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EDITORIAL

Un Gobierno que no defiende a España en Europa

Necesitamos un Gobierno que defienda la Nación frente a aquellos que creen que atacarla les puede salir gratis.

Rajoy ha hablado por fin sobre lo ocurrido en Alemania en torno a la decisión de la audiencia de Schleswig-Holstein sobre el futuro judicial de Puigdemont y, sobre todo, tras las impresentables declaraciones de la ministra de Justicia de ese país, que han sido un insulto para España y han puesto en duda buena parte de la arquitectura institucional e intelectual de la Unión Europea.

Porque una cosa es que, en virtud de la separación de poderes, Merkel y sus ministros no puedan ni deban interferir en las decisiones de un tribunal, por disparatadas que sean, y otra que la referida responsable de Justicia apoye políticamente un disparate como ese, dejando más que claro que el tribunal de Schleswig-Holstein ha contado con un respaldo que en ningún caso debería haberse dado.

Y es ahí cuando la cuestión se torna inequívocamente política y, por tanto, requería de una respuesta política que, por supuesto, Rajoy y su Gobierno no han sido capaces de dar en ningún momento. De hecho, es más que probable que esa incapacidad, clamorosa desde el inicio de la crisis desencadenada por los golpistas catalanes, esté también en el fondo de la decisión tomada por los jueces, aunque sólo sea en parte.

Es obvio que la reacción al insulto y la agresión de la ministra alemana –que no ha sido desautorizada por Angela Merkel– sólo podía darse siguiendo los cauces propios de una Unión Europea que España sí respeta. Pero también lo es que, si queremos ser tratados como lo que somos –una de las naciones más importantes de la UE–, necesitamos un Gobierno que defienda la Nación frente a aquellos que creen que atacarla les puede salir gratis.

Rajoy, por el contrario, en lugar de defender a España, ha calificado el ominoso comportamiento alemán de "modélico", "de primera". Con ello no sólo ha hecho dejación de su deber, sino que está contribuyendo a la demolición de la UE, uno de los proyectos políticos más importantes que ha visto el mundo en los últimos 150 años. Porque la UE se basa en el reconocimiento de sus integrantes en calidad de iguales y, sobre todo, porque el nacionalismo es sin ningún género de dudas el principal enemigo de la Europa comunitaria, esa isla de libertades y derechos que ha logrado edificarse en un espacio geográfico y político que tantas veces se ha visto devastado por culpa, precisamente, del nacionalismo.

Una vez más, Rajoy ha decidido no hacer política, en esta ocasión escudándose en la imprescindible separación de poderes; pero lo cierto es que este asunto no sólo requería una acción política antes de la decisión de la audiencia de Schleswig-Holstein, sino también otra a posteriori.

La conclusión es evidente y tremenda: cada día está más claro que la política es algo que le viene grande a los políticos de este Gobierno.

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