Legatum es un centro independiente con sede en Londres, y su índice evalúa el rendimiento de 104 países que engloban el 90 por ciento de la población mundial. Analiza el tiempo que se tarda en crear una empresa, el respeto que se tiene a los contratos, los niveles de seguridad y salubridad... Por eso sus datos ofrecen una visión de conjunto sobre cada país estudiado.
En el ránking de Legatum, Finlandia está en el primer puesto, seguido de Suiza y otros países europeos pequeños. Estados Unidos está en el puesto 9º –es la nación grande más próspera–, Gran Bretaña en el 12º, Alemania en el 14º, Japón en el 16º y España en el 18º.
A las naciones populistas latinoamericanas les va muy mal: Venezuela está en el puesto 74º, Bolivia en el 73º y Ecuador en el 71º. No resulta sorprendente. El presidente ecuatoriano, Rafael Correa, firma acuerdos bilaterales con la Venezuela de Chávez y da la espalda, comercialmente hablando, a EEUU. Es más, su gobierno ignora la contaminación atmosférica que produce la empresa Petroecuador, en contra de las recomendaciones de sus propios socios, como Chevron, debilitando así el imperio de la ley y alejando a otros inversionistas. Sin embargo, reclama a Chevron miles de millones de dólares... ¡por la contaminación causada por Petroecuador! Además, impone costosas restricciones a los empresarios y daña las relaciones comerciales del país.
A Venezuela le va peor por la cantidad de expropiaciones industriales en sectores como los relacionados con el petrolero, el acero y la banca, lo cual ha debilitado considerablemente la actividad empresarial y el crecimiento económico nacionales. Venezuela se ha colocado, económicamente hablando, en el nivel de las naciones africanas; y en punto a calidad gubernamental, se sitúa al nivel del Zimbabue de Mugabe. En encuestas que garantizan a los encuestados el anonimato, los venezolanos manifiestan su oposición a los poderes especiales y despóticos que Chávez se ha adjudicado. Por otro lado, Caracas se ha convertido en una de las ciudades más peligrosas del continente.
El presidente boliviano, Evo Morales, ha seguido el ejemplo de Chávez, y logrado empobrecer aún más a su país, el más pobre de América.
La situación es mucho mejor en los países que abren sus puertas al comercio internacional y protegen la libertad y la seguridad personales. Y aunque ningún país latinoamericano está entre los primeros 30, a varios les va muy bien: Brasil está en los primeros lugares de entre las economías que se están desarrollando rápidamente y ocupa el puesto 40º, muy por delante de Rusia (70º), la India (45º) y China (75º). Uruguay ocupa el primer puesto (33º) entre todos los países latinoamericanos: con una población educada y pocas regulaciones en los ámbitos comercial e industrial, ha atraído las inversiones extranjeras.
Chile, en el puesto 36º, sirvió de modelo a Uruguay. Goza de libertad económica desde hace 30 años, tiene unos niveles arancelarios muy bajos y su gente es cada día más próspera. Además, fue pionero en la privatización del Seguro Social.
No queda duda alguna de que la libertad es esencial para alcanzar la prosperidad. El Índice Legatum nos muestra que, si quiere alcanzar unos mayores niveles de prosperidad, América Latina tendrá que rechazar el populismo y permitir la expansión del libre mercado y del imperio de la ley.
© AIPE
ROGER BATE, miembro del American Enterprise Institute (Washington DC).
En el ránking de Legatum, Finlandia está en el primer puesto, seguido de Suiza y otros países europeos pequeños. Estados Unidos está en el puesto 9º –es la nación grande más próspera–, Gran Bretaña en el 12º, Alemania en el 14º, Japón en el 16º y España en el 18º.
A las naciones populistas latinoamericanas les va muy mal: Venezuela está en el puesto 74º, Bolivia en el 73º y Ecuador en el 71º. No resulta sorprendente. El presidente ecuatoriano, Rafael Correa, firma acuerdos bilaterales con la Venezuela de Chávez y da la espalda, comercialmente hablando, a EEUU. Es más, su gobierno ignora la contaminación atmosférica que produce la empresa Petroecuador, en contra de las recomendaciones de sus propios socios, como Chevron, debilitando así el imperio de la ley y alejando a otros inversionistas. Sin embargo, reclama a Chevron miles de millones de dólares... ¡por la contaminación causada por Petroecuador! Además, impone costosas restricciones a los empresarios y daña las relaciones comerciales del país.
A Venezuela le va peor por la cantidad de expropiaciones industriales en sectores como los relacionados con el petrolero, el acero y la banca, lo cual ha debilitado considerablemente la actividad empresarial y el crecimiento económico nacionales. Venezuela se ha colocado, económicamente hablando, en el nivel de las naciones africanas; y en punto a calidad gubernamental, se sitúa al nivel del Zimbabue de Mugabe. En encuestas que garantizan a los encuestados el anonimato, los venezolanos manifiestan su oposición a los poderes especiales y despóticos que Chávez se ha adjudicado. Por otro lado, Caracas se ha convertido en una de las ciudades más peligrosas del continente.
El presidente boliviano, Evo Morales, ha seguido el ejemplo de Chávez, y logrado empobrecer aún más a su país, el más pobre de América.
La situación es mucho mejor en los países que abren sus puertas al comercio internacional y protegen la libertad y la seguridad personales. Y aunque ningún país latinoamericano está entre los primeros 30, a varios les va muy bien: Brasil está en los primeros lugares de entre las economías que se están desarrollando rápidamente y ocupa el puesto 40º, muy por delante de Rusia (70º), la India (45º) y China (75º). Uruguay ocupa el primer puesto (33º) entre todos los países latinoamericanos: con una población educada y pocas regulaciones en los ámbitos comercial e industrial, ha atraído las inversiones extranjeras.
Chile, en el puesto 36º, sirvió de modelo a Uruguay. Goza de libertad económica desde hace 30 años, tiene unos niveles arancelarios muy bajos y su gente es cada día más próspera. Además, fue pionero en la privatización del Seguro Social.
No queda duda alguna de que la libertad es esencial para alcanzar la prosperidad. El Índice Legatum nos muestra que, si quiere alcanzar unos mayores niveles de prosperidad, América Latina tendrá que rechazar el populismo y permitir la expansión del libre mercado y del imperio de la ley.
© AIPE
ROGER BATE, miembro del American Enterprise Institute (Washington DC).