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DESDE JERUSALÉN

Auspiciosos fantasmas en Jordania

Mientras una parte de los gobernantes árabes recalcitran en sus diatribas contra las culpas ajenas, parece estar emergiendo entre ellos, tarde y arriesgadamente, un sector que aprecia la paz y la democracia. Su promisoria voz se ha hecho oír nuevamente en Jordania, durante la convención del Foro Económico Mundial (20/22-5-05), una fundación autónoma establecida en Suiza en 1971 para movilizar a los gobiernos hacia iniciativas industriales que los unifiquen regionalmente.

Mientras una parte de los gobernantes árabes recalcitran en sus diatribas contra las culpas ajenas, parece estar emergiendo entre ellos, tarde y arriesgadamente, un sector que aprecia la paz y la democracia. Su promisoria voz se ha hecho oír nuevamente en Jordania, durante la convención del Foro Económico Mundial (20/22-5-05), una fundación autónoma establecida en Suiza en 1971 para movilizar a los gobiernos hacia iniciativas industriales que los unifiquen regionalmente.
El rey de Jordania, Abdalá II.
A la vera del Mar Muerto se estrecharon en cálido abrazo el ministro israelí Ehud Olmert y su contraparte palestino, Mohamed Dahlan, ante una concurrencia que incluyó a la primera dama norteamericana, Laura Bush, y a funcionarios de Naciones Unidas y del Banco Mundial. Dahlan prometió que cesarán los ataques contra Israel, y Olmert anunció incentivos laborales a la población palestina.
 
A su turno, el ministro iraquí de Relaciones Exteriores, Hoshyar Zebari, destacó el progreso de su país hacia la democracia, y en un cordial encuentro entre el canciller israelí, Silván Shalom, y el rey anfitrión, Abdalá, se decidió incrementar la cooperación comercial bilateral.
 
Tan amistosa fue la atmósfera que el senador americano Gordon Smith se permitió ser franco ante los delegados árabes y explicitar que "uno de los grandes compromisos de EEUU es con el pueblo judío y con Israel". Tal declaración, que en convenciones similares del pasado habría sido abucheada por "provocadora", en esta ocasión fue aceptada como natural (los ayatolás iraníes no estuvieron presentes en el foro).
 
Esta glasnost podría estar contagiándose a Europa Occidental. En la Sorbona de París se llevará a cabo una conferencia-debate (7-6-05) que lleva un título impensable en Francia hace unos años: 'Metamorfosis del antisemitismo. Del antisemitismo racista a la judeofobia progresista'.
 
Teodoro Herzl.Son pimpollos de la embrionaria paz entre árabes y hebreos, cuya demora no fue resultado de una fatalidad histórica, sino de la belicosa resistencia de las dictaduras árabes a convivir con un pequeño Estado judío y democrático. Cuando el padre del sionismo político moderno, Teodoro Herzl (1860-1904), vislumbró el renacimiento del Estado hebreo en Palestina, lo imaginó en cabal armonía con los árabes.
 
En su novela utópica Altneuland o Vieja y Nueva Patria (1902) conjetura cómo se vería el país en 1922, luego de que los judíos hubieran retornado a su solar ancestral y construido allí una sociedad de libre empresa y bienestar. Judíos y árabes conviven en Altneuland en amistad, ya que la inmigración de los primeros aporta modernos métodos de trabajo agrícola, habilidades, capital y voluntad de trabajo, tal como eventualmente ocurrió.
 
Los árabes logran en la novela convertir sus miserables chozas en aldeas modernas y pujantes. El protagonista árabe Reschid Bey describe así la notable mejora del nivel de vida de sus correligionarios: "La miserable vida de nuestros campesinos, casuchas insalubres e hijos descalzos y desnutridos, ha terminado. La red de asistencia social, la desección de pantanos, y la canalización y plantación de eucaliptus para purificar la atmósfera, produjeron trabajo y recompensa".
 
