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Emilio Campmany

Sonatina jurisperita

Messi defrauda al Fisco y el responsable penal tiene que ser quien sea menos él. Un periodista critica su juego y es condenado.

De haber leído Rubén Darío la sentencia que condena a Alfonso Ussía por haberse metido con Messi, podría haber escrito:

La Justicia está triste… ¿Qué tendrá la Justicia?
Suspira y languidece ante tan poca pericia.
Que ha perdido la venda, que ha perdido el humor,
ya su brazo no tiene la balanza romana,
y su cuerpo cubre con una toga blaugrana,
tras condenar injustamente a un escritor.

El artículo en cuestión se titulaba "Sonatina" y en él se preguntaba Ussía, parafraseando al gran Rubén Darío, qué le pasaba al futbolista argentino; para mostrar a continuación su radical desacuerdo con que hubiera sido elegido el mejor jugador del Mundial de Brasil. Las palabras de Ussía no fueron amables. Ni tenían por qué. La crítica es acerada; el sarcasmo, vitriólico; el juicio, severo; pero, francamente, no encuentro nada de injurioso en el artículo. La sentencia de la Audiencia de Barcelona que ha confirmado la de primera instancia justifica la condena diciendo que las manifestaciones incluidas en él eran

innecesarias e impertinentes para la exposición de la idea u opinión que el periodista pretende transmitir a través de su artículo.

Naturalmente, para decir que no se está de acuerdo con algo basta con eso, decirlo. Pero se supone que de la crítica periodística cabe esperar algo más que la cruda manifestación de una opinión. Ussía no hace más que recurrir a su mucho ingenio para adornar el juicio que le merece el juego del argentino, de manera que, al final, lo que divierte y encandila de su prosa no es la opinión en sí, sino el modo de expresarla, hasta hacerla divertida incluso para quienes no están de acuerdo con ella.

No deja de ser paradójico que, a consecuencia de la confirmación de la sentencia, las redes sociales se hayan llenado de exabruptos eructados por gente que cree muy justo que se condene por injurias al escritor y pasa a renglón seguido a injuriarlo, con el oprobioso agravante de hacerlo sin ingenio alguno.

La cosa tiene más delito cuando el injuriado está siendo juzgado por delito fiscal, ese que ahora se persigue con tanto ahínco para poder pagar la educación y la sanidad de los españoles, y la Fiscalía ha considerado que este concreto contribuyente no ha cometido delito alguno porque no sabe de leyes tributarias y firmó las declaraciones sin saber lo que hacía. Es éste un clarísimo trato de favor del que hasta ahora no se había beneficiado nadie, porque si el argumento fuera admisible sólo podrían ser condenados por delito fiscal los peritos en normas tributarias. Y ya se sabe que, al menos hasta ahora, la ignorancia de las leyes no excusa de su cumplimiento. El mismo Ussía podía haber alegado no ser consciente de estar injuriando a nadie.

Así que la conclusión es que Messi defrauda unos cuantos millones de euros y el responsable penal tiene que ser su padre, su asesor o quien sea, pero él no. Un periodista critica su juego y es condenado. Así están las cosas.

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