¿Están protegiendo a Morales, o caso lo están manipulando? La respuesta es obvia: el hombre no tiene capacidad para pensar por sí mismo. Bolivia está secuestrada por los comunistas, que enviaron asesinos para controlar el país y adiestrar a grupos afines, de manera que puedan desarticular las protestas populares, cada vez más frecuentes y multitudinarias.
¿Por qué un presidente que se considera el auténtico representante de las mayorías y que, en su exacerbado etnocentrismo, se rebela contra todo lo foráneo, acude a unos extranjeros para gobernar? ¿Por qué Morales no se apoya en su propia gente? Sencillamente, porque conoce a los suyos y sabe que son tan poco fiables como él.
Los indigenistas vociferan contra los quinientos años de dominio criollo, pero no tienen problema alguno en dejarse comandar por un venezolano ególatra y paranoico. El gobernante aimara habla de no someterse a intereses imperialistas, pero nadie se arrodilló ante otro Estado tan despreciablemente como él. Chávez es el presidente de Bolivia; Morales no es más que la fachada.
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En su diminuto mundo intelectual, el líder cocalero no percibe las consecuencias de sus viscerales decisiones. Rompió con el FMI y el Banco Mundial. Nadie quiere hacer negocios con Bolivia. El presidente-campesino ha logrado aislar el país en un tiempo récord. Bolivia ha sido marginada de cualquier proyecto productivo de importancia.
Una de las compañías mineras más grandes del globo, que tenía planeado invertir cientos de millones en el altiplano boliviano, ha preferido colocarlos en Pakistán y dar por perdidos los 15 millones de dólares que gastó en prospecciones antes que trabajar con Morales. La referida compañía ha considerado que Pakistán es un lugar más seguro, pese a la presencia de Al Qaeda en su territorio, los conflictos políticos intestinos, la disputa entre Islamabad y Nueva Delhi a cuenta de Cachemira y los estragos que causa la guerrilla islamista en el sur del país.
Son innumerables las medidas adoptadas por el régimen autocrático boliviano que el pueblo rechaza: la confiscación de los hidrocarburos, la subida de los impuestos a los mineros, la redistribución de tierras privadas, el asalto a los ingresos de los gobiernos regionales, la imposición de una caricaturesca Asamblea Constituyente integrada por analfabetos que se escondieron en un cuartel para aprobar, de forma sigilosa e ilegal, una Constitución marxista-indigenista que restringe las libertades económicas, etcétera.
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La población pensante empieza a reaccionar, a demandar su derecho a vivir al amparo de la cordura y la legalidad. Los enfrentamientos entre los estudiantes de la Universidad de San Francisco Xavier y los represores neocomunistas en la ciudad de Sucre –que es la legítima capital de Bolivia y la cuna de los próceres que pusieron en marcha el proceso de independencia de Suramérica– han supuesto un aliento de esperanza para la nación, y una demostración de que Chuquisaca sigue cultivando su histórico espíritu libertario.
Desde que Morales asumió el poder, hace 22 meses, han perdido la vida 27 personas y otras 300 han resultado heridas. Hace poco, sus desaforados paramilitares, los campesinos de Achacachi –un poblado de sanguinarios aimaras que visten ponchos de color rojo y que alguna vez fueron acusados de canibalismo–, degollaron vivos a dos perros, entre risas y vítores amenazantes. En su sádico show, advirtieron de que ése es el futuro que les espera a los opositores. El salvajismo de los indígenas empieza a asustar.
Ante los abusos del régimen y el desmoronamiento de la democracia, seis de los nueve gobernadores del país han declarado la desobediencia civil, que ha pasado a convertirse en resistencia activa. Por lo que hace a las posibilidades de diálogo, son nulas, habida cuenta de que el presidente de la nación no tiene cerebro ni corazón.
El departamento de Santa Cruz ha convocado a una huelga de hambre general e indefinida en todo el país a partir de este lunes. La situación es impredecible. Bolivia necesita de un líder con conocimientos políticos, carisma, experiencia, inteligencia y, fundamentalmente, coraje, que, según Aristóteles, es la primera de las cualidades humanas, porque garantiza las demás. Pero ninguno de los dos partidos opositores cuenta con él, o con ella…
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