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LA INDIA

De intocables a millonarios

Se cumplen veinte años de las reformas económicas que han hecho posible el milagro económico indio –en el último decenio, la India crece a un 8% anual–. Los críticos dicen que los únicos que se están beneficiando son unos cuantos millonarios de las clases superiores, no los más pobres del país. Sencillamente, eso que dicen no es cierto.


	Se cumplen veinte años de las reformas económicas que han hecho posible el milagro económico indio –en el último decenio, la India crece a un 8% anual–. Los críticos dicen que los únicos que se están beneficiando son unos cuantos millonarios de las clases superiores, no los más pobres del país. Sencillamente, eso que dicen no es cierto.

De los estratos más bajos y pobres de la sociedad india, desde las filas de los intocables, hoy denominados dalits ("oprimidos"), empiezan igualmente a surgir millonarios. Los dalits ya cuentan con una cámara de comercio propia, y aunque siguen siendo el grupo con los ingresos más bajos, algunos de sus integrantes, lejos de dar lástima, empiezan a suscitar envidia.

Muchos empresarios dalits proceden de la clase media baja, pudieron acceder a una educación bastante decente y consiguieron salir adelante; pero otros muchos vienen de entornos obreros, y su éxito es especiamente alentador.

El padre de Ratibhai Makwana fue peón agrícola, y posteriormente se desempeñó en la industria del cuero. Tradicionalmente, los dalits se han ocupado de la sucia tarea de deshacerse de los restos de los animales muertos, por lo que no es de extrañar que acabaran trabajando el cuero. Pues bien, Ratibhai consiguió expandir el pequeño negocio de su padre penetrando en el sector del plástico. Ahora, su familia gestiona una central azucarera en Uganda y planea erigir en este último país una fábrica de cemento. Sus ingresos superan los 80 millones de dólares anuales.

Sanjay Khsirsagar procede de una familia dalit de clase media baja. Su primer proyecto empresarial estaba relacionado con equipos de sonido de alta gama; posteriormente creó la constructora APA Infraventure, que ha tenido un papel destacado en la reurbanización de los suburbios de Bombay. Por cierto, la reconstrucción del suburbio en que nació le está permitiendo hacerse un apartamento de lujo.

Bhagwan Gawai fue, junto con su padre, obrero de la construcción. Pero consiguió recibir una educación bastante decente y pudo encontrar empleo en la petrolera estatal, la HPCL. Como ahí fuera mal tratado, Bhagwan interpuso una demanda a la compañía por discriminación de casta, y los tribunales le dieron la razón. Su golpe de suerte le vino cuando fue destinado a Dubai, donde estableció nuevos contactos que le permitieron emprender negocios en el sector del plástico. Hoy, su empresa factura del orden de 20 millones de dólares al año.

El padre de Ashok Khade era zapatero, y trabajaba bajo un árbol en la ciudad de Bombay. Ashok fue a la universidad y luego trabajó en una empresa estatal, Mazagon Docks, construyendo plataformas petrolíferas. Con el know-how ahí adquirido, montó una compañía ­–DAS Offshore– puntera en su sector que planea construir un muelle en el que podrían trabajar hasta 2.500 personas.

Otro dalit, Balu, después de muchas tribulaciones consiguió alcanzar el éxito con su negocio de soldaduras. ¡Balu afirma que hasta 32 mujeres le llegaron a rechazar como esposo por su pobreza! También dice que muchos empresarios dalits siguen ocultando su casta por temor a padecer discriminación.

En todos estos casos, la educación ayudó a los dalits a triunfar. El problema es que, en el campo, las escuelas públicas siguen siendo de un ínfimo nivel, con lo que los dalits que en ellas estudian apenas son alfabetizados. Con todo, los dalits se las han apañado para protagonizar avances increíbles, tal y como se recoge en un estudio de gran importancia llevado a cabo por el profesor Devesh Kapur, de la Universidad de Pensilvania.

Kapur y su equipo investigaron el desempeño de los dalits de los subdistritos oriental y occidental de Uttar Pradesh –el estado más grande de la India– durante los últimos 20 años. Y observaron que en ese periodo la proporción de dalits con negocio propio pasó del 6 al 37% en el oeste y del 4 al 11% en el este; así como que la proporción de dalits que se desempeñaban en ocupaciones no tradicionales para ellos –sastrería, albañilería, etc.– había pasado del 14 al 37% en el este y del 9 al 42% en el oeste.

Desde hace mucho tiempo, los partidos políticos vienen promoviendo el sistema de cuotas en el sector público para promover el progreso social de los dalits. Pero, según el estudio del profesor Kapur, los dalits con empleos públicos son muy pocos tanto en el este como en el oeste del estado (6,8% y 7,3%, respectivamente; partiendo de un 7,2 y un 5%). Claramente, el sistema de cuotas no es responsable del auge dalit. Sí lo son, en cambio, las oportunidades surgidas al amparo de las reformas económicas y la emergencia de la política dalit Mayawati. Mayawati ha sido primera ministra del estado cuatro veces en veinte años, y ha hecho mucho por elevar el estatus de los dalits y reducir la discriminación histórica que soportan.

Los críticos se quejan de que las reformas económicas han creado nuevas desigualdades. Incluso pueden contemplar el auge de los millonarios dalits como una nueva forma de desigualdad. Qué cosas. ¡Pues que viva esa nueva forma de desigualdad!

 

© El Cato

SWAMINATHAN S. ANKLESARIA AIYAR, miembro del Centro para la Libertad y la Prosperidad Global del Cato Institute.

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