Los medios de comunicación dependientes de la Generalidad de Cataluña son una onerosísima maquinaria de propaganda supremacista, y son tremendamente responsables del grave deterioro de la convivencia que se viene registrando en el Principado desde el intento de golpe de Estado separatista del 1 de octubre de 2017.
La televisión autonómica funge de cañón Berta del golpismo separatista, cuyo aberrante mensaje de odio a España descarga sobre Cataluña con machaconería goebbelsiana. El separatismo ha convertido un medio público costeado por todos los ciudadanos en una odiosa caja de resonancia del discurso más anticatalán que imaginarse quepa, el de los indeseables que están haciendo irrespirable el ambiente en la propia Cataluña.
La candidata popular por Barcelona Cayetana Álvarez de Toledo ha denunciado los desmanes de TV3 en la propia TV3, en el curso de una entrevista que debería correr de vergüenza a los responsables de esa cadena y a quienes trabajan en ella pensando más en hacer avanzar la agenda de los golpistas que en informar a la ciudadanía. Pocos días antes fue la dirigente de Ciudadanos Inés Arrimadas quien puso el dedo en la llaga purulenta de la cadena sometida a Quim Torra y su gang liberticida.
TV3 es una escandalosa vergüenza por su infame sumisión al separatismo supremacista y su asqueroso desprecio a la mayoría de catalanes que siguen comprometidos con España y la Libertad. TV3 sólo merece el desprecio de los ciudadanos comprometidos con el Estado de Derecho y de los periodistas que no han nacido para lamer las botas de una clase política adicta al odio guerracivilista. Cualquier intervención de la Administración regional debe comprender la depuración en profundidad de ese engendro volcado en la más grosera manipulación de la realidad catalana.