El sectario José Félix Tezanos sigue poniendo una institución pública, el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) que jamás debió presidir, al servicio de su partido, el PSOE, como queda obscenamente de manifiesto con el barómetro del mes de junio, según el cual el PSOE se dispararía hasta el 40% –diez puntos más de los que obtuvo en las generales de abril– y los partidos ubicados a su derecha de desplomarían; salvo Ciudadanos, que se quedaría como estaba pero, gracias a la caída del PP, se convertiría en la segunda fuerza más votada del país.
Sí, en el caso de que se repitieran las elecciones, es probable que buena parte del electorado de Podemos se pasara al PSOE; ahora bien, la pérdida que el CIS augura a los neocomunistas no llega a los dos puntos, por lo que la increíble subida del PSOE solo se explicaría por una abstención masiva entre el electorado liberal-conservador o por un estupefaciente trasvase de votos del PP y de Vox al partido de Pedro Sánchez.
El barómetro perpetrado por Tezanos, escandalosamente inverosímil, tiene como desvergonzado propósito aceitar la estrategia socialista de forzar a Podemos a respaldar a Sánchez y premiar a Ciudadanos con el sorpasso al PP por el cordón sanitario que ha impuesto a Vox, que está impidiendo que la derecha ponga en pie una red de resistencia en ayuntamientos y comunidades de la mayor importancia.
Con todo, está por ver que esa grotesca manipulación vaya a favorecer un acercamiento entre socialistas y naranjas que permita a Sánchez no depender de podemitas y golpistas. Y si ya sería preocupante que Ciudadanos entrara en el juego, qué decir si reforzara la obsesión naranja con Vox y los de Rivera llegaran a la conclusión de que sólo podrían colocar a su líder en la Moncloa imponiéndose la prohibición de buscar apoyos en la formación de Abascal.
Sea como fuere, lo cierto es que ni Tezanos ni Pedro Sánchez son los responsables del lamentable espectáculo que está dando el centro-derecha en estos días cruciales; espectáculo que por supuesto puede traducirse en un muy duro, y merecido, castigo en las urnas. Razón de más para que se deje de insensateces y se vuelque en verdaderamente parar los pies al pésimo Sánchez, presidente funesto donde los haya.