Teóricamente, las elecciones importantes son las generales. Y seguirían siéndolo si no fuera porque el contubernio PP-PSOE ha hecho que sean casi irrelevantes. La resolución del PSOE para imponer su ideología cuando gana y la renuncia del PP a aplicar la suya cuando es él quien vence han hecho que dé un poco igual quién triunfe. Padecemos socialismo, y lo más que hace el PP cuando gobierna es suministrar cuidados paliativos.
En cambio, en las autonómicas, el resultado electoral sí trae graves consecuencias. La clave está en los impuestos. El margen de maniobra de las autonomías es muy reducido y, sin embargo, como el Gobierno de la nación apenas cambia nunca nada, sea del partido que sea, las limitadas políticas de los Gobiernos autonómicos son las que marcan la diferencia. Pero la cuestión no es tanto lo que tenga cada uno que pagar. Lo crucial es que donde los impuestos son más bajos se genera riqueza para todos, y allí donde están más altos la región se empobrece también para todos.
Hoy puede parecer muy natural que Madrid, por ser la capital de España, sea una de las regiones más ricas. Pero no tiene nada de natural. Antes de las autonomías, Madrid estaba lejos de ser la región más rica en términos de renta per cápita. Ahora lo es. Y lo es a pesar de carecer de privilegios fiscales, de no tener playas con las que atraer a los turistas ni puertos desde los que dar salida o entrada a mercancías. El único secreto de Madrid es que se paga un poco menos de impuestos.
También es notable el caso de Cataluña, otrora la región más rica de España y hoy cada vez más pobre en términos relativos. Y el secreto no es la insidia de Madrid. Al contrario, los Gobiernos de la nación han estado mimando a Cataluña desde la Transición, unas veces de buena gana y otras por el chantaje nacionalista en las Cortes. La clave es una fiscalidad comparativamente más alta, impuesta por el nacionalismo para poder financiar políticas independentistas.
También son dignos de mención los casos de Extremadura y Andalucía, donde lustros de socialismo e impuestos altos no han hecho más que empobrecer aún más esas regiones que ya arrancaban de puestos muy bajos. En Andalucía han bastado unos pocos recortes fiscales para que la economía de la región empezara a dispararse.
Y repito: la gracia no está tanto en pagar pocos impuestos, que es algo que puede favorecer a relativamente pocos, como vivir en una región donde se pagan menos impuestos que en las demás, porque la inmediata consecuencia es más riqueza, más trabajo y a la larga mayor nivel de vida para todos.
De modo que claro que nos jugamos mucho más en las autonómicas que en las generales. Los que viven en regiones ricas con impuestos bajos se juegan poder mantener su riqueza. Y las que viven en regiones empobrecidas con impuestos altos, el poder salir del hoyo en que las han metido nacionalistas y socialistas. Es triste que sea así, pero las elecciones importantes en España son las autonómicas.