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Eduardo Goligorsky

La revuelta del paleoencéfalo

Los catalanes tienen que apechugar, transitoriamente, con la involución generada por las neuronas retrógradas del nacionalismo identitario e irredentista

Los catalanes tienen que apechugar, transitoriamente, con la involución generada por las neuronas retrógradas del nacionalismo identitario e irredentista

Jean-Claude Piris, ex director general del Servicio Jurídico de la Unión Europea y padre del Tratado de Lisboa (2007), acaba de repetir, por enésima vez (El País, 29/8), lo que todos los altos funcionarios de ese organismo han sentenciado con explícita contundencia y lo que los capitostes del secesionismo ocultan taimadamente a la masa embaucada: "Cataluña independiente quedará fuera de la Unión Europea". Angela Merkel acaba de ratificarlo en presencia de Mariano Rajoy. Cataluña no será expulsada sino que se desvinculará automáticamente si se separa del Estado miembro, que es España. No se reincorporará mediante astucias como las que se jactan de practicar los sediciosos, sino cuando, imitando lo que sucedió en Alemania comunista, se libre de los usurpadores y vuelva a unirse a la patria común.

Mientras el contubernio secesionista sigue empeñado en encandilar a sus seguidores con un discurso que gira exclusivamente en torno de la independencia quimérica, los ciudadanos empiezan a preguntarse cuál será el perfil económico, social y cultural de la sociedad prometida. Temas que algunos privilegiados omiten abordar porque carecen de cualquier proyecto que no sea el de seguir viviendo del cuento, en tanto que otros camaradas se callan porque si revelaran la naturaleza subversiva de sus planes ahuyentarían a la inmensa mayoría de los ciudadanos amantes del orden, la seguridad, la feina ben feta y el derecho de propiedad. El desbarajuste que acompaña la gestión de la alcaldéspota Colau es un presagio de lo que nos reservan estos iluminados.

Soflama irredentista

Sin embargo, la sensación de impunidad que impera en el bando secesionista hace que a algunos de sus jerarcas se les suelte la lengua cuando de lo que hablan es, precisamente, de la lengua. Esto es lo que le sucedió a Germà Gordó, nada menos que consejero de Justicia de la Generalitat y candidato introducido por Artur Mas en la lista Junts pel Sí. Gordó, desdeñando el compromiso con la ecuanimidad inherente a su cargo oficial, articuló una soflama irredentista en la sectaria Universitat Catalana d'Estiu, donde afirmó (LV, 24/8):

"La construcción de un nuevo Estado no nos ha de hacer olvidar la nación completa". En su relato, el conseller incluyó en esa nación a Valencia, las Baleares, la Catalunya Nord y los territorios de la Franja de Aragón.

La justificación del pancatalanismo descansa sobre el hecho de que en tiempos pasados esos territorios compartieron una lengua común, aunque ahora ese nexo ha sido difuminado por la evolución natural de la demografía y la geopolítica. Todas las comunidades por donde los irredentistas pretenden expandirse –utilizando cuando pueden a los infaltables colaboracionistas emboscados en la izquierda esquizofrénica– tienen su propia configuración cultural y política que genera un rechazo mayoritario contra cualquier tentativa de colonización espuria. Con el añadido de que el Rosellón francés es eso, francés, y el socialista Manuel Valls, nacido en Horta, les haría saber manu militari a los aprendices de somatenes que con la integridad de la patria no se juega.

En este contexto se entienden igualmente las medidas de diferenciación lingüística a las que apelan los aragoneses y valencianos cuando se resisten a ser engullidos por los pancatalanistas. Ahora, los colaboracionistas emboscados de la izquierda esquizofrénica se conjuran para derogar esas medidas en Aragón y Valencia. Si España exhibiera la voluntad de anexarse la América panhispánica, los hispanoamericanos también harían hincapié en los matices que diferencian su lengua del español. Los chavales son pibes en Argentina, botijas en Uruguay y pelaos en Colombia.

