
Da miedo pensar en lo que Iceta y Sánchez se propongan hacer. Pero cabe la posibilidad de que el presidente no necesite hacer tanto para seguir siendo presidente del Gobierno y le esté dando hilo a una cometa que Iceta se conforma con volar dando saltitos detrás de ella. ¿Quién sabe? A lo mejor es así. El Gobierno no para de amagar sin dar. Lo único que ha hecho de fuste hasta hoy es subir el salario mínimo. Lo demás no pasa de hojarasca y humo. Es verdad que se ha bajado los pantalones, además de quitarse la careta, en lo de Venezuela, pero eso ha sido una falta forzada por las amenazas del régimen bolivariano. Si por Sánchez hubiera sido, habría mantenido indefinidamente la contradicción de reconocer a dos Gobiernos a la vez.
Es cierto que amenaza con subidas terroríficas de impuestos, pero no las consuma. También lo es que ha pactado con Torra la mesa de negociación de los dos Gobiernos aceptando una fórmula lacerante para la nación. Pero, tal y como ahora es costumbre, lo que otrora era accesorio, el hecho de reunirse, es ahora lo sustancial. Y lo que antes era lo nuclear, lo que se acordara, ha dejado de ser relevante. No tendría nada de particular que la negociación se alargara sin pactar nada y nadie se atreviera a levantarse de la mesa por no arrostrar la responsabilidad del fracaso. Desde luego, Sánchez no lo hará. Así pueden estar indefinidamente, dando a los medios pequeñas noticias sobre las concesiones de unos y de otros sin que llegue a materializarse casi nada.
Lo de la armonización fiscal que el presidente pretende para castigar a Madrid, Murcia y Andalucía tiene pinta de ser más una denuncia de la supuesta injusticia fiscal que cometen las comunidades del PP que tener el verdadero propósito de disminuir la capacidad fiscal de las autonomías. De hecho, desde el fracaso de la Loapa, aquí nadie ha podido nunca armonizar nada entre las comunidades autónomas. Y, por otra parte, aunque en Cataluña los impuestos estén hoy más altos que en ningún otro sitio y la armonización con la que se amenaza no puede allí tener efecto práctico alguno, los independentistas no se dejarán armonizar por una cuestión de principio. ¿Es imaginable que Torra y Junqueras acepten que el Gobierno recupere parte de las competencias cedidas a Cataluña?
Las reformas que se proponen en materia de legislación de género se llevarán a cabo, pero su objetivo no será otro que el de dividir a la derecha, provocar la ira de Vox, irritar a parte del PP y liar a Ciudadanos para que las apoye.
Por supuesto, Sánchez tiene el propósito de sacar adelante unos Presupuestos, y en ellos habrá subidas de impuestos, pero se mantendrán dentro de unos límites tolerables desde el punto de vista de Bruselas. Un horror, sin duda, pero nada que pueda sorprender si se considera que se trata de un Gobierno de izquierdas. Sorprendió cuando lo hizo el PP. Ni siquiera parece que se vayan a atrever a derogar la reforma laboral. Luego aprobarán otros Presupuestos o prorrogarán los primeros según las concesiones que haya que hacer para sacar adelante los siguientes.
Claro, los socialistas colonizarán la Administración y ocuparán todos los cargos que puedan, además de crear tantos otros como necesiten para dotar de latisueldos a su numerosa clientela, que incluye además la de Podemos. Algunos, no sabemos cuántos, también robarán. Pero, una vez tengan aprobados sus primeros Presupuestos, no harán otra cosa que disfrutar de la situación y ponerse en modo de campaña para ganar las siguientes elecciones. Algo que sin duda conseguirán si la derecha sigue tan dividida como hoy. No es el mejor de los mundos posibles, pero es mucho mejor de lo que podría ser. Soñar no cuesta dinero. Tener gobernando a Sánchez, sí. Ojalá sólo nos cueste eso, dinero.