Es patético ver a la que fuera esperanza del PSOE nacional mendigar entre jipíos y quejíos la abstención de un alma caritativa. Hay que tener la cara de granito, qué digo de granito, de cuarzo, para apelar al hecho de haber encabezado la lista más votada, cuando ella misma ha gobernado en nombre de un partido que fue segundo en las elecciones precedentes, negando a otros el derecho que ahora reclama para sí. Pero como en España nada sorprende, ni siquiera que Hacienda le haga los informes a Abengoa o que Abengoa se los haga al ministerio de Montoro, que tan escandalosa es una cosa como la otra, cómo va a sorprender lo que no pasa de ser una falta de coherencia de la presidenta en funciones de la Junta de Andalucía.
Sea como sea, los plazos legales le permiten atrincherarse en su interinidad y con fingida impaciencia esperar a ver qué pasa en las elecciones municipales del 24 de mayo. Y es que la propuesta de un candidato a la investidura ha de hacerse en el plazo de quince días a contar desde la constitución del Parlamento, que es lo que se ha hecho este jueves. Lo lógico, pues, es que el debate comience el 29 y la votación se haga al día siguiente. Si transcurridos dos meses desde la primera votación no ha sido nadie elegido, habrá que convocar nuevas elecciones. Eso significa que, pasadas las municipales, todavía quedará un mes largo para negociar. Hasta entonces, en Andalucía no ocurrirá nada.
Lo probable es que en las capitales andaluzas el PP sea el más votado, pero sin mayoría absoluta. Y que PSOE y Podemos sumen suficientes concejales como para alcanzarla en algunas de ellas. En ese caso, Susana Díaz podrá elegir entre ofrecer al PP que gobierne en cada sitio la lista más votada o aliarse con Podemos para gobernar en la Junta y en todos los ayuntamientos donde la aritmética lo permita. No obstante, le cabe tener que afrontar diferentes dificultades. Si se decidiera a firmar con el PP, puede que Génova exija que el pacto de la lista más votada se extienda a toda España, incluidas las comunidades autónomas que celebran elecciones el mismo día 24. Este precio podría ser excesivo para Pedro Sánchez. Y si se aliara con Podemos, además de la posibilidad de que Pablo Iglesias exija extender la alianza a toda España, puede darse el caso de que en algunos ayuntamientos importantes Podemos obtenga más votos que el PSOE y éste se vea obligado a darle la alcaldía, o incluso la presidencia de alguna comunidad autónoma, si es que el pacto alcanzara a éstas. Aceptar una alianza en estos términos, dando alcaldías y presidencias a Podemos, puede convencer al electorado, que será muy pronto llamado nuevamente a las urnas para unas generales, de que no merece la pena votar al PSOE para que acabe gobernando Podemos y de que lo lógico es votar directamente a Pablo Iglesias. Así visto, no pueden sorprender los quejíos y jipíos de la presidenta andaluza.