Los españoles estamos indignados con nuestros políticos. Lo dice el CIS en sus encuestas. Bueno, pues eso no es nada comparado con lo indignados que están ellos, que, como nos ven tan alterados, se inflaman a la vez como si tuvieran tantos motivos o más que nosotros para enfadarse. ¿Que la gente se indigna por los desahucios? Pues ellos también. ¿Que el público se pone como una pantera con los recortes? Pues ellos no van a ser menos. Y unos exigen que no se recorte nada, como si el dinero creciera en los árboles, y los otros se duelen de tener que hacer lo que hacen, como si no pudiera recortarse antes en otras cosas menos necesarias. Y mientras, unos cobran varios sueldos, otros colocan a familiares y amigos y entre todos siguen repartiendo subvenciones millonarias entre empresarios amigos que luego colocan a los políticos en los consejos de administración. Ahora bien, indignarse se indignan una barbaridad.
Los últimos ejemplos de indignación con lo que ellos mismos hacen nos los han dado los dirigentes del Partido Popular. Se descubre que Luis Bárcenas, tesorero del PP, tenía 22 millones de euros en cuentas opacas en el extranjero. Y los del PP se agarran una rabieta de las de no te menees, como si fueran las víctimas, sin reparar en que esa suma la acopió el hombre recaudando dinero para el partido a cambio de favores políticos que necesariamente tuvieron que hacer otros dirigentes del mismo con cargos en la Administración y mano en el presupuesto.
Luego llega el abogado de Bárcenas y dice que de esos 22 millones el extesorero ha regularizado 10 aprovechando la amnistía fiscal, y los del PP, especialmente Montoro, se indignan muchísimo y niegan que haya hecho tal cosa. Es posible que no lo haya hecho y que el abogado haya mentido, pero no será porque el Gobierno no le haya dado la oportunidad de hacerlo, sino porque no habrá finalmente querido. Eso es lo que es indignante, que gracias al Gobierno tuviera la oportunidad de hacerlo, no que en la práctica regularizara o dejara de regularizar.
Y finalmente el presidente de la Comunidad de Madrid nos comunica que se ha decidido a comprar el ático que tenía alquilado para todo el año en Marbella y se indigna por que la Policía le haya investigado, ilegalmente, según él. Sus quejas suenan lamentablemente parecidas a las de los Pujol. Sólo le ha faltado preguntarse: "¿Qué coño es esto de la UDEF?". Y, mientras, sigue sin explicar cómo al vicepresidente de entonces y al presidente de ahora de la Comunidad de Madrid le va tan bien como para poder alquilar durante todo el año antes y comprar ahora un inmueble de ese valor como segunda vivienda.
De forma que, ya saben, dejen de indignarse, porque ya se indignan los políticos lo suficiente por nosotros. A indignados no hay quien les gane.