Se va a modificar sustancialmente la Constitución que Chávez se hizo aprobar en 1999, y que catalogó como la mejor del mundo. "Una para mil años". "Todo dentro de ella, nada fuera de ella".
¿Para qué querrá Chávez, que es tan dueño de Venezuela como Castro lo es de Cuba, aprobar atropelladamente esa nueva Constitución? La principal razón es que le resultaría muy difícil retorcer la que está en vigor hasta tal punto que le permitiera gobernar más allá de febrero de 2013. Para entonces habría reinado apenas 13 años, lo cual no es mucho para alguien tan ebrio de poder. Además, probablemente fuera enjuiciado por violar los derechos humanos, y numerosas leyes, así como por la inmensa corrupción de su régimen, tan pronto abandonara la Presidencia.
Pero hay otras razones. Y es que necesita justificar acciones indebidas como, por ejemplo, vaciar el Banco Central y la empresa estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA), o robar haciendas y medios de producción privados sin proceso judicial ni indemnización alguna. Por otro lado, no podría presentar impunemente ante la opinión mundial su deseo de controlar totalmente la televisión por cable si una nueva Constitución no le autorizara a hacer lo que le venga en gana.
Chávez mantiene que con la nueva Constitución logrará el "socialismo", sistema que no define, aunque el texto señala que no podrán existir opiniones distintas, que el poder político y económico quedará concentrado en el presidente, que la propiedad de los medios de producción estará en manos del Estado –salvo excepciones transitorias–. Y cuando se declare una emergencia o el estado de excepción, quedarán suspendidos todos los derechos civiles.
Para asegurarse la popularidad de la propuesta, Chávez ofrece una jornada de trabajo de apenas seis horas; asegura que la producción no caerá; que los sueldos serán iguales o mayores; que habrá mucho más empleo; que el infame sistema de transporte público se descongestionará, como consecuencia de los horarios múltiples; que desaparecerán las eternas congestiones de tráfico... Ni el líder ni sus seguidores han mencionado una sola desventaja. Pero lo cierto es que, y por poner un único ejemplo, con ese recorte de la jornada laboral los trabajadores tendrán que tratar de tener dos empleos para sobrevivir.
Aunque el texto de la Constitución propuesta no lo dice, el socialismo que busca instaurar es similar al miserablemente fracasado y cruel comunismo cubano, forjado por Fidel Castro. Si había alguna duda, Chávez se encargó de despejarla en su programa televisivo del pasado 14 de octubre, transmitido desde Santa Clara, Cuba, en conmemoración del 40º aniversario de la muerte del asesino Che Guevara.
El emperador rojo rojito de Venezuela dijo al de Cuba: "Tú eres el padre nuestro, que estás en todas partes. Tú sabes que, donde yo esté, allí estarás tú. Yo te veo por dondequiera que vaya. Tú eres el forjador de la historia, padre nuestro que estás en el agua, en el cielo y en el aire". Y al resto del mundo le dijo: "En el fondo somos un mismo Gobierno. Vamos hacia la confederación de repúblicas. Nos hemos enlazado Cuba y Venezuela para nunca separarnos. ¡O adoptamos el socialismo o tendremos barbarie!".
Cuando así habla quien se adueñó del país y aspira a mantenerse en el poder hasta que se muera, hay que tomarle en serio. Y la barbarie ya la estamos viviendo en Venezuela, donde las madres no tienen leche para sus hijos, los enfermos no consiguen medicinas ni servicios hospitalarios y Caracas es la capital del mundo con más asesinatos, después de Bagdad.
El apuro en aprobar el proyecto de la nueva Constitución se debe a la gigantesca crisis económica que se está gestando en Venezuela. Una crisis que será muy dura para el pueblo venezolano... y también para Chávez.
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ALBERTO BRICEÑO, analista político venezolano.