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Enrique Navarro

Carta a Volodímir Zelenski: de la guerra a la resistencia

Mientras haya un trozo de Ucrania libre y un ucraniano dispuesto a dar la vida por su país, la guerra no habrá terminado.

Mientras haya un trozo de Ucrania libre y un ucraniano dispuesto a dar la vida por su país, la guerra no habrá terminado.
El presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski. | Cordon Press

Estimado y admirado presidente

El curso de la historia nos enseña que en cada generación alguien nos pone a prueba y que es en esos momentos cuando debemos mostrar la madera de la que estamos hechos. Han tenido que ser Ucrania y usted, nacido para hacer reír, quiénes tengan que asumir el testigo que otros grandes hombres y mujeres de la historia llevaron con honor antes.

Me va a permitir el atrevimiento de que le dirija esta carta a usted y al admirado pueblo ucraniano; usted es ahora nuestro líder y su pueblo engrosa nuestras tropas.

Como ya anticipé en algún artículo hace meses, para Putin iba a ser muy difícil ocupar Ucrania, pero muy fácil destruirla. Ha tenido que echar mano de toda su artillería pesada para corregir los errores de sus generales, no muy diferente del fiasco de Afganistán. Putin cree que podrá tomar Ucrania como Alemania en 1945, con la toma de la capital cuando todavía quedaban vastos territorios por ocupar, pero se equivoca. Mientras haya un trozo de Ucrania libre y un ucraniano dispuesto a dar la vida por su país, la guerra no habrá terminado.

Se habla mucho en estos días de la incapacidad militar rusa, y es cierto, meses de preparativos no es como para quedarse sin gasolina o alimentos el primer día. Arrasar un país no es la mejor manera de liberar a su pueblo. De hecho, sabemos que la gran mayoría de los pro-rusos están luchando en el lado ucraniano.

También escucho a muchos analistas y políticos poner conjunciones adversativas cuando se habla de esta guerra; muy parecido a lo que hacía ETA, que por cierto contaban con entrenamiento y apoyo de Moscú, para justificar sus crímenes. Nada puede separarnos de una gran verdad: Rusia ha atacado despiadadamente a un país soberano aprovechándose de su armamento nuclear. No hay excusas para que no intervenga la OTAN.

En 1990, un pequeño país gobernado por sátrapas fue ocupado por Iraq. Casi un millón de hombres y mujeres, de la mayor coalición internacional de la historia se desplegaron para expulsar a los iraquíes del país invadido. No había ni artículo V, ni la defensa de un país democrático, simplemente nos asistía la defensa del orden internacional porque sin éste no hay convivencia ni futuro.

En 1990, los kuwaitíes recibieron a los aliados como liberadores, como antes los franceses o los holandeses en 1944. Yo aterricé en Iraq dos semanas después de terminar la guerra, y recorrí todo el sur, y lo que percibí allí, no en el estudio de una televisión, es que se sentían liberados. En Afganistán en 2009, sentí la misma sensación cuando hablabas con niñas que iban al colegio con su uniforme por primera vez en su vida. No tracemos líneas grises, Occidente siempre se ha movido por la defensa de los valores que nos hicieron crecer en el mundo contemporáneo, la defensa de la libertad, la igualdad y la fraternidad. Cuando nos olvidamos de estos valores, nos estamos dejando nuestras raíces y nuestra legitimidad, y por eso debemos estar ahora con usted y su pueblo.

Claro que podríamos y debíamos haber intervenido en Ucrania; ¿realmente Rusia va a hacer uso de su armamento nuclear para defender una invasión ilegítima? Si pensamos que es así, ¿qué haremos cuando invada la pequeña Estonia?; ¿por qué no vamos a tener el mismo miedo?

Presidente Zelenski, usted me recuerda al sheriff William Kane mirando el reloj para el duelo definitivo mientras todos los habitantes del pueblo se esconden, y cuando por fin sobrevive salen todos a beneficiarse de la valentía de Gary Cooper. No es que Ucrania sea miembro o no de la OTAN, es que nos faltan los arrojos para defender aquello para lo que han muerto tantos hombres en el curso de la historia, por su patria y su libertad.

Pero en España tenemos una experiencia increíble de cómo un pueblo se alzó contra el invasor más temible de su época, Napoleón. Es cierto que tuvieron un paseo triunfal por toda España, pero una vez dentro cayeron en su trampa. Subestimaron la valentía del pueblo español y sus ansias de independencia y libertad. No importaba cuántos muriesen, algunos dicen que ha sido el conflicto militar más sangriento de la historia en relación con la población, pero esos pobres agricultores, ganaderos, pescadores y comerciantes tuvieron la resolución de expulsar al invasor y lo consiguieron.

Es la hora de la resistencia, apoyada y organizada por Occidente. Los ucranianos deben aprovechar que apenas tendrán a cien mil soldados ocupándoles frente a cuarenta y cuatro millones, y los tendrán en su territorio. Debemos derrotar a Rusia en Ucrania para evitar que continúe en su espiral de guerra con Europa. Aprendamos las lecciones de la historia, no dejemos que nuestro enemigo se haga grande y atrevido por nuestra desidia o miedo, debemos pararle en Ucrania.

Es cuestión de tiempo pero vencerán, porque ya se ha demostrado que esos pobres jóvenes rusos son carne de cañón de oligarcas y sátrapas que no merecen morir y no están llamados a llevar sobre sus almas el peso de los crímenes de guerra contra niños. Cuando te falta la razón, las fuerzas decaen enseguida, y se irán un día no muy lejano. El dolor que dejan, por muy terrible que sea, nos hará más fuertes.

Occidente debe mantener las sanciones hasta que caiga el gobierno de Putin; no es de fiar y no podemos desfallecer. Serán años duros, pero nada es más importante que la guerra que mantenemos. Sabemos que nos toca sufrir para conseguir el sueño de un mundo en paz y libertad. Debemos a nuestros hijos dejarles el mundo que heredamos de nuestros padres. Por mucho ruido que escuchen, tenemos la razón; nos asiste la legitimidad y no podemos desfallecer, se lo debemos a todos cuantos sembraron con su vida la libertad de la que hoy disfrutamos.

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