Cuando se espeta a Reshid Bey si no ve a los judíos como invasores, responde: "¿Puede acaso mirarse mal a una persona que no se lleva nada y lo trae todo? Los judíos contribuyeron a enriquecernos. ¿Por qué les hemos de mirar mal? (...) Nosotros nos hemos comportado con los israelitas mucho mejor".
 
De Altneuland a la realidad
 
Este mensaje optimista, y la mano de paz que Israel siempre tendió a sus vecinos para convertir el desierto en un vergel, fue bien respondido después de la Primera Guerra Mundial. El jefe de la delegación árabe en la Conferencia de Paz de París, el emir Feisal de Hejaz, firmó (3-1-1919) un tratado con la Organización Sionista Mundial que preveía la convivencia de los dos pueblos en el Estado renacido de los hebreos, beneficioso para sus ciudadanos de todas las etnias y religiones. Un par de años después Feisal fue electo rey de Irak. Murió en 1933, y en 1961 su romántica figura fue personificada por Alec Guinness en el clásico filme Lawrence de Arabia.
 
Mientras tanto, a los pueblos árabes los fueron secuestrando líderes fanáticos y sanguinarios que ahogaron en sangre todas las voces de la paz, hasta que la línea hachemita del "no a la guerra" (el verdadero) se reafirmó con el tratado de paz entre Israel y Jordania (26-10-94). En este último tiempo resurgen las esperanzas con mayor claridad.
 
Se ha constituido un grupo llamado Árabes por Israel para favorecer desde el mundo árabe la causa de la paz; el pueblo egipcio aprobó por un 83% el plebiscito para empezar a democratizar el país; el régimen sirio fue obligado a terminar con la ocupación del Líbano; más de 2.500 intelectuales musulmanes de 23 países árabes enviaron una petición a la ONU (24-10-04) donde se solicitaba que se prohibiera el uso de la religión para incitar a la violencia. Dice la petición: "No es suficiente que el Consejo de Seguridad adopte resoluciones de condena al terrorismo. Se debe establecer un tribunal internacional que incrimine a individuos, grupos y entidades involucradas en actividades terroristas, y a quienes emiten fatwas con promesas de paraíso al que se mate para asesinar".
 
La semana pasada la vocación de paz irrumpió aun más concretamente, impulsada por un genuino interés en el desarrollo económico. En efecto, uno de los grandes proyectos del mentado foro es la construcción de un canal de 180 kilómetros que una el Mar Rojo con el Mar Muerto, cuyas aguas están descendiendo alarmantemente. Con esta tendencia de disminución, el mar más bajo del planeta terminará por secarse (ya ha llegado a 416 metros bajo el nivel del mar, y requiere de un masivo drenaje de aguas externas).
 
La decisión tripartita israelí-jordano-palestina fue llevar a cabo un estudio de factibilidad, que demandará dos años y 12 millones de euros, para eventualmente construir el canal, que costará unos 3.000 millones de euros y permitirá abastecer de agua durante medio siglo a israelíes, jordanos y palestinos. Lo anunciaron conjuntamente tres ministros: el jordano Raed Abú Saoud, el israelí Benjamín Ben Eliezer y el palestino Ghasan al Jatib.
 
Como el proyecto no apunta al desmantelamiento del Estado hebreo sino a la convivencia armoniosa de éste con sus vecinos, no faltará quien sienta que se trata del "canal de la vergüenza", pero estos amargados criptodrinos terminarán siendo más irreales que los auspiciosos fantasmas que merodean hoy en Medio Oriente: el de la democracia, el de la paz, el de los derechos humanos... y otro que ha venido rondando por el mundo entero últimamente: el del capitalismo.
 
 
Gustavo D. Perednik es autor, entre otras obras, de La Judeofobia (Flor del Viento), España descarrilada (Inédita Ediciones) y Grandes pensadores (Universidad ORT de Uruguay).
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