En esa entrevista, el emancipado –y multimillonario– Omar confesó que no está de acuerdo con su padre, aunque sí está orgulloso de su apellido, y que se negó rotundamente a revelar el paradero de aquél cuando se lo exigieron los emisarios del presidente Bush. Tampoco tenía claro que los miembros de Al Qaeda fueran terroristas. Refiriéndose al 11-S, manifestó: "Yo no sé quién está detrás de esos ataques, y punto". Volviendo al presente, añadió:
No sé qué pasa con la gente de Al Qaeda, al parecer ahora están en muchos y diversos países y preparan muchas cosas. A veces tienen diferentes puntos de vista: algunos de ellos son gente amable (sic), otros son malvados, otros religiosos, otros terroristas, parte de ellos son razonables (sic), pero todos abandonan a sus familias y encuentran la hospitalidad de mi padre.
Sí, es el candidato ideal para actuar como vocero de la paz... de los cementerios.
Golpes dolorosos
Lo cierto es que esto de la Alianza de Civilizaciones es un comodín del que se valen, sobre todo, y valga la paradoja, los enemigos de nuestra civilización, que la interpretan como una Alianza de Claudicaciones en la que ellos salen ganando. Las claudicaciones son, en verdad, la clave del asunto. Y los islamistas tenían claro desde el vamos cuál era el político español que, por su naturaleza acomodaticia, serviría mejor a sus planes. En un libro titulado Ben Laden, la destruction programée d´Occident, Roland Jacquard, presidente del Observatorio Internacional de Terrorismo, y el periodista argelino Atmane Tazaghart, director de la revista panárabe Aj Majalla, reproducen un documento difundido en el 2003 en una web islamista en el que se enumeran "pasos prácticos de la gloriosa yihad en Irak" y en el que se lee:
Para forzar al Gobierno español a retirarse de Irak, la resistencia debe asestar golpes dolorosos a sus fuerzas, además de acompañar una campaña mediática que explique la realidad de la situación iraquí. Para eso, conviene explotar al máximo la proximidad de la fecha electoral de las legislativas españolas que tendrán lugar a lo largo del tercer mes del año próximo.
Dicho y hecho. Igualmente, Tazaghart opinó que España ya era un objetivo para Al Qaeda, con o sin implicación en la ocupación militar de Irak:
España forma parte del mundo occidental y Al Qaeda detesta a Occidente porque tiene una visión dogmática del mundo.
El politólogo liberal Michael Ignatieff, cuyas opiniones ponderadas siempre resultan esclarecedoras, también se ocupó de esta cuestión, con la mirada puesta en las bombas del 11-M en Atocha:
No puedo creer que cuando los españoles fueron a las urnas tres días después delatentado estuvieran votando libremente (...) Lo que creo es que toda la gente que votó aquel domingo estaba bajo el efecto del terror, del miedo o de las mentiras, y eso es inaceptable. (...) No tengo nada que objetar sobre el resultado de las elecciones; lo único que digo es que hubo un intento deliberado de intimidar a una sociedad democrática (...) Y creo que a nadie le beneficia fingir que la democracia no resultó gravemente perjudicada porque sí lo fue.
A lo cual habría que sumar, aunque Ignatieff respetuosamente lo omita, las manifestaciones antiterroristas burdamente manipuladas para convertirlas en manifestaciones contra Aznar y Bush, la interferencia de Alfredo Pérez Rubalcaba durante el día de reflexión, las consignas de "¡Pásalo, pásalo!" y el acoso a las sedes del PP.
En vísperas de las elecciones legislativas del 2008, los islamistas no necesitaron recurrir a los atentados porque la Alianza de Claudicaciones ya les había despejado el camino. El presidente de la Junta Islámica, Mansur Escudero, pidió el voto para los "partidos progresistas"; y fue aún más lejos:
Analizando la postura del PSOE y del PP, sí puede verse cómo los socialistas han avanzado, aunque tímidamente (sic), en las legislaciones en defensa de la igualdad entre las confesiones religiosas, algo que el PP no hizo en ocho años de gobierno. Un gobierno del PP supondría un retroceso de la libertad religiosa.
La Meca de Occidente
La Junta Islámica ya había pedido, siempre por boca de Mansur Escudero, la conversión de Córdoba en "La Meca de Occidente", y el otorgamiento de la nacionalidad española a todos los descendientes de los moriscos expulsados de España que hoy residen en Marruecos, Argelia, Túnez, Libia, Mauritania y Mali. Reivindicación, esta última, que había sido aprobada en el encuentro "Los andalusíes en la Alianza de Civilizaciones", celebrado en Chauen (Marruecos). Escudero se explayó largamente sobre estos temas.
