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Emilio Campmany

Musolaris

Por mucho que amenacen con nuevas elecciones, Iglesias no tiene otro remedio que insistir en ser ministro, aunque sea de Trabajo.

Por mucho que amenacen con nuevas elecciones, Iglesias no tiene otro remedio que insistir en ser ministro, aunque sea de Trabajo.
EFE

Se habla mucho del farol de Sánchez, graduado en artes musísticas en la academia El Garbanzo, donde imparte clases el profesor Iván Redondo. El afamado maestro del órdago, sin embargo, no ha enseñado a su alumno que la clave del farol es que sea creíble. Y de Sánchez ya nadie se fía. Además, en unas elecciones repetidas, los socialistas pueden rebañar unos escaños a Podemos, pero ¿cómo compensar la probable desmovilización de la izquierda? La pistola del miedo a Vox ya disparó la única bala que tenía. Y la posibilidad de gobernar con Ciudadanos se alejará aún más si, como es probable, muchos de sus votantes, junto con otros tantos que se fueron a Vox, vuelven al PP. El bipartidismo se reforzará, pero eso no tiene por qué beneficiar a Sánchez en el corto plazo.

Con todo, la clave en la partida no es lo que vaya a hacer el trilero, sino lo que pueda aguantar el musolari bolchevique. Es Iglesias probablemente el jugador al que menos le conviene que haya nuevas elecciones, porque parte de sus votantes se irán al PSOE y porque, sobre todo, la desmovilización de la izquierda perjudica tradicionalmente más a la que es extrema. Sin embargo, votar la investidura de Sánchez, posponiendo a otro momento la oportunidad de extraer alguna renta, puede ser letal a largo plazo. ¿De qué sirve votar al genuino defensor de la igualdad, al más comprometido caballero de las causas sociales, si luego, llegado el momento, se limita a ser la guinda roja del pastel que se comerán los socialistas a solas? Para una formación que se alimenta de la utopía, ser los palafreneros obedientes de los vendidos socialistas tan sólo sirve para procurarle un seguro pasaje al Aventino, si no al Averno.

Por lo tanto, por mucho que amenacen con nuevas elecciones, Iglesias no tiene otro remedio que insistir en ser ministro, aunque sea de Trabajo. Lo que a la larga más beneficiaría al bolivarianismo español es que Sánchez prescindiera de Iglesias y se apoyara en Ciudadanos y PP, dejando a Iglesias la oposición de izquierdas. Pero ¿cómo? Ciudadanos no quiere y no basta. En cuanto al PP, no quiere porque renunciaría a ser la principal alternativa a los socialistas. Si se abstienen los dos, harían realidad el sueño de Santi Abascal: quedarse con el monopolio de la oposición de derechas.

La única opción es dar a Pablo Iglesias una cartera y completar la mayoría con nacionalistas e independentistas. Pero eso a Sánchez le apetece poco. No obstante, ya veremos qué decide el catedrático Iván Redondo. Dependerá mucho de lo que diga el augur Tezanos, ese pitoniso tan obediente que sólo le dice la verdad a su dios, que es el que le paga, aunque lo haga con nuestro dinero. Y a lo mejor, como hizo el PSOE con Rajoy, el PP y Ciudadanos se abstienen tras una segunda convocatoria y le hacen de nuevo presidente. Al aprendiz de musolari Casado se le deben de reír los huesos sólo de imaginar esos dúplex de reyes que serían unas nuevas elecciones.

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