Sabido es que una cosa es predicar y otra dar trigo. La izquierda europea no tiene ni un grano de éste en su despensa, probablemente por haberlo dado todo durante el medio siglo posterior a la Segunda Guerra Mundial imponiendo sus políticas a aquella parte del continente que no estaba bajo la bota soviética. La socialdemocracia ha levantado Estados elefantiásicos con una fiscalidad confiscatoria, una economía dirigida por medio de las subvenciones y un carísimo Estado del Bienestar. Salvo en Reino Unido, en Europa la derecha se ha conformado con gestionar este magma rojo limando los excesos más groseros del régimen. Thatcher hizo algo más que eso y hoy Gran Bretaña es el país más liberal del continente, lo que no quita para que padezca muchos de los males que nos aquejan a los demás.
¿Qué puede hacer Pedro Sánchez en el Gobierno para demostrar que es socialista? Poca cosa. Evidentemente, puede subir los impuestos, pero no hay excesivo margen para hacerlo sin correr el riesgo de que disminuya la recaudación. Puede extender las coberturas sociales y hacerlas más generosas, pero tampoco hay mucho margen porque las arcas públicas están extenuadas. De forma que lo único que puede hacer es buenismo, o sea, predicar sin dar trigo. Y eso es lo que le aconsejan. Lo primero que ha tocado es lo de la inmigración ilegal. Luego vendrá la educación, con aprobados para todos y una radical disminución de las exigencias para ser profesor. Se subvencionará todo lo que pueda ser presentado como cultura, lo que por supuesto incluirá lo que se les ocurra a los colectivos LGTB. Se promulgará una suerte de historia oficial que no podrá ser puesta en duda bajo pena de lesa majestad. A los nacionalistas se les tolerará mucho. Y más cosas de este estilo.
Todo esto no es realmente nuevo porque Zapatero ya holló esos mismos caminos. La cuestión es qué hará frente a esto la derecha cuando acabe de reconstruirse, si es que alguna vez se recompone. No se trata sólo de que alguien debería defender a la nación de quienes quieran desmembrarla. Se trata de hacer una revisión completa de todo el régimen socialista que padecemos, desde el sistema fiscal hasta el intervencionismo económico pasando por las coberturas sociales en la medida en que desincentiven trabajar. Si la derecha consiguiera de una vez poner en seria tela de juicio todo el régimen socialista, que nos incauta los bienes, nos priva de nuestras libertades y pisotea los intereses nacionales, tendría Pedro Sánchez algo de qué preocuparse en vez de dedicarse a hacer buenismo para poder diferenciarse de la derecha. ¿Tendrá ésta el valor de discutir en el futuro las mentiras del socialismo o se limitará a aceptarlas como verdades sin aspirar a otra cosa que a gestionar de vez en cuando el régimen como si fuera una especie de escisión rosa del PSOE? Me temo que prevalecerá lo segundo.