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Enrique Navarro

Rusia se prepara para la guerra

Ucrania acepta el reto ruso ampliamente respaldada por la OTAN; ni que decir tiene que la diplomacia europea sigue en su sueño eterno.

Ucrania acepta el reto ruso ampliamente respaldada por la OTAN; ni que decir tiene que la diplomacia europea sigue en su sueño eterno.
Vladímir Putin. | EFE

El incidente que se produjo a mediodía del miércoles en aguas internacionales del Mar Negro entre una flota occidental y fuerzas militares rusas no es ni casual ni mucho menos inocente. Sin embargo, Moscú ha dedicado más tiempo a publicitar una irrealidad que a explicar la realidad de lo ocurrido, que no es más que una nueva provocación de Rusia a Occidente.

Para comprender lo que ha sucedido hay que retrotraerse unas semanas.

La anexión ilegal de Crimea por parte de Rusia en 2014, más allá de la cuestión sentimental, tiene unas claras explicaciones estratégicas. La primera, el control de la salida al mar de Ucrania. Con ello Rusia consigue anular estratégicamente a su enemigo y amenazar su viabilidad económica. Además, desde sus bases aéreas militares de Crimea controla el Mar Negro.

Sin embargo, hace dos meses desplegó casi cien mil hombres, especialmente en la frontera sur de Ucrania, alrededor de Odesa, en su mayor despliegue militar contra Europa Occidental desde el final de la Segunda Guerra Mundial. El tamaño de este despliegue, con su alto coste, no es compatible con una simple amenaza, sino que evidenciaba la inminencia de un ataque para invadir el sur de Ucrania, sobre todo el puerto de Odesa, el pulmón de Ucrania. Con el argumento de una minoría rusa con sus supuestos derechos vulnerados por las políticas de ucranificación, Rusia se preparaba para tomar la ciudad, que se halla a noventa kilómetros por tierra de su territorio –y por mar a menos de sesenta–... y a unos 150 de una frontera de la OTAN –en Rumania.

De forma sorpresiva, Moscú decidió retirar sus efectivos de la frontera rusa hace unas semanas, lo que tiene que ver con la reacción norteamericana de enviar tropas a la frontera ucraniana y desplegar a la VI Flota en el Mar Negro, en una clara advertencia para que Rusia se olvidara de la posibilidad de un conflicto regional como el de 2014.

Lo que ha ocurrido esta semana no es algo nuevo; Rusia lleva años hostigando a Europa, con continuas incursiones de bombarderos con capacidad nuclear sin planes de vuelo y los transpondedores apagados, lo que se haría en caso de un ataque real. En abril de 2016, varios SU-24 volaron de forma amenazadora a menos de treinta metros del destructor norteamericano Donald Cook en el Báltico durante dos días, lo que en otras circunstancias hubiera supuesto el lanzamiento de misiles; y en noviembre de 2018 dos SU-24 con el armamento activado sobrevolaron la fragata belga Godetia durante una misión de la OTAN en aguas internacionales.

En este ambiente tan conflictivo, tanto Reino Unido, que nunca ha olvidado su presencia en la zona durante siglos, como Estados Unidos activaron un mecanismo para impedir que Rusia ahogase a Ucrania fortaleciendo la capacidad militar de ésta, especialmente en el ámbito naval.

En este contexto, dos días antes, el viceministro de adquisiciones del Ministerio de Defensa británico, Jeremy Quin, y primer Lord del Almirantazgo, Tony Radakin, junto con el viceministro de Defensa de Ucrania y el director del astillero naval Babcock, firmaron sobre el destructor de última generación HMS Defender, del tipo 45, que fue atacado por Rusia este miércoles, un acuerdo de cooperación para impulsar las capacidades de la Marina ucraniana con el soporte de Reino Unido, lo que incluye la construcción de nuevas plataformas navales, la adquisición de armamento embarcado, entrenamiento de personal de la Armada ucraniana y la obtención de dos buques cazaminas de la clase Sandown.

Como afirmó el viceministro de Defensa de Ucrania, esta colaboración servirá a Kiev para la adquisición de misiles y su integración en patrulleras, plataformas aéreas, el desarrollo de ocho buques rápidos con misiles y la creación de una nueva base naval en el Mar Negro, que será la cabecera de la Armada ucraniana y una segunda en el Mar de Azov. Es decir, Ucrania acepta el reto ruso ampliamente respaldada por la OTAN; ni que decir tiene que la diplomacia europea sigue en su sueño eterno.

Las partes indicaron que la OTAN está comprometida con la seguridad de Ucrania, su integridad territorial y su soberanía, lo que se pone de manifiesto con la presencia de varios buques del grupo aeronaval británico, su fuerza principal, y de otros buques aliados. En definitiva, Occidente esta semana ha mostrado su disposición a defender a Ucrania militarmente.

Rusia, conocedora de la firma de este acuerdo, que la tiene como destinataria directa, organizó unas maniobras militares en la zona con el fin de hostigar a la flota occidental, formada por el destructor norteamericano US Laboon –que pertenece al grupo aeronaval norteamericano en el Mediterráneo–, el británico Defender y la fragata holandesa Evertsen, que estaba respaldando la firma de tan estratégico acuerdo.

Rusia ha argumentado que el buque británico, en su salida del puerto de Odesa, penetró –algo menos de dos millas– en el mar territorial de Crimea a mediodía, sin contar con permiso alguno, y que permaneció en esas aguas durante veintitrés minutos, tiempo demasiado corto para una interceptación salvo que las unidades rusas ya estuvieran desplegadas en la zona, seguramente en aguas internacionales. Las bombas usadas por los aviones rusos SU-22 son totalmente inapropiadas para un buque, por lo que se demuestra que no fueron aviones que salieron a interceptar los buques sino que ya estaban en operación en la zona.

No tiene ningún sentido que la flota occidental entrara en aguas rusas, ya que en su derrota hacia Georgia quedaba a suficiente distancia del mar territorial ilegalmente anexionado por Rusia por la vía aceptada internacionalmente para dejar el puerto de Odesa. Pero si eso fuera poco, el pasado lunes la Marina americana publicó un informe detallando cómo las dos fragatas, una británica y otra holandesa, acosadas habían sido posicionadas de forma fake por Rusia a dos millas del puerto ruso de Sebastopol, cuando las webcams del puerto de Odesa las mostraban en el puerto.

Es decir, Rusia ya estaba preparando esa maniobra que tenía como objetivo mostrar a Occidente su disposición a defender sus intereses en la zona, con unos modos inapropiados, salvo que estuviéramos en una situación prebélica. Según la información disponible, el fuego contra el buque se hizo a gran distancia, así como el lanzamiento de las bombas, por lo que más que una interceptación fue un gran circo montado una vez más por Rusia. Incluso después de este incidente, todavía la situación era crítica, con más buques rusos acosando a destructores norteamericanos.

No podemos aislar este fenómeno de todos los que se han producido estos días, ni interpretarlo al margen de las acciones militares y los ciberataques que continuamente Rusia está ejecutando sobre intereses occidentales. Lamentablemente, la guerra fría ha vuelto y Europa una vez más está bajo la amenaza de un conflicto de consecuencias incalculables. Parar a Rusia en Ucrania es el eje central para evitar una guerra que no sabemos a dónde podría conducirnos, aunque quizás podríamos indultar a Rusia por razones de utilidad pública y por representar a millones de rusos y resolver el conflicto.

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