Complejo reptiliano

El origen del entuerto tiene una explicación científica: el detonante del impulso belicoso que enardece a los ideólogos y militantes nacionalistas reside en la actividad de una zona arcaica de su masa encefálica que, en cambio, está total o parcialmente desconectada en los individuos pacíficos. Esa zona corresponde al paleoencéfalo o complejo reptiliano, que según el neurólogo Paul MacLean conserva en el ser humano las funciones propias del dinosaurio: el comportamiento agresivo y la territorialidad. Ambas funciones, combinadas, forman el núcleo duro del maniqueísmo irracional que comparten todos los nacionalismos identitarios. A partir de ahí, el paleoencéfalo puede elegir la vía más apropiada para encauzar su revuelta. Por ejemplo, la vía del irredentismo lingüístico que Germá Gordò –y la CUP secesionista, antisistema y antieuropea– utilizan como argumento para promover la expansión pancatalanista por tierras ajenas.

El fenómeno tampoco es nuevo. Se le aplica lo que Felipe González escribió, refiriéndose a la totalidad del proceso secesionista, en su reciente epístola "A los catalanes" (El País, 30/8) que, torticeramente interpretada, sacó de quicio a los fariseos:

Es lo más parecido a la aventura alemana o italiana de los años treinta del siglo pasado.

Entonces era el pangermanismo el que imponía el Anschluss, la anexión de Austria a Alemania. Explica Ian Kershaw en su monumental biografía Hitler (2 vols., Península, 2000):

Hitler estaba convencido, desde sus años de infancia en Linz, de que el futuro de la población de habla alemana de Austria tenía que ser su incorporación al Reich alemán. Había sido partidario, como muchos de los habitantes de aquella zona del país, de las ideas de Georg Schönerer.

Personaje estrafalario

La lectura de los escritos de Schönerer podría ser muy estimulante para el paleoencéfalo de los secesionistas catalanes. En su libro The Occult Roots of Nazism (The Aquarian Press, 1985), Nicholas Goodrick-Clarke brinda abundante información acerca de este personaje estrafalario que fascinó a Hitler y acerca de la evolución del pangermanismo asentado sobre bases paganas y esotéricas. Explica Goodrich-Clarke:

Sin Schönerer (1842-1921), el pangermanismo se habría reducido a una tendencia confusa difundida entre los estudiantes políticamente ingenuos, los militantes völkisch [lo popular enfocado desde un punto de vista romántico] y grupos obreros. Sus ideas, su temperamento y su talento de agitador marcaron el carácter y el destino del pangermanismo austríaco, creando así un movimiento que amalgamó el anticapitalismo populista, el antiliberalismo, el antisemitismo y el nacionalismo alemán favorable a Prusia.

En 1873 Schönerer ganó un escaño en el Reichsrat austríaco, donde se convirtió en el portavoz del movimiento antisemita y exigió, en su programa electoral, la unión política y económica de Austria germanoparlante con el Reich alemán. En 1883 fundó el diario Unverfältsche Deutsche Worte, virulentamente pangermano. Schönerer también supo explotar los conflictos confesionales. Si bien era partidario, personalmente, del paganismo völkisch, optó por apoyar al luteranismo y combatir a la Iglesia católica, cuyo poder veía como una amenaza para su proyecto anexionista. En 1898 lanzó la campaña Los von Rom, o sea, "Ruptura con Roma".

Neuronas retrógradas

Las analogías que existen entre el pangermanismo que Hitler puso en práctica mediante el Anschluss, por un lado, y el pancatalanismo que ilusiona al parlanchín Gordó y seguramente a muchos de sus cofrades más discretos o hipócritas, por otro, no justifican que algunos polemistas cometan el error de comparar el secesionismo catalán con el nazismo. El nazismo fue el mal absoluto y el secesionismo catalán es una anomalía política mediocre que ensombrece un periodo acotado de la historia de España. Una cosa fueron los verdugos y otra muy distinta son los histriones de pacotilla. Joseph Goebbels habría despedido, por su memez, a una periodista que empleara a favor del nazismo las pataletas delirantes que Pilar Rahola vierte en aras del secesionismo.

Sucede que la revuelta del paleoencéfalo se expresa a través de distintos modelos: el nazi, el fascista, el comunista, el anarquista; el fanático religioso, el maltratador de hombres, mujeres y niños, el hooligan deportivo, etcétera. Los catalanes tienen que apechugar, transitoriamente, con la involución generada por las neuronas retrógradas del nacionalismo identitario e irredentista. Habrá que conformarse con aprovechar las lecciones que deja este interregno totalitario para no tropezar dos veces con la misma piedra. O, peor aun, con el mismo paleoencéfalo.

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