 12,3%; en Brasil, un 12,1%). Para 1925, el PIB argentino era un 30% más grande que el de México o el de Brasil, un 20% superior al de Australia e igual al de Canadá. Con apenas el 16% de la población de América Latina, la República Austral tenía el 45% de los teléfonos y el 58% de los autos.
Según Guillermo Yeatts, a partir de 1907 se comienza a visualizar la interferencia del Estado, cuando el Ministerio de Agricultura descubre petróleo y decreta la creación de una reserva sobre 200.000 hectáreas de territorio nacional; además, prohibió que el sector privado pudiera explotar yacimientos en dicha zona.
De acuerdo con el economista Orlando Ferreras, en la Argentina moderna la pobreza ha crecido desde el 5% (de la población) en 1985 al 34% actual. La salida de capitales (entre otros motivos, porque el impuesto a las ganancias llega al 45%) ha alcanzado los 262.000 millones de dólares, equivalente al 73% del capital productivo del país.
En fin: Venezuela y Argentina son dos países sobreabundantes en alimentos y petróleo, pero empobrecidos a más no poder, mientras que Japón, con escasos recursos naturales, es mucho más rico que ambos.
Moraleja: el único recurso que tiene la humanidad es el raciocinio, capaz de crear aplicaciones y herramientas que potencian infinitamente los recursos. Los bienes actuales pueden ser escasos, pero los recursos humanos son infinitos.
El estatismo, al creer que los únicos recursos existentes son los naturales, supone que un solo cerebro, el del gobernante o dictador, puede y debe manejar la economía entera. El resultado es siempre el mismo: hambre y miseria.
© AIPE
ALEJANDRO A. TAGLIAVINI, miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity.