Al parecer, todo el mundo sabía que el sindicato Manos Limpias se dedicaba a la extorsión. De manera que ahora, que lo sabemos incluso los indocumentados que hasta hoy lo ignorábamos, en vez de hablar del sindicato Manos Limpias hablaremos, siguiendo el magisterio de El País, del pseudosindicato de ultraderecha Manos Limpias. Que siendo como era una cosa tan de derechas no sé cómo no nos dimos cuenta enseguida de que tenía que tratarse de alguna organización dedicada a delinquir.
Pero ésta no es la cuestión. La cuestión es que, dado que Manos Limpias acusó a la infanta con la intención de extorsionarla exigiéndole una suma de dinero a cambio de retirar la querella, hay que apartar al sindicato del juicio. Claman por ello voces de todos los órdenes. El asunto no es baladí porque, dado que ni la Fiscalía ni la Abogacía del Estado creen que la ilustre señora haya cometido delito alguno, retirado que sea Manos Limpias, no quedará quien acuse y podrá doña Cristina volverse tranquilamente a su casa. Sin embargo, hay un problema. Haber cometido cualquier delito no priva a nadie del derecho de acusar. Ni siquiera en el caso de que la ocasión para cometer el delito la haya proporcionado el hecho mismo de acusar. Y eso es así porque acusar no significa condenar. Quien condena es el tribunal y éste sólo lo hará si la acusación está bien fundada, con independencia de lo torticeras que sean las motivaciones de quien acusa. Por eso, gracias a Dios, el tribunal ha permitido que la letrada López Negrete no sea apartada del juicio como pedía sin fundamento la Fiscalía.
Y es que hay una inquietante cuestión que los medios de comunicación no han resaltado suficientemente. Demos por bueno que, en efecto, Manos Limpias no es otra cosa que una organización criminal dedicada a acusar a personas con posibles para luego vender el desistimiento de esa acusación. Sería una conducta reprobable y, sin duda, un delito. Pero eso no significa que necesariamente las personas acusadas no hayan hecho aquello de lo que se les acusa. Al contrario, es precisamente el buen fundamento de la acusación y la alta probabilidad de que sean culpables lo que les hace susceptibles de ser extorsionadas. Si fueran claramente inocentes, los tribunales archivarían las querellas. Encima, no basta ser culpable o parecerlo para poder ser víctima de la extorsión de Manos Limpias. Es necesario además contar con la negativa de la Fiscalía a acusar, porque si la Fiscalía acusara, la retirada de Manos Limpias no reportaría ningún beneficio a la víctima y carecería de sentido someterse a la extorsión. Así que si Manos Limpias se ha podido forrar extorsionando a sus querellados, habrá sido no sólo porque hay delincuentes, sino porque algunos de ellos gozan de la protección de la Fiscalía y, de no ser por la acusación de Manos Limpias, sus causas se habrían archivado. Y para que las cosas sean así da igual que Manos Limpias sea o no de ultraderecha, por muy criminal que sea.