Chávez amenaza a Colombia con una guerra, mientras que a los venezolanos les dice que es "más socialista" bañarse durante solamente tres minutos, y que deben comer menos porque hay demasiados gordos en el país. También elogia al criminal conocido como Carlos el Chacal, aseverando que fue injustamente condenado por un tribunal francés, y llama "hermano" al dictador de Zimbabue, Robert Mugabe.
No es coincidencia que la verborragia de Chávez aumente a la vez que los problemas que afrontan los venezolanos. El 17 de noviembre, el Banco Central de Venezuela informó de que la economía se había contraído durante el tercer trimestre; pero, lejos de tomar medidas para reparar errores, la reacción de Chávez fue anunciar cambios en la recopilación de estadísticas y no permitir que sigan calculando el PIB según "el anticuado método capitalista".
Venezuela está sufriendo la caída que está experimentando el precio del petróleo desde julio del año pasado. Por lo que hace a su sector privado, se ha contraído un 5,6%, y la inflación ha alcanzado el 26,7%. Paralelamente, aumenta la desconfianza de inversionistas extranjeros hacia un país donde las nacionalizaciones de empresas, haciendas y demás propiedades ocurren prácticamente a diario; y ahora se racionan los alimentos, el agua y la electricidad.
El arzobispo Baltasar Porras Cardoso describió las amenazas de Chávez contra Colombia como un intento de tapar la grave crisis que afecta al país, pero el presidente venezolano utiliza todo lo que está a su alcance para aumentar su poder y agudizar la represión. Envía soldados para aplastar manifestaciones de estudiantes, y los obispos católicos se quejan de que ya no se realizan investigaciones formales antes de proceder a encarcelar a ciudadanos, y de que la Iglesia está cada vez más en el punto de mira.
La más reciente amenaza es la confiscación de templos católicos y de otras propiedades con el supuesto fin de "proteger el patrimonio nacional". Se trata de la misma estrategia que utilizaron los regímenes comunistas europeos tras la Segunda Guerra.
Por muy detestable que sea, Chávez no es tonto. Un tonto no hubiera logrado aferrarse al poder por tanto tiempo, y la tragedia que sufre Venezuela está estremeciendo a la ciudadanía entera, a la vez que se desvanecen todas las promesas, delirios y fantasías chavistas.
© AIPE
SAMUEL GREGG, director de investigaciones del Acton Institute.
No es coincidencia que la verborragia de Chávez aumente a la vez que los problemas que afrontan los venezolanos. El 17 de noviembre, el Banco Central de Venezuela informó de que la economía se había contraído durante el tercer trimestre; pero, lejos de tomar medidas para reparar errores, la reacción de Chávez fue anunciar cambios en la recopilación de estadísticas y no permitir que sigan calculando el PIB según "el anticuado método capitalista".
Venezuela está sufriendo la caída que está experimentando el precio del petróleo desde julio del año pasado. Por lo que hace a su sector privado, se ha contraído un 5,6%, y la inflación ha alcanzado el 26,7%. Paralelamente, aumenta la desconfianza de inversionistas extranjeros hacia un país donde las nacionalizaciones de empresas, haciendas y demás propiedades ocurren prácticamente a diario; y ahora se racionan los alimentos, el agua y la electricidad.
El arzobispo Baltasar Porras Cardoso describió las amenazas de Chávez contra Colombia como un intento de tapar la grave crisis que afecta al país, pero el presidente venezolano utiliza todo lo que está a su alcance para aumentar su poder y agudizar la represión. Envía soldados para aplastar manifestaciones de estudiantes, y los obispos católicos se quejan de que ya no se realizan investigaciones formales antes de proceder a encarcelar a ciudadanos, y de que la Iglesia está cada vez más en el punto de mira.
La más reciente amenaza es la confiscación de templos católicos y de otras propiedades con el supuesto fin de "proteger el patrimonio nacional". Se trata de la misma estrategia que utilizaron los regímenes comunistas europeos tras la Segunda Guerra.
Por muy detestable que sea, Chávez no es tonto. Un tonto no hubiera logrado aferrarse al poder por tanto tiempo, y la tragedia que sufre Venezuela está estremeciendo a la ciudadanía entera, a la vez que se desvanecen todas las promesas, delirios y fantasías chavistas.
© AIPE
SAMUEL GREGG, director de investigaciones del Acton Institute.