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La PPesadilla Páez

Al tiempo que Cospedal pretendía desahuciar al tesorero de su ceca genovesa pagó al tesorero sucesor nada menos que 300.000 euros.

De la piscina sale muy bien Cospedal, admirablemente bien. Del charco de Bárcenas y la financiación ilegal del PP, cosas no distantes pero sí distintas, tiene salida más difícil. No me gusta -y ya lo consigné en este blog hace unos días- que Arenas y Rajoy, o viceversa, carguen a su cuenta las dificultades legales que van a hacer de Septiembre un SePPtiembre, un mes obsesivamente centrado en las taras del PP. Si Mariano creyó durante tanto tiempo en Bárcenas, la culpa es de Mariano. Y si Arenas le ayudó a seguir creyendo, de Arenas es la culpa, no de su antigua amiga albaceteña.

Lo temerario de Cospedal es que, al tiempo que pretendía desahuciar al tesorero de su ceca genovesa, estuviese pagándole al tesorero sucesor, el breve cuanto enjundioso Páez, nada menos que 300.000 euros de dote por su voto de silencio judicial. Más barato que Bárcenas le salía al partido, es verdad, pero lo de Cospedal no es distinto de lo que hacían Rajoy y Arenas: pagar el silencio del tesorero, pasado o presente, pensando en su futuro.

Pero, ay, como predijo sin dificultad Radio Futura, "el futuro ya está aquí". Y tengo la impresión de que en materia documental, a diferencia de la cosa testifical, Génova ha dejado el Caso Bárcenas desatado y bien desatado. No pinta nada bien lo que ya sabemos sobre la financiación ilegal del PP, pero pinta muchísimo peor lo que suponemos. Por de pronto, pagar el silencio de Páez (si lo que hoy publica El Mundo resultara cierto) no deja de ser una forma como otra cualquiera de financiar ilegalmente el PP, ese partido en el que media España creyó encontrar la herramienta adecuada para acabar con la corrupción política. Qué tiempos.

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