Si hubiese voluntad política, Córdoba podrá convertirse en un referente a nivel mundial de encuentro multicultural, (...) la ciudad califal tiene los elementos suficientes para acceder a esto, por su historia y las huellas que quedan del pasado.
Y por pedir, que no quedara:
Que la mezquita de Córdoba sea de uso universal y abierta a todo el mundo. Pensamos que sería un referente importantísimo para que Córdoba se presentara ante el mundo como una ciudad de encuentro de civilizaciones.
En fin, Escudero denuncia la campaña de Estados Unidos contra el terrorismo, que él considera injustificada y alimentada por intereses espurios, y afirma: "La contraaestrategia debe ser la Alianza de Civilizaciones". ¡Increíble!
En su libro La yihad en España. La obsesión por reconquistar Al Ándalus, el diplomático, legislador e historiador Gustavo de Arístegui desmonta implacablemente el mito del Al Ándalus tolerante y multicultural que los islamistas utilizan como cebo para cazar a frívolos e ignorantes.
Los abusos, las expulsiones y las conversiones forzadas existieron en ambas partes, y desde luego empezaron con la presión política, social y sobre todo fiscal de los musulmanes (por la obligación que tenían los cristianos y judíos como gentes del Libro de contribuir con el impuesto religioso especial), y se agravaron con la matanza que recoge el historiador Ibn al Jatib y que cita Sánchez Nogales en su libro cuando el emir almohade Abdelmunim exterminó a todos los cristianos tras su toma de Granada. También es importante recordar a este respecto el decreto de conversión forzosa dictado por su sucesor, Abu Yusuf Yakub, que prohibió la práctica de cualquier religión que no fuera el islam, pero el islam oficial, persiguiendo cualquier práctica "impía, laxa o desviacionista". Es éste un ejemplo temprano del lenguaje que se ha hecho tan común entre los fanáticos de los siglos XX y XXI.
Hubo, sin embargo, un ejemplo de convivencia y tolerancia: Toledo en tiempos de Alfonso el Sabio,
rey que sí respetó a musulmanes y judíos, que dio un impulso a la cultura de la tolerancia como nunca hasta entonces se había conocido en la Edad Media.
Una frase lapidaria
Como se ve, todo remite al sello de la Alianza de Claudicaciones, que fue creada con el nombre equívoco de Alianza de Civilizaciones por el presidente de Gobierno José Luis Zapatero, quien presentó su criatura en la ONU el 21 de septiembre del 2004. Era la época en que ZP todavía ambicionaba que le concedieran el premio Nobel de la Paz gracias, también, a su fuga de Irak, a su proyectada claudicación ante el terrorismo etarra, a sus concesiones al soberanismo catalán y a su actividad como emisario de la dictadura castrista ante la UE. El secretario general de la ONU dio su asentimiento al engendro con la misma resignación con que accede, por razones de oficio, a los caprichos de algunos socios menores de su desacreditado club. Y el presidente Obama debió de pasarle la pelota a algún funcionario subalterno encargado de encauzar los desmadres de los gobernantes fallidos. Pero el que enseguida se mostró dispuesto a compartir el mando de la desarbolada nave fue el primer ministro de Turquía, Recep Tayyip Erdogan. El mismo que cuando era alcalde de Estambul pronunció una frase lapidaria que le valió una estancia en la cárcel por incitar al odio religioso:
Los alminares son nuestras bayonetas, las cúpulas nuestros cascos, las mezquitas nuestros cuarteles y los creyentes nuestros soldados.
Los movimientos sociales que se oponían a la construcción de minaretes en Suiza incorporaron esta amenaza a los carteles que pedían el voto por el no en el referéndum, lo que los ayudó a obtener una mayoría del 57 por ciento. Erdogan definió este resultado como "una actitud crecientemente fascista y racista en Europa", exhortó a los musulmanes ricos a retirar su dinero de Suiza y a depositarlo en Turquía e invocó, faltaría más, la Alianza de Civilizaciones.
La Alianza de Capitulaciones insiste en presentar a Erdogan como un líder "moderado", olvidando no sólo aquella frase lapidaria sino el resto de su trayectoria política, inseparable de la religiosa. Precisamente el reciente fallecimiento de Necmettin Erbakan, autor del manifiesto Milli görus ("Visión nacional"), ayudó a recordar su persistente influencia sobre Erdogan y sobre Abdulah Gül, actual presidente de Turquía. Ambos asistieron al funeral multitudinario de Erbakan, donde sus partidarios lo despidieron al grito de "Alá es grande" y "Erbakan, luchador por la fe islámica". El primer ministro Erdogan fue explícito: "Siempre le recordaremos con gratitud por lo que nos enseñó y por su carácter perseverante".
