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Emilio Campmany

Gibraltar y el 'Brexit'

Bruselas sería la primera en tratar de impedir que las sociedades gibraltareñas continúen beneficiándose como si estuvieran en la Unión pero sin estarlo.

Bruselas sería la primera en tratar de impedir que las sociedades gibraltareñas continúen beneficiándose como si estuvieran en la Unión pero sin estarlo.

La pertenencia del Reino Unido a la Unión Europea ha hecho de Gibraltar un territorio privilegiado. Para tener contentos a los ingleses, en Bruselas han querido interpretar del modo más favorable posible la situación de los gibraltareños con respecto a la Unión Europea. Sin embargo, el estatuto de Gibraltar es el que legalmente fija el Tratado de Utrecht, donde se dice claramente que lo que se cedió fue la propiedad de la roca, no su jurisdicción. Por otra parte, la ONU tiene reconocido el Peñón como una colonia pendiente de descolonizar de la única forma legal de hacerlo, devolviéndola a España. En cuanto a la situación de sus habitantes, desde el punto de vista jurídico, y dado que la condición de gibraltareño no existe para el Derecho Internacional, son ciudadanos británicos, aunque privados de algunos de sus derechos.

España puede hacer poco para lograr la restitución de la colonia si Gran Bretaña se empeña en seguir poseyéndola. Pero sí podría haber hecho más por evitar el insulto que supone que los gibraltareños se forren gracias a los beneficios que les reporta estar en España sin pagar impuestos. Es verdad que tan anómala situación es legal gracias a Utrecht. Pero también lo es que el tratado permite (casi exige) interrumpir toda comunicación terrestre, sin la que muchos negocios gibraltareños no podrían sobrevivir. Y sin la que muchos llanitos no podrían disfrutar de sus viviendas en España, donde residen de facto. Para España esto no supone otro beneficio que el que supuestamente reciben los españoles que viven en los alrededores y que entran todos los días en Gibraltar a hacer los trabajos que, por penosos, los gibraltareños desprecian. Ya lo dicen las autoridades de Gibraltar cuando se vanaglorian de ser la segunda empresa de Andalucía después de la Junta. Y, sin embargo, los supuestos daños económicos que pudiera acarrear la desaparición de ese parásito que se llama Gibraltar estarían más que de sobra compensados con los impuestos y tasas que hoy se evaden al Fisco español y que de otra manera se pagarían.

Creo que un Gobierno español fuerte, consciente de cuáles son los intereses nacionales, respaldado por un pueblo que aplaudiera su defensa, podría hacer mucho más de lo que hoy hace no obstante las presiones de la Unión Europea por congraciarse con Londres. Ahora, sea como fuere, si los británicos decidieran salirse de la Unión el día 23, Bruselas sería la primera en tratar de impedir que las sociedades gibraltareñas, especialmente las del juego, continúen beneficiándose como si estuvieran en la Unión pero sin estarlo a efectos fiscales.

No puede extrañar, pues, que los habitantes de Gibraltar estén aterrorizados ante la perspectiva del Brexit. Por eso, como Cameron es partidario del , les va a dejar votar en el referéndum, a pesar de que los gibraltareños, como ciudadanos de segunda que son, no votan en las elecciones generales británicas. Puesto que el resultado va a ser muy estrecho, cabe la posibilidad de que su voto sea decisivo. Veremos qué opinan en tal caso en Manchester, Liverpool o Londres de que su destino se decida allí.

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