Hace mucho, mucho tiempo, en una galaxia muy lejana, un menudo jedi tenía que liberar a la República de la odiosa dictadura del Imperio. El malvado Darth Sánchez intentó el secuestro de la joven princesa de un diminuto y próspero planeta del centro de la galaxia que se había rebelado antes que nadie. La princesa venció al malvado y colocó al inexperto jedi en posición de liberar a la República de la dictadura imperial, al despertar en otros planetas las ansias de libertad. Pero el joven jedi resultó atraído por el lado oscuro de la fuerza y, en vez de cumplir su misión, pactó con el Imperio y gobernó en coalición con él.
¿Un cuento? Ojalá. Los analistas hemos concluido con relativa unanimidad que esta absurda guerra que enfrenta al jedi Casado con la princesa Ayuso no tiene más finalidad que evitar que se discuta el liderazgo de Casado en el caso de perder éste las elecciones generales de 2023 para así conservar la oportunidad de volver a ser candidato en 2027. Y sin embargo… Tiene que haber algo más.
Casado, antes de atacar con su sable de luz a la indefensa princesa, decapitó a Cayetana Álvarez de Toledo con un burdo pretexto. Insultó gravemente, y sobre todo gratuitamente, a Santiago Abascal como si deseara quemar todos los puentes de comunicación con él, como Cortés quemó sus naves antes de conquistar México. No ha habido ni el más leve intento de desembarazarse de la vergonzosa y cobarde herencia de Rajoy, en especial de sus graves traiciones al electorado del PP. La cometida por Almeida con ese mismo electorado a cuenta de Madrid Central no ha sido nunca recriminada. Antes de que Ayuso ganara las elecciones, ni una sola palabra en su defensa salió de los labios de Casado cuando tacharon a su candidata de loca de extrema derecha. Encima, su lugarteniente, García Egea, no para de filtrar a El País, el periódico del sanchismo, información sobre la trifulca.
Por otro lado, Bruselas, no obstante tolerar y condescender con Gobiernos como el nuestro, de comunistas que imponen políticas radicales, no soporta Gobiernos que sean más de derechas de lo que lo sería uno demócrata-cristiano. Es como si a Casado le hubieran dicho que gobernará, sí, pero nunca con un partido como Vox, y que a lo más que puede aspirar es a hacerlo en coalición con el PSOE, eventualmente sin Sánchez, si es capaz de obtener más escaños que los socialistas en unas elecciones generales. Ya vemos cómo se las gastan con Polonia y Hungría, cómo en Francia ha salido un candidato más a la derecha que Le Pen para evitar que Marine gane las presidenciales y dónde está Salvini.
En cualquier caso, la batalla entre Casado y Ayuso es tan absurda que tiene que haber algo más que un ataque de celos.