Supe que El Mundo iba a publicar la foto de Soraya pidiendo guerra (aunque nunca al PSOE), la víspera por la noche, cuando observaba los ritos domésticos nutricios del día siguiente, es decir, terminando de cenar y camino de dormir con "La Mañana" en la cabeza. Advertido pues de la fotito, mi única preocupación, aparte de la inevitable curiosidad de ver a Soraya convertida en femme fatale, era evitar en antena los comentarios soeces, sobre todo (aunque no sólo) masculinos, que previsiblemente suscitaría el destape de la jefa del Grupo Parlamentario del PP. Y no por la foto, sino porque SSS ha sido la mano diestra de Rajoy y una de las manos siniestras que urdieron el linchamiento de María San Gil y otras hazañas del travestismo centristoide del PP. Y lo grotesco del exhibicionismo estético particular podía haber sido ocasión de desvelar lo penoso de un modo de hacer política en general. Eso pensé... y tal vez me equivoqué.
Pero la foto de marras llegaba dos días después de que Soraya cosechara una terrible derrota política a manos del PSOE, que ha impedido por un mes cualquier explicación parlamentaria de ZP sobre el paro, que reserva para "Tengo una pregunta para usted"; y otro tanto de Rubalcaba, sobre la violencia doméstica, momento en que Soraya (SSS) dijo que "a veces da vergüenza ser mujer en esta cámara". Pero ni hace falta ser mujer ni ella es la más adecuada para avergonzarse en público. Esos dos bofetones suponen la derrota total de la estrategia del PP, convertido en lo que va de legislatura en Partido P´ayudar , para lo cual ha desmembrado al PP, ha roto su identificación con Aznar, ha perseguido a Esperanza Aguirre, ha atacado vilmente (en los medios progres y hasta en los tribunales) a los pocos medios de comunicación liberal-conservadores que lo hemos defendido siempre, y ha multiplicado los actos de contrita sumisión a PRISA y los de grotesco servilismo al Gobierno, como los viajes de Rajoy en el helicóptero de ZP. Pues bien, a la hora de la verdad, que es la de las elecciones, lo único que se ha demostrado es que el PP se ha suicidado sin conseguir siquiera una esquela, que la izquierda política y mediática no ha cambiado lo más mínimo, y que si viene defendiendo a este Rajoy de pitiminí es porque, a diferencia del Rajoy de antes de Marzo, no amenaza su poder en las encuestas electorales y consagra el modelo de vasallaje ideológico y cultural de Gallardón, que deslegitima cualquier alternativa seria de la Derecha frente al aplastante poderío mediático de una Izquierda más sectaria que nunca. O que ayer. O que mañana.
La derrota moral y material, parlamentaria y política, nada frívola o menor, sino muy seria y muy grave, de Soraya, de Rajoy y del PP humillado, gallardonizado y convertido en Partido P´ayudar se había producido, por tanto, en términos genuinamente políticos, días antes de esa foto en la que Soraya decidió sacar a la luz sus fantasmas de mujer poderosa a la que no le basta ser respetada o temida, sino que quiere verse deseable. No es una fantasía demasiado original. Poco después de llegar al Poder a lomos del 11M, la Vicepresidenta y las ministras de ZP se retrataron para Vogue en la puerta de la Moncloa disfrazadas de modelos, demostrando sin querer un grosero arribismo social y una fundada inseguridad estética. Lo que las socialistas de cuota mostraban por el lado sociológico vistiéndose de lo que no eran, la política del PP lo ha mostrado por el lado psicológico, desvistiéndose de Armani y exhibiendo ante la cámara un mohín tan vulgarmente tórrido y toscamente previsible como el empeño de aquellas señoras del PSOE jugando a glamurosas modelos del Vogue. Todas, ay, víctimas de una de las peores cosas que pueden sucederle a cualquier ser, sobre todo político: no saber estar.
La calculada condescendencia del PSOE, encabezada por la Vice-Vogue, y la casposa galantería de una derecha dispuesta a asumir todas las gansadas sexistas que, so capa de antimachismo, publicita la Izquierda, han convertido este episodio propio del "destape" de la Transición en una caricatura de la política; y en unos momentos de crisis nacional y social tan grave que lo último que uno espera de una personalidad política importante es que se dedique a velar sus sueños o curar sus complejos adolescentes gracias al poder y los medios que España pone en sus manos. Y aquí no caben equívocos. Si no hubieran sido ministras de cuota, la Vice y sus colegas no hubieran sido modelos de Vogue. Y si no tuviera el cargo que tiene en el PP, Soraya no habría sido portada de El Mundo, enjaezada de Armani y convertida en lo que, al parecer, siempre quiso ser, nada menos que por el fotógrafo de Penélope Cruz. Unas utilizan su condición de mujeres para ser algo o alguien en la política. Otras usan su situación política para ser algo más como mujeres. En ambos casos, me parece mal. Y si un significativo ridículo de la Derecha sirve para amnistiar la significación ridícula de la izquierda, es decir, si los complejos de la derecha sirven para tapar los desmanes de la Izquierda, muchísimo peor.