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EDITORIAL

Nadie se engañe: no hay 'giro a la derecha' en el Gobierno

Haría bien el PP en no fiarse de la supuesta aparición de un 'nuevo' Pedro Sánchez capaz de afrontar unas reformas estructurales que están en los antípodas de su proyecto ideológico.

Tras responder inicialmente con insultos a la oferta de negociación hecha hace unos días por Pablo Casado en torno al decreto de la nueva normalidad, finalmente el Gobierno se ha avenido a negociar y a incluir en su tramitación una serie de aportaciones hechas por Ciudadanos y por el PP, fundamentalmente sobre la lucha contra el covid-19 en el ámbito de la legislación sanitaria. Ahora bien, por mucho que el referido decreto no brinde, aparentemente, excusas para un confinamiento tan estricto y liberticida como el que acabamos de padecer y ponga el acento en el refuerzo de la atención sanitaria, las medidas preventivas, la trazabilidad de los contactos de los contagiados, la realización de pruebas PCR y el refuerzo de la producción de material de protección, resulta absolutamente iluso o exagerado considerarlo una especie de giro a la derecha por parte del Ejecutivo.

Ni el radicalismo de ERC y Bildu, que se han opuesto al decreto por haber sido "pactado con la derecha", ni la inverosímil candidez de Ana Pastor, que considera incluso que puede dar pie a un "pacto de Estado" y a "reformas estructurales" consensuadas con el PP, tienen justificación. Si PP y Ciudadanos han llegado a este acuerdo con el PSOE no ha sido tanto por las cesiones socialistas como por el vértigo que daba a esas dos formaciones rechazar el decreto en compañía de Vox y, por motivos obviamente muy distintos, los separatistas vascos y catalanes.

Si el decreto es fruto del acuerdo del PSOE con PP y Ciudadanos, también ha sido consensuado con Podemos, por lo que resulta completamente iluso pensar que puede dar pie a unas reformas estructurales como las que más tarde o más temprano reclamarán nuestros acreedores europeos, y que pasarán por una liberalización de los mercados y una reducción del gasto público, medidas que ni los socialistas ni, mucho menos, los comunistas han dado muestras de querer asumir. Eso, por no hablar de cómo el Gobierno, en compañía de Podemos y de los separatistas, sigue negándose a la demanda del PP para que se audite la cifra de muertos desde el inicio de la pandemia.

Así las cosas, haría bien el PP en no fiarse de la supuesta aparición de un nuevo Pedro Sánchez capaz de afrontar unas reformas estructurales que están en los antípodas de su proyecto ideológico. La candidatura, ya oficial, de Nadia Calviño a la presidencia del Eurogrupo, respaldada por PP, Vox y Ciudadanos, arroja poca luz, pues todo dependerá de si la vicepresidenta económica se muestra más fiel a la responsabilidad que implica ese cargo europeo o, por el contrario, al Gobierno sectario y manirroto al que pertenece, y que sigue teniendo a Pablo Iglesias como vicepresidente.

Nada será nuevo ni normal mientras una formación de extrema izquierda como Podemos sea socio preferente de un Gobierno que a día de hoy sigue dando muestras de no querer que los españoles duerman tranquilos.

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