Ante atentados como estos, en Europa nos esforzamos por mantenernos unidos frente a los terroristas. Y es mentira. Desde luego, no lo estamos en Europa, donde dejamos solos a los franceses combatiendo al Estado Islámico hasta que se cansaron de verse impotentes y solos. Y tampoco lo estamos en España. La prueba palpable es el Pacto de Estado Antiyihadista. Desde los tiempos de la Transición, a los españoles nos gusta firmar rimbombantes pactos como éste que demuestren a la opinión pública que, ante las cuestiones importantes, los españoles estamos unidos. Y no es verdad que lo estemos. Ni siquiera contra la ETA.
Tampoco después del asesinato de Miguel Ángel Blanco. Mientras se suponía que constituíamos un frente compacto frente a la banda, el PSOE de Zapatero negoció el abandono indefinido, que no definitivo, de las armas a cambio de su integración en el sistema político y quién sabe si la entrega de Navarra al País Vasco. Y el PP, que heredó ese acuerdo, lo respetó. Hay muchos españoles que creen de buena fe que fue una buena solución porque parten de la convicción de que, para acabar con la ETA, había que hacer concesiones políticas. Y hay otros que estamos firmemente convencidos de que nada bueno puede salir de una cesión ante los terroristas. Así que, con independencia de quién tenga razón, de unidad, nada.
Con el yihadismo ocurre lo mismo. Y a la vista está con el insólito espectáculo de que Podemos asista a la reunión del Pacto en calidad de observadores. Y al menos esta izquierda, mitad bolchevique, mitad bolivariana, es sincera. Porque el PSOE piensa del yihadismo lo mismo que la extrema izquierda, que los principales responsables de que haya terrorismo yihadista somos nosotros por tratar tan mal a los musulmanes. Lo que sucede con el 11-M lo demuestra. Demos por buena la versión oficial, esto es, que el 11-M fue un atentado yihadista más, que es lo que hoy están diciendo todas las cadenas de televisión española al recordar que lo de Bruselas llega doce años después del 11-M. ¿Y qué hizo entonces la izquierda, la moderada y la extrema, y qué hace todavía hoy? Culpar del atentado a la política exterior de Aznar. Durante las horas posteriores a unos atentados como éstos de Bruselas o como los de París, a nuestra izquierda se le llena la boca de compungidas condenas, dibujan corazones con los colores de la bandera atacada, ponen velitas rojas e inundan twitter de mensajes cursis. Pero, pasados unos días, cuando a este Gobierno, que no caerá la breva, o a cualquier otro se le ocurra hacer algo aproximadamente eficaz contra el yihadismo, pondrán sus reparos, a las bravas los de Podemos y a lo fariseo los del PSOE. Y los pondrán porque, según ellos, lo únicamente eficaz es rendirse, al menos parcialmente, que es lo mismo que hicieron con la ETA. Luego, todavía los hay que creen que PSOE y Podemos no pueden llegar a un acuerdo cuando hasta en esto piensan igual.