Quienes nos reíamos, en el 2002, al asistir a la proyección del filme El florido pensil, del director Juan José Porto, nos desentendíamos involuntariamente de la realidad circundante, una realidad que nos acosaba desde que había comenzado la Transición: en algunas comunidades autónomas se había sustituido en las escuelas la Formación del Espíritu Nacional, ridiculizada como un florido pensil, por un retoño que ya estaba dando frutos envenenados: la Formación del Espíritu Secesionista. Esos frutos están maduros y a punto de reventar.
El virus identitario
En 1996, cuando todavía era consejero de Justicia del Gobierno vasco, el socialista Ramón Jáuregui denunció: "Determinadas ikastolas fomentan la violencia" (El País, 20/8/1996). El proceso de formación de reclutas para la kale borroka y ETA estaba muy avanzado, sin que ni Jáuregui ni, por supuesto, sus socios del PNV hubieran tomado, ni tomaran en el futuro, medidas correctivas. La recopilación de datos que suministra el libro La España raptada. La formación del espíritu nacionalista, del profesor Pedro Antonio Heras (Áltera, 2009), sobre este lavado de cerebros que tuvo y tiene por escenarios el País Vasco y Cataluña obliga al lector a preguntarse cómo fue posible que la intoxicación de las mentes infantiles y juveniles pudiera desarrollarse impunemente, durante tanto tiempo, sin que nadie se diera por enterado en el Ministerio de Educación o en otras instituciones del Estado responsables de la calidad de la enseñanza y de la integridad y la supervivencia de la Nación española.
Ahora, cuando por fin el ministro José Ignacio Wert parece decidido a poner fin al desmadre, los ideólogos y los usufructuarios de la operación balcanizadora reivindican un supuesto derecho a continuar regimentando a las nuevas generaciones con sus retrógrados experimentos de ingeniería social. Sobran pruebas de que, hasta ahora, los retoños del pensil secesionista han sido prolíficos. Vamos a circunscribirnos a Cataluña. Josep Ramoneda, infaltable a la hora de cantar las glorias de la renaixença rupturista, se jacta de este éxito (El País, 13/9), demostrando, de paso, hasta qué extremos el virus identitario ha degradado a algunos de nuestros intelectuales, otrora progresistas y hoy convertidos al involucionismo con ribetes austracistas.
Las nuevas generaciones no tienen nada que ver con las generaciones de la Transición. Carecen de los miedos, las complicidades y los prejuicios que teníamos nosotros. Han sido formadas en la escuela catalana, con unos referentes culturales muy distintos y han asumido con naturalidad la condición de Cataluña como país. Los hijos de quienes llegaron a Cataluña en los años sesenta desde el resto de España nacieron aquí y tienen unos parámetros sentimentales muy distintos. Por eso el independentismo ha crecido en transversalidad social y cultural.
Si la escuela catalana ha dotado de parámetros sentimentales muy distintos a estos nuevos ciudadanos en función del lugar de nacimiento y los ha dotado de referentes culturales también muy distintos, hasta el punto de crear transversalidades emocionales desconectadas de los valores comunes a nuestra civilización y de los imperativos de la racionalidad, queda demostrado que el sistema educacional adolece de graves carencias y que es urgente una reforma como la que propone el ministro Wert y aun más drástica: estamos en la antesala de la masificación identitaria.
Catálogo de intenciones
El profesor Heras reproduce en su obra ya citada pasajes de 353 textos escolares y manuales de pedagogía catalanes donde se practica el adoctrinamiento nacionalista. Y los acompaña con fragmentos de un catálogo de intenciones que circulaba por las consellerías de la Generalitat y por las altas esferas de CDC y UDC, tal como los publicó El Periódico (28/10/1990). Este documento de trabajo incluía un abanico de propuestas para conseguir la nacionalización de Cataluña. He aquí un ejemplo de la ideología irredentista, más que nacionalista, infiltrada en el proyecto:
Descubrimiento del potencial de futuro: Cataluña (Països Catalans), como centro de gravedad del sur de la CEE. Actuación económica-cultural preferente sobre el arco mediterráneo noroccidental y el espacio occitano-catalán. Máxima atención al núcleo comprendido en el espacio que forma el triángulo Barcelona-Montpellier-Toulouse. También hay que tener en cuenta la relación de Cataluña con Aragón. Y el área de intercomprensión mutua de Alicante a los Alpes.
Ya en los incisos dedicados a la enseñanza se lee:
Objetivos: Impulsar el sentimiento nacional catalán de los padres, profesores y estudiantes. Garantizar el perfecto conocimiento de la geografía, historia y otros hechos socio-culturales de Cataluña, además de potenciar el uso de la lengua catalana por parte de profesores, maestros y alumnos.