¿Qué fue lo que les enseñó? El Milli görus destilaba una visión antieuropeísta y pregonaba la vuelta a las raíces de la cultura turca, que a su juicio eran islámicas. Ese retorno debía producirse paulatinamente, y para lograrlo fundó dos partidos políticos, Rafah (Prosperidad) y Fazilet (Virtud), que fueron prohibidos en 1998 y en el 2001, respectivamente, porque la justicia consideró que atentaban contra los principios laicos de la república. Cuando Erbakan ocupó el cargo de primer ministro, en febrero de 1997, sólo duró un año: el ejército, garante según la Constitución kemalista de la laicidad del Estado, juzgó que su política de reislamización atentaba contra este principio fundamental de la República, y lo derrocó. Vistos los fracasos de su maestro, Erdogan y Gül optaron por la vía gradual para alcanzar los mismos fines y fundaron el partido que hoy gobierna, el AKP, o de la Justicia y el Desarrollo.
Represión e intimidación
La oposición laica teme que el proceso de islamización esté reforzado por otro de represión e intimidación. A comienzos de marzo fue detenido el periodista del diarioMilliyet Nedim Sener,que antes había sido amenazado de muerte varias veces y que en el 2009 fue elegido Héroe de la Libertad de Prensa Mundial por la Asociación Internacional de Prensa. También fue detenido otro periodista prestigioso, Ahmet Sik. Tanto Sener como Sik han revelado, en artículos y libros, los entresijos de una organización islamista radical, liderada por el clérigo Fettulah Gülen, que se estaría infiltrando en el ejército, las fuerzas de seguridad y los servicios de inteligencia. Los medios laicos y kemalistas asisten con alarma a este deslizamiento progresivo hacia un Estado teocrático de cuño iraní.
Los claudicantes se ufanan de sus lazos con los "moderados", pero De Arístegui nos advierte:
Hay partidos que haciendo gala de un tono moderado defienden programas de gobierno muy extremistas y de fuerte contenido rigorista. Así se muestran en muchos temas esenciales, como la igualdad de todos ante la ley, especialmente en lo que concierne a los derechos de la mujer.
De Arístegui también destaca que, en el terreno individual, para el islam ultraconservador, y especialmente para el islam radical, es lícito "disfrazarse, disimular y camuflarse para evitar ser reconocidos por el enemigo (...) son finalistas: para ellos el fin justifica plenamente los medios".
Si se trata de sobrevivir y esperar la situación propicia para lograr los objetivos finales, es plenamente aceptable beber alcohol, renegar de la fe, parecer un occidental degenerado, con tal de que sirva para lograr sus sagrados objetivos finales, siempre y cuando en lo más profundo de su conciencia exista la firme e inequívoca voluntad de pecar en beneficio de la Yihad.
Este fue el procedimiento de mimetización con el entorno que emplearon los terroristas que atentaron contra las Torres Gemelas.
Barrera a la islamización
Walter Laqueur aborda el tema de la "batalla por Oriente Medio" sin caer en las trampas del optimismo compulsivo. Después de descartar la influencia, en Túnez y Egipto, de los minúsculos partidos supuestamente democráticos, dictamina, con descarnado realismo: "La verdadera alternativa es el islamismo, los Hermanos Musulmanes y los salafistas, los fundamentalistas aun más extremistas". Y razona que, si bien los Hermanos Musulmanes han renunciado aparentemente a la violencia, y optado por la vía parlamentaria porque saben que pueden obtener una relativa mayoría, tal vez incluso una mayoría absoluta, lo cierto, continúa Laqueur, es que "siguen creyendo que la charia debería ser la legislación básica vigente en su Estado islámico, que debería guiarse de acuerdo con la wilayat al faqih, el gobierno de las autoridades religiosas y no laicas".
Son contrarios a la igualdad de derechos en el caso de las minorías religiosas y étnicas y de las mujeres, que es como decir la mayoría de la población. Y se opondrán al Occidente laico que con sus ideas y cultura socava el orden que desean instaurar.
En este mar de contradicciones queda por señalar una última, que concierne a nuestra sensibilidad democrática. La subraya Edward N. Luttwak:
A Turquía ciertamente le queda un trecho por recorrer. Desde luego, la UE plantea un requisito esencial, la abrogación de la autoridad política de las fuerzas armadas, lo que para el AKP es miel sobre hojuelas, pues estas fuerzas son precisamente la principal barrera contra la islamización.
Si queremos blindar nuestra civilización contra las amenazas del fundamentalismo, sea este religioso o político, no podemos despreciar ninguna de las barreras que lo frenan. Occidente no puede volver a tropezar con la misma piedra que lo hizo caer cuando entregó Irán a los ayatolás y Afganistán a los talibanes. El legado de Kemal Ataturk es preferible, con creces, al de Jomeini.