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Enrique Navarro

¿Qué más puede salir mal con Marruecos?

La seguridad de España depende de Marruecos, ésta es la decisión estratégica más importante que España tomó en 1992 al reducir su gasto en defensa.

La seguridad de España depende de Marruecos, ésta es la decisión estratégica más importante que España tomó en 1992 al reducir su gasto en defensa.
Cientos de inmigrantes marroquíes esperan para entrar en Ceuta | EFE

La semana pasada el gobierno marroquí tomó la decisión de comenzar la segunda parte de la operación olla a presión, consecuencia de la pérdida de rumbo en nuestras relaciones con Marruecos; una vez más, entre la derecha nacionalista española y la izquierda nos pueden abocar a una crisis sin precedentes en nuestra historia reciente.

Los musulmanes suelen dar mucha importancia a los gestos, porque dicen mucho de la amistad, y de la fraternidad; no entienden que sus amigos les maltraten y muchas de estas reacciones si bien son extemporáneas, son comprensibles.

La toma de Perejil y las abortadas acciones de amenazas sobre los peñones de soberanía española, tuvieron como causa una supuesta molestia al rey descansando en su yate, supuestamente por aviones españoles. Seguramente la historia tiene escaso fundamento pero el cabreo de su majestad resonaba con fuerza en las dependencias militares marroquíes.

En la actualidad, otro gesto de inopia diplomática, acoger por razones humanitarias de forma subrepticia -cómo se hacen las cosas cuando se saben que están mal hechas-, al líder del Polisario, según Marruecos el enemigo público número uno, cuando debería haberse hecho en coordinación con las autoridades marroquíes nos ha conducido a la activación del plan marroquí de tantear, una vez más, hasta dónde estamos dispuestos a llegar los españoles por defender nuestra soberanía e intereses.

Curioso esto de los movimientos de liberación que cuando se enferman no van a Argel o Moscú sino a España o Francia. No nos equivoquemos lo que pasa y va a ocurrir en los próximos días en nuestras ciudades autónomas es una acción coordinada y dirigida por Rabat para meter presión a las autoridades españolas y de paso ver si un gobierno que anima a los nacionalistas en España a seguir la vía de la autodeterminación, también estaría dispuesto a abandonar nuestras ciudades para evitar un conflicto o simplemente para seguir gobernando.

La seguridad de España depende de Marruecos, ésta es la decisión estratégica más importante que España tomó en 1992 cuando decidió reducir su gasto en defensa hasta llevarlo al mínimo de la Alianza Atlántica. Cuando un país externaliza su seguridad se convierte en un estado vasallo y debe encomendarse y plegarse a los deseos de su señor, que se llama Mohamed, o Biden o Macron.

Siendo ésta nuestra decisión, los dos pasos siguientes deberían ser calificar a sus enemigos como los nuestros; pero no, encima les tocamos los ‘dídimos’ con instituciones de todas partes solidarizándose con los saharauis, y acogiendo a su líder, terrorista número uno en la terminología marroquí en nuestra sanidad pública y registrándole con nombre falso; ¡Hay que pillines que somos! La segunda decisión debería ser colaborar en aquellos asuntos que son de interés mutuo, que son muchos, pero no, seguimos poniendo al mismo nivel al Frente Polisario y a Marruecos.

Estados Unidos entendió perfectamente que la seguridad en el Sahel depende de la estabilidad y fuerza de Marruecos, hasta tal punto que se ha convertido en su mayor cliente militar, superando a la ostentosa Arabia Saudita, y ello ha venido acompañando del reconocimiento del Sahara como parte de Marruecos, y a continuación se inició un acercamiento entre Marruecos e Israel que concluirá con un reconocimiento diplomático. Francia, sin llegar tan lejos, se ha mostrado como un aliado más fiel del régimen de Rabat que España; y nosotros que queremos estar en Pinto y Valdemoro a la vez.

A corto y medio plazo, que es lo que preocupa a los gobernantes, la vuelta al status quo pasa por reconocer lo evidente, las relaciones con Marruecos son el puntal de nuestra seguridad y todos los demás asuntos por legítimos que puedan ser deben pasar a segundo plano. En estos años, en los que las fuerzas de seguridad marroquíes, han detenido a los inmigrantes subsaharianos con unos medios que no pasarían el menor filtro humanitario, nadie se ha preguntado cómo se estaba garantizando nuestra seguridad, y como a nadie le interesaba sacar el tema, pues no pasaba nada; ahora el gobierno marroquí no sólo permite que subsaharianos salten la valla sino que ha reclutado jóvenes, varones la gran mayoría, no se dejan las cosas de la guerra a las mujeres en Marruecos, simplemente para sembrar el caos y meter presión. En definitiva, en términos estratégicos esto es más grave que el lanzamiento de cohetes sobre Israel.

España tiene dos opciones, o mantenemos nuestros principios y nuestra independencia política y eso pasa por una política activa de seguridad contra Marruecos, exhibiendo el músculo, lo que iría contra los intereses de España y de Occidente y para lo cual hace ya siglos que perdimos la experiencia, o nos replanteamos qué hacemos con nuestra posición en el Sahara.

La izquierda y la derecha nacionalista se sienten como aquellos franceses sentían a los argelinos como una provincia a la que no se puede abandonar. El hecho real es que ya una vez les dejamos solos y nos fuimos, plegándonos a la actitud de abandono estratégico de nuestro frente sur y aquella decisión en términos geoestratégicos para España fue buena, la alternativa seguramente nos hubiera llevado a una guerra que hubiera retrasado años la transición democrática.

Pero es que España tiene otro problema añadido, que nuestro gran segundo aliado estratégico en el sur es Argelia, y que ésta con el apoyo de Rusia y China soporta al Frente Polisario en su guerra contra Marruecos. Y no olvidemos que desde comienzos de siglo la carrera de armamento más intensa no se ha dado en Asia o Europa, sino entre Marruecos y Argelia, y estas cosas casi nunca acaban bien.

Como señala un dicho árabe los occidentales tienen reloj y los árabes el tiempo, de manera que nosotros pensamos cómo resolver el problema de hoy mientras que los marroquíes pueden pensar en términos estratégicos a veinte años vista. Pero no olvidemos los hechos; en 2019 Rabat extendió de forma unilateral e ilegítima la zona económica exclusiva en la zona de Canarias, y eso no es sólo para quedarse con las reservas del subsuelo marítimo del monte Tropic ricas en telurio, con el que construir paneles solares para abastecer a España energéticamente, sino que implica un acto de no reconocimiento de soberanía española sobre Canarias; pero bueno eso son cosillas sin importancia. Luego se cerró la aduana comercial para asfixiar Melilla hace año y medio y en los últimos meses se prohibió el contrabando del que viven los barrios más pobres de Ceuta, para generar una tensión al interior de la ciudad que ha traído más delincuencia y problemas de integración. Ahora, dando un salto cualitativo, recluta personas para entrar ilegalmente en las ciudades autónomas. Esto se llama ambición estratégica.

La buena noticia es que todavía Marruecos no está preparado para ir más allá; sus enormes programas de adquisiciones están en curso y tardarán unos tres años y disponer de todo el arsenal que están adquiriendo, aviones de combate, buques, helicópteros de combate, sistemas antimisiles y de defensa antiaérea, carros de combate etc. La superioridad regional conseguida por España con la toma de Melilla por Juan de Estopiñán en 1497, está a punto de liquidarse, pero quizás para el 2050, ya todo esto se habrá arreglado. Veremos.

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