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CRÓNICAS COSMOPOLITAS

Asignatura pendiente

Está visto que el triunfo del no en Francia y los Países Bajos, y de la abstención en España, han bastado para dar al traste con ese engendro constitucional y para que al fin comience a discutirse seriamente, con cierta participación ciudadana, la posibilidad de otra Europa, distinta de la que se nos presentaban como única posible y además lo mejor del mundo: la Europa-potencia, o sea un superestado burocrático, autoritario y cuya meta hubiera sido la de competir y vencer a los USA, sin que nadie se atreviera a decir cómo ni con que armas.

Está visto que el triunfo del no en Francia y los Países Bajos, y de la abstención en España, han bastado para dar al traste con ese engendro constitucional y para que al fin comience a discutirse seriamente, con cierta participación ciudadana, la posibilidad de otra Europa, distinta de la que se nos presentaban como única posible y además lo mejor del mundo: la Europa-potencia, o sea un superestado burocrático, autoritario y cuya meta hubiera sido la de competir y vencer a los USA, sin que nadie se atreviera a decir cómo ni con que armas.
En este sentido, los resultados positivos se han hecho patentes más deprisa de lo previsto y se ha salvado la idea de una Europa de las naciones y los ciudadanos, abierta al mundo y solidaria de todos los países democráticos. Ya que bastantes han considerado que el presidente Chirac hubiera debido dimitir, o al menos disolver la Asamblea y convocar nuevas elecciones, puesto que se había personalmente comprometido con la victoria del , con más motivos debería autodisolverse la Eurocámara, que no ha parado de hacer el payaso con la victoria del , demostrando estrepitosamente que no representa nada, ni a nadie.
 
No ha sido pues, una catástrofe, como pronosticaban las pitonisas del pesebre euroburocrático, sino una victoria de la democracia. Hemos salvado a Europa, punto y aparte.
 
Como suele ocurrir en semejantes circunstancias, los comentarios, los llantos, los pánicos, como los contradictorios gritos de victoria, abundan, pero me limitaré a algún ejemplo. Como siempre alejado de la realidad, aunque muy próximo de sus habichuelas, Fernando Savater profesó a favor del y pronosticó que una victoria del no sería un magnífico regalo para Bush. Como, en su mundo, para ser hay que ser anti Bush, debió de considerar que era un buen argumento de venta.
 
Tal vez se haya sentido muy ufano al ver que Kenneth W. Weinstein, vicepresidente del Hudson Institute de Washington, le cita en una entrevista publicada en Le Figaro (16.6.05), incluso si es en compañía de René Remond, quien en ese mismo diario dijo lo mismo, o sea que el no "servía los intereses de Londres y Washington". Pero sólo les cita para afirmar que ambos se equivocaron rotundamente: Weinstein precisa que a los USA les interesa una Europa fuerte y unida; y eso tanto ayer, contra la amenaza comunista, como hoy, contra la amenaza terrorista.
 
Giscard d'Estaing.Sin analizar los vericuetos de la Constitución, su concepción de Europa poco tiene que ver con la de Chirac, Schröder, Giscard d'Estaing y compinches, ya que defiende una Europa liberal y, that is the question, aliada de los Estados Unidos, y al mismo tiempo capaz de defenderse sin recurrir siempre a la ayuda militar norteamericana, como ocurrió, una vez más, en 1999, para terminar con las masacres étnicas en Bosnia y Kosovo. Algo parecido declaró George W. Bush, al recibir ritualmente al presidente de la Comisión y al de turno de la UE, Durao Barroso y Juncker (también estuvo Solana, pero como una colilla que no encuentra cenicero).
 
Bush se declaró favorable a una Europa unida y fuerte, pero aliada de los USA y no como enemiga, implícitamente lo contrario de lo que proponían tantos "constitucionales". Porque hay que ser bastante frívolo, o muy distraído, para creerse, como Mario Vargas Llosa, que la difunta Constitución era liberal, y que el triunfo del no es el triunfo de los extremismos carcas (de izquierda y derecha), chovinistas y antiliberales. Claro que algo de eso hubo en el no francés, y bastante he dado la lata con el tema, pero también hay un no liberal, que desgraciadamente en España se manifestó con la abstención, poco en Francia, mucho más en la opinión pública británica y en otros países.
 
Las paradojas de la Historia hacen que el líder político europeo más liberal, sin discusión, sea Tony Blair, quien no puede serlo del todo porque aún le queda mucho lastre laborista y sólo le cabe ser social liberal, o liberal a medias. Eso demuestra las dificultades con que tropieza la libertad en Europa, sometida durante tantos años a la euroburocracia y a la idea extravagante de que "social" es la antitesis de "liberal", cuando los hechos demuestran precisamente lo contrario: contra más liberal, más social, menos paro y más crecimiento.
 
