Acaba de inaugurarse "Teruel Punto Photo 2010", festival internacional de fotografía, que permanecerá con seis exposiciones abiertas hasta el 31 de Agosto. Leo Tena, que es sobrino de mi viejo amigo el pintor Gonzalo Tena, me pidió el texto para la edición de este año, dedicada a la imaginación y al surrealismo, y aquí está. Es lo único que he escrito sobre fotografía, así que espero que Vicky la guarde en los archivos y desvanes de las cosas raras.
Toda la iniciativa me parece admirable, así que a los viajeros les recomiendo darse una vuelta por la capital de verano del arte mudéjar, que es la misma que la de invierno. Sin ese sentido del ahorro nunca habría resistido Teruel cuatro asedios y cuarenta guerras.
Hay una foto de la exposición de Rodney Smith que me encanta: la del esquiador surrealista. Me recuerda a la que nos hicimos Gonzalo y yo de motoristas y recogí en La ciudad que fue. Pero ésta es la que hubiera querido hacer o hacerme, entonces y ahora. Y sería perfecta para la nueva temporada de esRadio. En fin, ahí van la foto, mi texto, el cartel, el catálogo de actividades y tres fotos de propina. En Teruel hay más.
esRadio, temporada 2010-2011 | Rodney Smith
A la caza de la imagen
Federico Jiménez Losantos
En el principio del principio, la fotografía quiso captar y capturar la realidad a través de su imagen. Era el mismo propósito que se encomendó durante muchos siglos a la pintura: desde Atenas, que sepamos, pero sin duda mucho antes. Hay una fábula griega —y por tanto, latina— de dos pintores en la que uno engaña al otro con un racimo de uvas tan aparentemente real que le lleva a querer arrancar un grano y comérselo; hazaña a la que replica pintando un vaso tapado con una tela, de forma tan absolutamente realista que el otro quiere levantar el paño para beber y queda chasqueado. Evidentemente, lo único común entre los dos pintores es que tenían sed y ambas imágenes alimentaban la ilusión de calmarla. Tal vez a esa insaciable sed, hecha de imagen, es a lo que llamamos imaginación. "La loca de la casa", la llamaban nuestros tatarabuelos, porque no obedece a norma alguna. Pero tiene que haber —nos decimos— algún mecanismo que explique la forma en que, cuando soñamos, encadenamos las imágenes. Tal vez, pero nunca lo hallaremos y cuando creamos tenerlo al alcance de la mano, se alejará. La imagen no es aprehensible, comprensible. Y el ser humano es una inagotable máquina de imaginar.
Ese desasosiego entre lo que vemos y la incapacidad física de dominarlo fatiga desde siempre a la Filosofía. Hace muchos años retraduje y anoté profusamente la obra capital de Jean François Lyotard "Discurso, Figura", acerca de la relación entre la palabra y la imagen. Se planteaba Lyotard, con la ayuda del psicoanálisis, hallar ese punto, acaso en los sueños, en el que pudieran encontrarse, transformarse o encadenarse la palabra y la imagen. Sinceramente, pese a las ochocientas páginas del libro, el punto no aparece por ningún lado. Pistas, muchas; aproximaciones, bastantes; concreciones, ninguna.
La pintura, la fotografía, el cine y la animación visual por ordenador han llegado a una misma situación: la única forma de entender las imágenes es vivir con ellas y en ellas. La única forma de entender la imaginación es imaginarla. Los más audaces, llegando a crear formas de imaginería o de imaginación que se conviertan en realidad o que lo sean de una forma peculiar. El turolense Segundo de Chomón fue quizás, entre los pioneros del cine, el que más lejos llevó ese empeño por dominar la imagen uniendo la realidad filmada y la inventada. Él es el primero que mezcla imágenes revividas de ficción con maquetas de ese mismo relato, sea el famoso "Hotel Eléctrico", "Los Sitios de Chile" o "Eclipse de sol", donde la invención del "paso de manivela" permite intercalar, fotograma a fotograma, apariciones y desapariciones de un mismo objeto. Es tanto el virtuosismo de Chomón que su obra nos produce hoy la impresión de que quiso tanto las imágenes que acabó yéndose a vivir en ellas. En realidad, hasta la que se dice primera película española, "La salida de misa de 12 del Pilar", siendo un documento real, no deja de estar recreado con las artes de la ficción. Chomón entró en esa película.
La fotografía nos sitúa en un estadio anterior, más sólido, de ese trabajo con la máquina ingobernable –pero asombrosamente precisa– de la imaginación. Una fotografía parece siempre más cerca de ese impulso primitivo de cazar la realidad en su imagen. Pero, como todo arte que se precie –y la fotografía puede serlo–, la imagen con la que juega trata de comprender esa realidad, de recrearla, de hallarle un sentido a ese ser y desde el ser que lo mira: el fotógrafo. El que, para saber más sobre lo que el mundo nos muestra, siempre entre el espanto y la maravilla, comienza por apretar un botón. Y el mundo gira.