Actividades fundamentales: 1) Exigir el correcto conocimiento de la lengua, historia y geografía de Cataluña y de los Países Catalanes a todos los profesores, maestros y alumnos. Elaborar las herramientas didácticas correspondientes y obligar a los inspectores a su cumplimiento (...) 4) Catalanización de los programas de enseñanza: Análisis previo y aprobación de su contenido por parte de personas responsables y de confianza [sic].
Y así sucesivamente. A continuación, el profesor Heras reproduce pasajes de adoctrinamiento nacionalista extraídos de los 353 textos de enseñanza y manuales
de pedagogía que consultó, y que abarcan puntos neurálgicos concernientes a la lengua, la geografía, la historia, la cultura, el folclore, las tradiciones populares, la gastronomía, el deporte, los nombres de las ciudades y las personas, la inmigración, etcétera. Sólo hay una ausencia notable: nunca aparece la palabra España, aunque sí el "Estado español", en un contexto crítico o denigratorio.
Provincianismo anacrónico
Los popes del secesionismo pidieron la cabeza del ministro Wert cuando este denunció como una anomalía lo mismo que Josep Ramoneda había reivindicado con orgullo en el artículo arriba citado, a saber, repito, que las nuevas generaciones "han sido formadas en la escuela catalana, con unos referentes culturales muy distintos y han asumido con naturalidad la condición de Cataluña como país", en razón de lo cual "el independentismo ha crecido en transversalidad social y cultural". Lo que dijo Wert, sin tantas filigranas, fue (La Vanguardia, 3/10):
Sin duda hay evidencias que relacionan el crecimiento de esa identidad o sentimiento independentista en alguna comunidad autónoma con la dirección que ha llevado el proceso educativo.
Y a continuación, según relata el somatén (cada día más panfletario que mediático),
preguntado por la enseñanza en castellano en comunidades como Catalunya y Baleares, el ministro de Educación señaló que están "firmemente dispuestos a resolver el problema". "En esta legislatura –apostilló– ese tema va a tener una solución práctica". Wert dijo que quiere "hacer efectivo" el derecho de estudiar con el castellano como lengua vehicular "en todas partes".
Cabe esperar que para conseguirlo no eche mano de "la solución pija" (Arcadi Espada dixit), que consiste en arrinconar el castellano en las escuelas concertadas. En cuanto a la reacción airada del portavoz del Gobierno catalán, Francesc Homs, quien retó al ministro a decir qué evidencias tiene para hacer ese tipo de aseveraciones, la mejor respuesta consistiría en hacerle leer el artículo de su ensoberbecido cofrade Ramoneda.
Desprovisto de argumentos para rebatir la acusación de que el sistema educativo catalán se ha convertido desde hace mucho tiempo en un dócil instrumento de catequización independentista, Homs cambia de tema y saca a relucir controvertidos datos sobre el buen conocimiento del castellano que tendrían los alumnos catalanes. Lo cual no quita hierro a las denuncias sobre la politización de la enseñanza y el fomento de mitos y fobias rupturistas.
Lo que sí es cierto es que la enseñanza no brilla por su excelencia en España, incluida Cataluña. La Vanguardia (12/9) alardea en un titular: "La UAB se sitúa como la mejor universidad de España". Pero quien lea la noticia completa descubrirá que, según el ranking mundial QS, que valora 2.500 centros en todo el mundo, la Universidad Autónoma de Barcelona ocupa el puesto 176; la Universidad de Barcelona, el 186; la Universidad Autónoma de Madrid, el 206, y la Universidad Complutense de Madrid, el 226. Todas muy lejos del Massachusetts Institute of Technology, que ocupa el primer puesto, seguido por la Universidad de Cambridge y la de Harvard, en ese orden.
Habrá que superar muchos obstáculos para aproximarse a la envidiada Massachusetts, y uno de ellos, quizás el mayor, es el estancamiento en el provincianismo anacrónico, minado por la discriminación y la intolerancia lingüísticas. Pero nos queda la tranquilidad de saber que el contacto con la realidad hará que los retoños del pensil secesionista se marchiten, tarde o temprano, como se marchitaron las flores del pensil franquista y los brotes de los restantes pensiles totalitarios, que, según sus exégetas, tan miopes como arrogantes, gozarían de vida eterna. Lo que inspira dolor y miedo es evocar las desdichas que todos ellos sembraron terca e inútilmente antes de extinguirse. Procuremos que esas desdichas no se repitan aquí y ahora.