Pero el artículo de mayor interés que he leído sobre el tema es el de Laurent Murawiec, –también del Hudson Institute–, asimismo publicado en Le Figaro (27.6.05), con el título 'Enterremos la euroideología' (el énfasis es suyo). Comienza afirmando que, cualesquiera fueran los motivos personales de los votantes, lo que el no ha manifestado es que la "supranacionalidad de una Europa concebida como potencia política mundial y como contrapeso a los Estados Unidos ha sido rechazada".
 
Murawiec ve tres fuentes que inspiran desde hace años a una "euroideología" (que yo califico de "euroburocracia") y explican su actual fracaso: la concepción sueca, u ONG, de la política internacional es una de ellas. Suecia ha inventado no la neutralidad, sino el neutralismo, que consiste en abdicar de toda responsabilidad para otorgarse una jurisdicción universal basada en una superioridad moral autoproclamada. En nombre de la paz, considerada como el bien supremo, se ataca al "imperialismo", y en primer lugar al norteamericano, y con caritativas parrafadas sobre la "ayuda a los pobres" se ayuda a los dictadores y tiranos, con tal de que sean considerados "socialistas".
 
No sé si exagera la importancia que tuvo Alejando Kojeve, al que califica de "gurú seductor" y de "filósofo-funcionario", pero el caso es que considera que dio a la "euroideología" sus fundamentos teóricos, y que sin su libro Esquisse d'une doctrine de la politique francaise (1945) no se entendería la política extranjera gaullista.
 
Kojeve.Para Kojeve, nos dice, el mundo que surgió después de la II Guerra Mundial es un mundo de imperios, y Francia no puede sobrevivir como Estado nación, debe forjarse un Imperio; no creía que pudiera suplantar al anglosajón, pero podría evitar ser "americanizada". No para combatir al Imperio soviético, al revés, sino para jugar un juego de báscula, entre los USA y la URSS, de hecho más favorable al Imperio soviético, aprovechándose al mismo tiempo de las ventajas del mundo occidental.
 
"Los valores, la diferencia entre democracia y dictadura, entre despotismo y autodeterminación han desaparecido totalmente", escribe. Añadiré, por mi cuenta, que ese prosovietismo cada vez más afirmado de Kojeve, hasta su muerte (en 1968), le condujo a mantener estrechas relaciones con Moscú y, según fuentes fidedignas, hasta con el KGB.
 
La tercera fuente de esta política "europea" –siempre según Murawiec– fue la obsesión por separar Francia del "bloque anglosajón" (que había liberado Francia y Europa de los nazis, digo yo de paso), sin perder la menor ocasión de debilitar la política norteamericana en Europa, así como la inglesa, de intentar convencer a Alemania de que tenía interés en separarse de los angloamericanos y apoyarse en Francia y de dominar la Comunidad Europea, todo ello siempre apoyándose en la URSS.
 
Así, cuando De Gaulle vuelve al poder en 1958 se autoproclama jefe de una extraña coalición internacional heteróclita: "comunistas nacionales", cleptócratas del Tercer Mundo, dictadores corporatistas o "petrocorruptos" de América Latina, el frívolo rey de Camboya, los reyezuelos africanos instalados o mantenidos por las tropas francesas, el mundo árabe adulado, armado y cortejado... Y, ¡no faltaba más!, la sangrienta China de Mao.
 
Murawiec concluye su estupendo artículo señalando que cuando, en 2002, Chirac y Villepin quisieron organizar y dirigir el "campo de la paz" –"vieja retórica soviética"–conjugaron la estrategia "sueca" con la gaullista y la kojeviana. "El triunfo de una diplomacia que alía el utopismo a la pretensión, la arrogancia a la ineficacia, la irrealidad a la inmoralidad, ha encontrado el 29 de mayo una conclusión: la 'euroideología', ese proyecto gaullo-kojevo-sueco, ha muerto. Para seguir adelante, enterrémoslo".
 
Personalmente, no estoy del todo convencido de que la idea de una Europa-fortaleza antiyanqui –que para subsistir y prosperar es capaz de aliarse con lo peor, hasta con Al Qaeda– haya muerto del todo el 29 de mayo, pese a haber sufrido una importante derrota. Pero hay suficientes datos para ser razonablemente optimistas, pese a la España actual, de cháchara y pandereta.
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