En los terrenos de aridez ideológica en los que nos movemos desde hace ya un cierto tiempo, las búsquedas de nuevos rostros no hacen más que poner de manifiesto las gruesas grietas que los dibujan.
La irrupción de Podemos, además, ha puesto a los tres candidatos que aspiran a la Secretaría General del PSOE mirando firme hacia la izquierda pero girando la cabeza del todo. Ya no vale mirar a la izquierda por el rabillo del ojo. Ahora ya no hay vista que la alcance. Hay que traspasar muros y demás. Y nunca mejor dicho. Hay que retroceder al siglo pasado y trepar por El Muro.
Lo cual, en sí mismo, es ya una aplastante contradicción. Puesto que no hay nada fresco en el ala más izquierdosa de la izquierda que no haya sido probado como ineficiente, ineficaz y empobrecedor para la sociedad. Por no irme a sus más letales consecuencias. Con lo que la tarea que tiene por delante es más dura si cabe. Y el aliento en la nuca cada día más calentito.
El casi siempre lúcido y avispado Juan Carlos Rodríguez Ibarra apuntaba esta misma semana en una entrevista radiofónica que recomiendo vivamente escuchar que "a un ciudadano le importa saber qué y cómo piensa el partido y le importa un pepino la forma en la que se eligen los candidatos", refiriéndose, obviamente, a los rutilantes aspirantes.
Y prosigue haciendo hincapié en la desfiguración del centro-izquierda que muchos votantes en España tienen como referente y cómo éste se va poco a poco desdibujando o cómo se desenfocan asuntos que alguien con un mínimo de preparación y visión política jamás plantearía. Tales como si ser monárquico es de derechas o ser republicano de izquierdas, como algún joven aspirante e inexperto pretende introducir en el ya de por sí sobresaturado de vacuidades panorama político español.
Ahora priman las lecciones muy de Barrio Sésamo. Así que regresamos al cerca o lejos, alto o bajo, azul o rojo y monárquico o republicano.
Y, aunque de vez en cuando una clase de primaria a modo de refresco no viene mal, no creo que estemos en condiciones de perder demasiado el tiempo.
Porque razón no le falta al expresidente de la Junta de Extremadura cuando destaca el hecho de que ninguno, hasta el momento, ha aportado una sola idea. Algo bastante descorazonador, francamente.
Pero, a pesar de que las nuevas formaciones en España que han asomado revolotean en el ala izquierda, no debería el centro-derecha relajarse demasiado, ya que cada día son más los votantes conservadores, democratacristianos, liberales o de centro que demandan más ideas, además de procurar una buena gestión, que ya se le supone.
En demasiadas ocasiones imagino a candidatos con vendas en los ojos dando palos al aire para ver si consiguen la piñata. Y esa, y no otra, es mi sensación. Así lo digo.