Cuando Soraya se llamaba Ana Pastor, de Rajoy se decían pocas cosas, y nunca que fuera imprevisible, arriesgado y creativo, ni siquiera trabajador. "Para eso ya está Ana Pastor", sentenciaban los peperos. Lo que nunca le pasó a Ana Pastor, y por tanto a Rajoy, fue que la elogiasen los medios incompatibles con la libertad política y la mera existencia del PP. A la Ana Pastor que ahora se llama Soraya, sí. Todos los medios de comunicación que han satanizado a la derecha española desde el Prestige y el 11-M han recibido con alborozo a la segunda de Mariano, que por respeto a Rebeca, podemos llamar tercera. En Manderley supongo que estarán contentos, porque éstos, en cuanto sus enemigos mediáticos les pasan la mano por el lomo, pasan de gatitos a almohaditas. Pero el concierto laudatorio a Soraya de los medios del Pacto del Tinell, en Barcelona y Madrid, sólo puede entenderse en términos racionales como festejo de la rendición rival, no como felicitación por que, al fin, la Derecha se ha convertido en alternativa de Poder. ¿Cómo va a celebrar de verdad eso la Izquierda? ¿Va a aplaudir que gobiernen otros?
Alguno ha recordado ya en este blog cómo recibieron a Pizarro los mismos que hoy alaban a Soraya. Nadie debería olvidar cómo han tratado y tratan al PP esos medios hostiles que ahora dicen sentirse encantados por la elección sorayina, por ese "cambio de rumbo en el PP" que tanto celebra Gallardón. Y hay dos precedentes en la epifanía progre del Laus Soraya. El inmediato es el Laus Piqué de los mismos políticos y los mismos medios que mantenían el pacto del Tinell contra el PP, incluido Piqué, faltaría más. El precedente remoto es la escena del sofá con Peces de Celestina que le montó Felipe a Fraga en el 82, cuando el PSOE le sacó cien escaños a la vieja AP. De pronto, a Fraga dejaron de llamarle franquista, asesino, fascista y demás lindezas. González lo elogió en el Congreso diciendo que el Estado le cabía en la cabeza, lo cual era una forma de llamarle cabezón pero toreable y desorejable. Y Fraga, ahíto de garbanzos, porque entonces le dio por el precio de los garbanzos, se licuaba ante los elogios del presidente al ministro de la Oposición, que, naturalmente, era él. Para siempre.
Por supuesto, la única oposición al PSOE se hacía en algunos medios de comunicación: Diario 16, ABC, algunos medios regionales y la recién nacida Antena 3. Y mientras Felipe elogiaba a Fraga, el portavoz del Gobierno, Eduardo Sotillos, definía a Diario 16 como "basura amarilla producto de la descomposición intestinal". Lo recuerdo porque yo llevaba poco tiempo como Jefe de Opinión del diario de Pedro Jota y todavía me sorprendían estas cosas. Ahora, viniendo del PSOE, pocas cosas malas me sorprenden. Y de la derecha convencional, ministerial, pastueña y bizcochable, ninguna.
Ayer como hoy, lo que realmente le estorba a la izquierda no es la Derecha sino la Oposición. Sobre todo, los medios que no comulgan con las ruedas de molino del Gobierno. En el Parlamento, la oratoria nunca triunfa sobre las matemáticas, pero en la opinión pública, sí. Por eso buscan un PP anélido, invertebrado, simpaticón, aniñado y buenecito. Así se concentrarán, como siempre, en atacar a los medios que durante estos años terribles de Zapatero no hemos vacilado en oponernos al Gobierno sin esperar a que despertase el PP y tras la larga siesta le hemos apoyado en la tarea higiénica que España necesitaba. Y necesita. Los regres del "cordón sanitario" saludan felices a la enfermerita Soraya para concentrar su artillería en la COPE, El Mundo