Parece imposible, ¿verdad? Toda patria necesita un héroe en el que reconocer las virtudes patrias, un ejemplo a seguir, una estatua que erigir. Y, sin embargo, da la impresión de que, a pesar de haberse quedado los independentistas catalanes sin el santón que habían escogido para sacar en romería durante la Diada, han decidido seguir adelante y que Cataluña sea una patria sin héroe. En sus escritos entre líneas, en sus manifestaciones sottovoce se les ve muy indignados por la sospecha de que todo esto del patrimonio de los Pujol, fruto de la más grosera corrupción, sale ahora con el fin de hacer descarrilar el tren independentista antes de que choque con el de España. No deja de ser una manera de evitar el choque de trenes del que tanto biempensante moderado habla. Y yo comparto su indignación por la misma sospecha, aunque por diferentes motivos.
Nunca es tarde para que los catalanes que quieran dejar de ser españoles vean de una vez el verdadero rostro del nacionalismo que les conduce. Y no sobra si sirve para que se den cuenta de que una Cataluña independiente dirigida por gente de esta calaña se parecerá más a Kosovo que a Suecia. Pero, como no hay peor ciego que el que no quiere ver, es posible que las últimas revelaciones no basten para que se les caiga la venda de los ojos. Es su problema. Ahora, lo indignante de que esto salga ahora no es que salga ahora, es que no haya salido antes. El caso guarda cierta similitud con el de Mario Conde. No había ningún problema con que saqueara Banesto haciendo cosas que es probable que en situación parecida hicieran otros. Lo que provocó que todo saliera a la luz fue el deseo de Conde de ser presidente de Gobierno, y eso no se lo consintieron. Pues con Pujol parece que ha sido lo mismo. Que robara jugando a ser nacionalista era algo perfectamente tolerable. Pero si lo que quería era hacerse rico y luego subirse al pedestal de quien condujo Cataluña hasta su independencia, que se olvide porque no se irá de rositas. Si se empeña, habrá patria, pero él no será su héroe. Es la venganza del establishment español, catalán en parte.
Quizá los independentistas catalanes hayan cometido un terrible error, el de tirarse a la piscina de la independencia sin haberse asegurado antes de que una agencia tributaria propia la hubiera llenado antes. Deberían haberse fijado en lo que pasa en el País Vasco. Allí nadie roba, nadie se corrompe. Aquello sí que es un oasis, un oasis fiscal. Nunca nadie defrauda a las Diputaciones Forales. La inspección nunca revela ninguna irregularidad grave. Debe de ser que allí todos pagan muy a gusto porque saben que España no ve un euro de ese dinero. Claro que el problema viene luego, cuando se dan cuenta de que, con un concierto económico que les permite vivir como reyes a costa de España, ¿para qué ser independientes?