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ESTADOS UNIDOS

¿Conservadores obamitas?

Algunos amigos me han dado cuenta de un curioso fenómeno que han observado: la existencia de republicanos conservadores con todos los tornillos en su sitio que afirman que votarán por Obama. En un primer momento pensé que a lo mejor mis amigos eran un poco raritos, pero por lo visto el columnista Robert Novak ha experimentado algo parecido, lo cual le ha llevado a acuñar el término Obamacons para referirse a los conservadores partidarios del candidato demócrata a la Casa Blanca.

Algunos amigos me han dado cuenta de un curioso fenómeno que han observado: la existencia de republicanos conservadores con todos los tornillos en su sitio que afirman que votarán por Obama. En un primer momento pensé que a lo mejor mis amigos eran un poco raritos, pero por lo visto el columnista Robert Novak ha experimentado algo parecido, lo cual le ha llevado a acuñar el término Obamacons para referirse a los conservadores partidarios del candidato demócrata a la Casa Blanca.
Barack Obama.
El otro día el San Francisco Chronicle publicó una nota, titulada "Varios conservadores influyentes muestran su desdén hacia el Partido Republicano y dan su apoyo a Obama", en la que se citaba a varios conservadores que dicen estar dispuestos a dar una oportunidad a Obama antes que a John McCain.
 
Pero ¿qué pasa aquí? Lo que pasa es que, en los últimos años, los congresistas republicanos en general, y el senador McCain en particular, se han distanciado tanto de tantos conservadores, que algunos de éstos semejan náufragos que se agarran a lo primero que tienen a mano. Y muchos se han agarrado a Obama debido a la labor de refinado que ha emprendido el candidato demócrata en buen número de asuntos, al tiempo que ha virado hacia el centro con vistas a las elecciones de noviembre.
 
Por muy comprensible que pueda parecer la reacción de algunos conservadores, hay que tener cuidado con determinadas tablas de salvación, porque lo mismo no nos salvan de nada.
 
Logo del Partido Republicano.Si lo único que estuviera en juego fuera la primacía de republicanos o demócratas, el GOP merecería los varapalos que está recibiendo, por todos estos años de gasto público salvaje y sus múltiples traiciones tanto a sus principios como a la gente que votó republicano. La peor de tales felonías fue, quizá, la de la amnistía a los inmigrantes ilegales.
 
Ahora bien, aunque los medios traten las elecciones como una lid entre demócratas y republicanos, lo cierto es que la Constitución no las estableció para dar de comer a los políticos. Tampoco están para que los electores puedan airear sus emociones o engolfarse con sus fantasías. El sufragio es un derecho, pero también es un deber; un deber que va más allá de depositar la papeleta en la urna y que implica el análisis riguroso de las alternativas y de lo que éstas puedan significar para el futuro de la nación.
 
Por desgracia, cada vez está más claro que mucha gente se muestra dispuesta a juzgar a Barack Obama en función de su retórica electoral y no de lo que ha dicho y hecho en las dos últimas décadas. Muchos le están brindado su apoyo por una razón tan enjundiosa como el porte y la manera de hablar que gasta. Obama se ha convertido en una suerte de test de Rorschach de los sentimientos y esperanzas de la gente; no sólo de los votantes izquierdistas, también de algunos que son de derechas.
 
Obama ha ayudado y respaldado sin desmayo a gente que ha manifestado abiertamente su desprecio por este país, tanto de palabra como en los hechos (poniendo, por ejemplo, bombas para impulsar su agenda izquierdista). A veces no se ha limitado a estar asociado con este tipo de personas, sino que les ha brindado grandes cantidades de dinero, suyo o de los contribuyentes, a cuyos bolsillo ha tenido acceso en su condición de senador (en Illinois y en Washington).
 
Barack Obama tiene fama de preferir a jueces que no se limiten a aplicar las leyes, sino que hagan política. Con independencia de cómo refine su postura en este asunto, votó en contra de la confirmación del presidente del Supremo, John Roberts, que se ganó continuar en el cargo gracias al respaldo de tres cuartas partes del Senado. Por otro lado, el senador Obama quita importancia a los peligros que acechan a la nación, y a quien habla de ellos le dice que está practicando la "política del miedo". En este punto, se comporta como la extrema izquierda de los últimos siglos.
 
"Cuando hablo, me pongo una máscara. Cuando actúo, me veo obligado a quitármela", decía Helvecio allá por el siglo XVIII". Son legión los votantes que aún no han aprendido la lección contenida en esta máxima. Votantes que necesitan echar un vistazo al historial de Obama.
 
En El llanero solitario siempre se oía a alguien decir: "¿Quién es ese tipo enmascarado?". Ya es hora de que la gente se pregunte lo mismo a propósito del senador Obama.
 
 
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