Casi mes y medio después de que hiciera gala de una euforia desmedida desde los balcones de Génova, Rajoy parece por fin haber asumido la realidad que manifestaban los resultados electorales del 26-J: la abstención del PSOE sigue siendo tan necesaria para la formación de un nuevo Gobierno del PP como ya tras los comicios del 20-D.
Dada, sin embargo, la conocida y reiterada determinación socialista de votar en contra de la formación de un nuevo Gobierno del PP, a nadie debería sorprender la negativa que el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, ha transmitido personalmente a Rajoy durante la reunión que ambos han mantenido este martes. Más aún cuando el presidente en funciones no ha participado en encuentro alguno para tratar de conseguir que la dirección socialista cambie de criterio y permita, vía abstención, la investidura de Rajoy, como candidato más votado por los ciudadanos.
Lo peor es que Rajoy tampoco ha movido un dedo para buscar el apoyo de una formación como Ciudadanos; apoyo que, si bien seguiría siendo insuficiente para sacar adelante su investidura, convertiría en más intransigente la negativa de Sánchez y facilitaría la posibilidad de una abstención socialista, por la que se han decantado destacadas personalidades del PSOE, como Felipe González.
Hay quienes ven un intento de Rajoy por presionar al resto de los partidos con la convocatoria de unas terceras elecciones generales; pero lo cierto es que en España no se podrán legalmente convocar nuevos comicios mientras no haya alguien que se presente a la investidura y sea rechazado por el Parlamento surgido del 26-J.
Así pues, de mantener Rajoy su actitud de no presentarse a la investidura mientras no tenga previamente garantizados los apoyos suficientes, será indispensable que algún diputado –sea el que sea– lo haga. Para no llegar a esta delirante situación, es preciso que Rajoy cambie de actitud y decida presentarse a la investidura, aun a riesgo de no conseguirla. Es verdad que pocos días antes de las pasadas elecciones manifestó que haría “exactamente lo mismo” si el resultado fuese “similar al de diciembre”. Y es verdad que no parece haber cambiado de actitud tras la reunión con Sánchez, quien ha manifestado que el candidato popular "todavía no ha aclarado si se presentará a la investidura".
Ya sea para ser rechazado y poder convocar nuevas elecciones o para ser investido y evitar esos terceros comicios, Rajoy tiene el derecho y el deber de presentarse a la investidura. Lo contrario sería amenazar con un Gobierno en funciones que dejaría en suspenso la gobernabilidad de la Nación y hasta el sistema democrático por tiempo indefinido.