Dos multinacionales de España y Finlandia están construyendo inmensas plantas de papel en la localidad uruguaya de Fray Bentos, en la frontera con Argentina. Este país se opone con el argumento de que esas industrias van a contaminar el río Uruguay, de cuyas aguas se surten en ambas fronteras, pese a que la Unión Europea ha advertido de que sus empresas cumplen las más altas normas de producción limpia.
Argentina pretende llevar su reclamación a la Corte de La Haya, y ha bloqueado los puentes que unen a ambos países, incumpliendo normas vitales del Mercosur. De manera que los grandes países del bloque violan el tratado como les parece y se oponen al progreso de los chicos con razones dudosas. ¿Acaso Argentina rechazaría la inversión europea en su territorio? Claro que no. Por eso Vázquez viaja a México y EEUU, con quienes pretende acuerdos comerciales más sanos que las relaciones con sus vecinos.
El asunto se parece mucho al alboroto que Hugo Chávez ha armado para retirarse de la Comunidad Andina de Naciones (CAN). Es Chávez precisamente quien más ha violado los acuerdos andinos en materia de comercio, cerrando la frontera cada vez que le viene en gana, y las razones que expone para su separación son amañadas, carentes de todo criterio técnico y sumamente políticas.
Dice que el Tratado de Libre Comercio es un mal negocio, pero los estudios demuestran que hasta Venezuela se beneficiaría notablemente por la exportación desde Colombia hasta EEUU de productos fabricados con materias primas venezolanas.
A Chávez no le ha parecido mal que México –socio de Colombia y Venezuela en el G3– tenga TLC con EEUU; tampoco le parece mal pedir el ingreso como miembro de pleno derecho en Mercosur, cosa que la CAN prohíbe a sus integrantes; menos le importó asociarse con Brasil y Argentina para construir un megagasoducto, sin siquiera informar a los países chicos de Mercosur.
Es que Chávez pretende ignorar que sus exportaciones a EEUU triplican las de Colombia –24.000 millones de dólares contra menos de 8.000 en 2004–, y no hay más camaradería y hermandad en Mercosur que en la CAN, lo cual resta autoridad al presidente de Venezuela para señalar al TLC con EEUU como culpable del desmoronamiento de la Comunidad Andina.
No cabe duda de que la pataleta no es más que su manera de señalar una posición política llena de relativismo moral. De hecho, las relaciones binacionales son agitadas por las absurdas acusaciones que autoridades venezolanas han proferido contra el Gobierno de Colombia por la supuesta orquestación de un complot para asesinar a Hugo Chávez. Nicolás Maduro, presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela (órgano de bolsillo del mandatario), anunció en un tono poco conciliador que Colombia siempre ha sido el obstáculo para la independencia venezolana. No olvidemos que a Chávez ya le llegaron sus helicópteros de combate, y que pronto arribarán sus aviones.
Qué mejor estrategia que alterar la paz de la región para que el petróleo llegue a los 100 dólares en diciembre, como anunció el presidente venezolano. El eje Caracas-Teherán nos llevará a ese escenario. Cualquier cosa puede esperarse de quien altera la realidad de esa manera sin sonrojarse, para justificar lo que sea.
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